El Libertador sentenció que "El primer deber de un Gobierno es mantener el orden público"
Gobernar es mandar u
ordenar con autoridad. Por antonomasia esa función es propia del Gobierno, como
este nombre lo indica; pero a veces ello se queda en semántica porque hay
Gobiernos que no gobiernan.
Ejemplo al canto: el pasado jueves 26, por
enésima vez, unos sujetos obstruyeron por horas una autopista en Caracas. En
cualquier ciudad del orbe eso causaría escándalo; pero no en "nuestra" bellísima
capital puesto que, al hilo del ideario de la notable intelectual judía Hannah
Arendt, la reiteración del mal lo banaliza y aquí esa desgracia es harto
frecuente.
Empero, una circunstancia llama poderosamente la atención, a
mí al menos: la obstruida fue la "Valle-Coche" en sentido Norte. Y cuando un
Gobierno se deja cerrar la autopista en cuyo frente yérguese el fuerte militar
más importante del país e impedir la entrada y salida a tan vital instalación,
es que su pasividad llegó al colmo.
El art. 68 constitucional permite
las manifestaciones pacíficas. Igual las leyes y tratados internacionales. El
art. 21 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos lo restringe si
afecta la seguridad nacional y pública, la salud y los derechos y libertades de
los demás. También el art. 15 de la Convención Americana de DD.HH. Es violento
trabar el derecho de rango constitucional (art. 50) al libre tránsito. Esto no
es una perturbación social de bagatela sino un atroz e incivil acto de barbarie,
cuya dañosidad social es evidente. Basta pensar en las personas fallecidas
porque se les impidió llegar a un hospital. Además eso propicia en Caracas el
asaltar y hasta matar la gente así represada. Si un delito (¿acaso el confuso
art. 357 -por su torpe redacción- del Código Penal?) no se castiga, la impunidad
estimula más y mayores crímenes y los mismos energúmenos que obstruyen vías
podrían llegar a destruir autos, apalear pasajeros y aun asesinarlos. La mejor
prevención, por eso, es que al delito siga una infalible represión penal.
El Derecho penal debe garantizar la pacífica coexistencia. En la teoría
del Estado los ciudadanos le atribuyen tánto poder cuanto sea necesario para
asegurar la paz social. Los derechos ajenos son deberes propios. Exigir un
derecho sin respetar el de los demás, es conducta antisocial y contra la
libertad. La esencia del Derecho es el bien común o telos o ideal fin
último. El no permitir a la mayoría el tránsito viario es antítesis de la vida
humana en libertad y tolerarlo es negar la convivencia pues la suprimirían la
anarquía y el todos contra todos.
Y como sin paz pública es inconcebible
un sistema social liberal, el Estado siempre debe penar conductas como ésa. Un
Gobierno inhibido ante tan graves arbitrariedades no protege el orden jurídico
ni público ni la libertad de la ciudadanía.
aaf.yorga@gmail.com