El colapso de los servicios públicos vitales, la violencia desatada en las calles por el hampa organizada y el criminal desastre carcelario; el hambre y la miseria crecientes, engendradas en una grosera inflación y en la destrucción de la producción, la propiedad privada y el empleo son, entre otros factores, los elementos que abonan el camino hacia una explosión social de impredecibles consecuencias.

El caos creciente es producto de un proyecto que pretende imponer una dictadura contraria a la vocación democrática de los venezolanos y a los principios constitucionales.

Midiendo los tiempos de este proyecto, sus dirigentes toman la decisión de concluir el “disimulo constitucional” y del caricaturesco formalismo legal para liquidar lo poco que queda del andamiaje constitucional de la república.

Advierto a los venezolanos que la debilidad del régimen, lejos de imponer rectificaciones, acelera el radicalismo, la persecución, la represión y el terror, con el fin de paralizar la resistencia civil.

El refugio de Chávez en la Cuba comunista constituye un factor fundamental en el agravamiento de esta situación. La forma como han manejado su enfermedad, tanto la mayoría que integra la Asamblea Nacional, como los jerarcas del gobierno, constituye un irrespeto al país y una burla a la ciudadanía. Se profundiza el desgobierno. El país se encuentra a la deriva, subordinado a las decisiones de Raúl y Fidel Castro.

Para vergüenza de todos, se ratifica el tutelaje de los hermanos Castro y la pérdida de soberanía de la nación.

La situación en la que nos encontramos impone a la MUD y a todos los factores democráticos un enérgico viraje para profundizar la lucha contra la ofensiva totalitaria. Si la dirigencia nacional no mide en su exacta dimensión la grave crisis del país, será incapaz de colocarse a la altura del reto. Si por el contrario, respondemos con decisión y voluntad, ejerceremos a plenitud la representación de la Venezuela democrática.

La MUD ha cumplido y cumplirá un importante papel en el logro de la unidad política y electoral. Sin embargo, es necesario señalar que en la mesa de la unidad deciden las direcciones partidistas y que por esta razón, esas decisiones, basadas en legítimas aspiraciones de los precandidatos locales, regionales y presidenciales, están condicionadas por estos intereses. Mientras tanto, en la calle crece el descontento y los conflictos escapan al ámbito partidista. Esta situación permite al régimen frenar el descontento popular mediante la mediatización, la violencia y la represión.

Canalizar el descontento hacia el esfuerzo común para hacer de estos combates parciales el gran combate nacional debe ser el objetivo.

Propongo la organización de un frente por el rescate de la democracia, en cuya dirección estén, al lado de los partidos, la dirigencia gremial, sindical, empresarial y campesina; los profesores y estudiantes, intelectuales y religiosos, empeñados en una salida cívica y democrática.

La enfermedad de la república trasciende a todo cálculo electoral. Por esto, estoy convencido de que solo llegaremos a unas elecciones limpias y legítimas a través del esfuerzo irreversible de quienes aspiramos a un cambio radical del trágico rumbo que lleva la nación.

Ex gobernador del estado Zulia.

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