Pero luego de oír la estupenda presentación del politólogo peruano Carlos Basombrío, entendí el enigma: efectivamente, el riesgo sigue vivo en un país que le recordó al mundo en 1990 que en política nada está escrito y que en un mes cualquier cosa puede pasar.

No me malinterpreten. Lourdes Flores es, sin duda, la favorita y si no ocurre nada estrambótico y ella actúa de manera políticamente racional, debería ganar las elecciones y la economía peruana mantendría sus elevados niveles de inversión y crecimiento. Pero está claro que ese no es el único escenario.

Comencé mi estadía en Perú preguntándole a un taxista su proyección electoral: ¿Ollanta gana en la segunda vuelta?, aseguró enfático. Cuando lo confronté a los resultados de las encuestas, su respuesta fue contundente: ¿no se puede creer en las encuestas. Son unos vendidos?. Como comprenderán, me sentí de nuevo en casa.
Esto hubiera pasado a mi anecdotario personal si el análisis presentado por el experto local no hubiera incluido también esa posibilidad (digo, la del triunfo de Humala). Paradójicamente derivaba sus conclusiones de los resultados de las encuestas de Apoyo y de sus principales competidores como Datum, la Universidad de Lima y el CPI.

Ciertamente Lourdes Flores supera a Humala en 10 puntos (35% vs 25%), pero el proceso electoral peruano incluye una segunda vuelta, si ningún candidato logra superar la barrera del 50%.

Según los números actuales, ahí se enfrentarán Lourdes Flores y Ollanta Humala. Pero igual que en el Miss Universo, elegidas las finalistas, el contador se pone en cero.

La posición que adopten los candidatos excluidos será muy relevante. El más importante de ellos es el populista ex presidente Alan García, del APRA, quien hoy cuenta con 17% de intención de voto. ¿Por quién se inclinará este personaje? Hasta ahora ha dicho que no hará alianzas con nadie y dará libertad de voto a sus seguidores. Aún haciéndolo, el perfil de los seguidores de García parece más cercano a Ollanta que a Lourdes, lo cual representa un peligro. Pero además, si García decide jugar en un plano maquiavélico, podría interesarle un triunfo de Humala, ya que los casos legales que amenazan la legitimidad de Ollanta como presidente y el caos en el que podría convertirse la política y la economía peruana, podrían ¿recortar¿ dramáticamente el período presidencial, dando una nueva oportunidad al APRA de pescar en río revuelto.

Pero ese no es el riesgo más fuerte que enfrentará Lourdes Flores. Si consideramos que a pesar de su pujante economía y su envidiable fortaleza empresarial, el Perú sigue siendo un país con altísimos índices de pobreza, la posibilidad de que la batalla de la segunda vuelta sea entre la ¿candidata de los ricos? y ¿el candidato de los pobres?, podría ser fulminante para la favorita. ¿Les suena familiar?

Afortunadamente eso no tiene por qué ocurrir si Flores lleva la discusión hacia el plano de la estabilidad que ella representa vs el caos simbolizado por el candidato radical. La relación con Chávez, que en el caso de Evo fue un aval, aquí podría ser plomo en el ala, ya que la oferta Humala es más bien nacionalista y relacionarse con un líder extranjero luce contradictorio.

Ahora tenemos claro por qué era importante para los empresarios peruanos entender cómo los venezolanos hacemos para vivir y trabajar en un país donde crecen los controles estatales, la propiedad privada está supeditada al concepto ¿oficial? de utilidad pública, se intervienen empresas, no percibimos que haya seguridad jurídica y el Gobierno considera a su principal cliente un enemigo mortal. Ojalá que la nueva encuesta de Apoyo, que publican hoy domingo, traiga mejores noticias. Por mi parte, terminé mis presentaciones en Lima con el mismo mensaje de mi nona cuando se despedía: ¿que Dios los ampare, los libre y los favorezca?