El más grave problema que hace décadas tiene Venezuela es la criminalidad. Es patético el empeño en negar la enormidad del problema.

Todo cuanto se diga de su extrema gravedad es poco. Y se debe decir en el tono más airado. ¿De qué otro modo se puede hablar de quienes pasan a degüello a los ciudadanos? Más que ciudadanos somos sobrevivientes y todos, contra nuestra voluntad y a diario, "jugamos" a la ruleta rusa. Mientras tanto hay la más escandalosa impunidad de toda laya de delincuentes.

Se habla bastante -y se hace poco- sobre las soluciones. Se pierde un tiempo precioso en discusiones bizantinas que contrastan con la urgencia del problema. Los estadounidenses dicen que el tiempo es dinero. Prefiero decir que el tiempo es vida. Muchísimas vidas se pierden con el tiempo desperdiciado en análisis etéreos y utópicos. ¿Con ese tipo de soluciones "estructurales" y de prevención -verdaderas entelequias- se puede enfrentar a unos fuertemente armados criminales con sed de sangre e ímpetu de bárbara malignidad y salvar a sus víctimas? Sí es necesario discutir respecto a todas las soluciones. También he dado mi modesto parecer sobre éstas; pero las urgencias (y más si son de vida o muerte) hay que atenderlas de inmediato. "Primero primo", dicen los italianos.

Una de las soluciones sobre las cuales he insistido ha mucho, es la consistente en una abundante presencia policial: da gran seguridad, previene el crimen, lo reprime y tiene la inestimable ventaja de que se ve (habrá elogio) o no se ve y debería haber una severa reprobación. Si hay una intensa vigilancia policial y ésta es bien visible para la ciudadanía, se le transmitirá una gran seguridad. El patrullaje ha de ser a pie y motorizado. Se ha dicho que el patrullero de a pie o "policía de punto", destinado a cuidar determinados sectores, comunica más seguridad. Los policías son la primera línea defensiva contra el crimen. Por eso cuando la arremetida de los delincuentes crea una ingente inseguridad, la primera respuesta política es aumentar el número de funcionarios que dedícanse al patrullaje; pero en Venezuela no ha sido ésa la reacción de las diversas administraciones y últimamente los policías se han convertido en los "amigos invisibles" mencionados, en otro contexto, por el muy ilustre intelectual Uslar Pietri. Hay, empero, una excepción y es en el Metro de Caracas: ahí la situación de inseguridad era terrible y mejoró mucho con la oportuna saturación policial. L.Q.Q.D.

Es indefectible una Policía fortalecida: en salarios y beneficios sociales, como p.ej. viviendas para que no vivan cerca de los que deben apresar. Y debe estar muy bien armada, que no lo está. Por el contrario, la criminalidad sí es un verdadero aunque espurio pie de fuerza.

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