Podrá el planeta sostener a más de 7 mil millones de personas? A partir de hoy comenzará a revelarse la respuesta con el nacimiento en Filipinas de Danica May Camacho, nombrada por Naciones Unidas como la habitante número 7 mil millones.
Diversos especialistas de las áreas de salud, medio ambiente y
urbanismo, entre otras, aprovecharon el acontecimiento mundial para advertir
sobre los desafíos que conlleva el crecimiento y envejecimiento de la población,
que en cada país puede traer diferentes consecuencias.
En América
Latina y el Caribe se ha registrado un descenso en la tasa de
fertilidad desde los años 60 -cuando las mujeres tenían en promedio 6 hijos-,
aunque paradójicamente, la población se triplicó. Esto es debido, entre otros
factores, a la mejora de los sistemas clínicos y al aumento de la expectativa de
vida de los ciudadanos.
“La población sigue aumentando, pero lo hace mucho más despacio que hace un
siglo atrás. Se espera que para el 2050 la tasa de crecimiento se acerque a cero
y la población se estabilice en 800 millones, un 8 por ciento del total
proyectado a nivel global”, explica Joana Godinho, gerente para América Latina
del área de Desarrollo Humano del Banco Mundial.
Para Godinho, la región aún experimenta un beneficio demográfico, ya que la
mayoría de la población está activa. Pero rápidamente, al igual que sucedió en
los países desarrollados, está envejeciendo como resultado de una reducción de
la fertilidad y la mortalidad. “Esto tiene un impacto sobre el gasto público en
salud y en pensiones, la pobreza y la desigualdad, y el crecimiento económico”,
señala la experta, quien advierte que la dimensión del impacto dependerá de las
acciones gubernamentales que se tomen para abordar el cambio.
Algunas medidas para prepararse para la nueva composición demográfica se
vinculan con la promoción de un estilo de vida saludable y el aprendizaje
permanente para una larga vida productiva.
Una concentración riesgosa
Actualmente, más del 75 por ciento de los 590 millones de habitantes de
América Latina vive en ciudades, una cifra récord para el mundo en desarrollo.
La tendencia es mundial: en 1950, apenas 730 millones de personas vivían en
ciudades y al 2009, la cifra superaba los 3 mil millones.
En la región, México D.F, San Pablo, Río de Janeiro y Buenos Aires albergan
cada una a más de 10 millones de habitantes. En el caso de Argentina, según datos del último censo, 9 de cada 10
habitantes ya vive en ciudades. “La población no sólo creció sino que se
concentró, muchas veces en áreas que no tienen una capacidad adecuada para
manejar este incremento”, opina Niels Holm-Nielsen, especialista del Banco
Mundial en gestión de riesgos.
Esta característica del crecimiento poblacional conlleva riesgos. Para
Holm-Nielsen, hay dos tendencias en América Latina que vienen sucediendo en las
últimas dos décadas: el cambio en el uso de la tierra; y el asentamiento de
millones de personas -en muchos casos como consecuencia de las migraciones- en
áreas no aptas para un gran volumen de gente, como las laderas de las montañas.
“La población pobre tiene menos posibilidades de manejar el riesgo y ser víctima
de desastres naturales como terremotos, inundaciones y deslizamientos de
tierra”, afirma Holm-Nielsen.
En este sentido, el Banco Mundial provee asistencia para prepararse y
recuperarse de este tipo de desastres, aplicando un concepto más amplio de
manejo del riesgo e incorporando proyectos para la prevención, la mitigación y
la reducción de la vulnerabilidad.
“La región progresó en los últimos años en el manejo de los riesgos frente a
desastres naturales. Pero aún Colombia, uno de los países que mejoró sus
sistemas de monitoreo de peligros e integró el riesgo en su planificación del
uso de la tierra, vivió recientemente la peor inundación de su historia”, cuenta
el especialista.
En la región, el Banco Mundial busca además fortalecer el desarrollo urbano a
través de 59 proyectos en ciudades y comunidades que tienen por fin reducir la
pobreza, aumentar el acceso a servicios básicos y promover ciudades
económicamente más productivas y ambientalmente
sólidas.
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