Activistas palestinas por la igualdad y los derechos de la mujer se cuestionan ahora si todo aquello por lo que han luchado se arruinará con el nuevo Gobierno de Hamas. Según explica a LA RAZÓN Amal Hamad, de 44 años, directora de la Unidad de la Mujer y Niños del Consejo Legislativo Palestino (Parlamento), «hemos conseguido muchas leyes a favor de la mujer con el Gobierno anterior». Entre otras, la ley de Al Quta, por la cual ahora hay 17 mujeres en el Parlamento (el 13 por ciento). También, una ley de Igualdad Laboral -el 30 por ciento de los funcionarios son mujeres- y otra de la Infancia de 0-18 años. «La relación durante estos años ha sido muy buena entre el Parlamento y las mujeres, afirma Hamad. Y añade, «Palestina y Túnez son los únicos países árabes que tienen un Ministerio de Asuntos de la Mujer». Las asociaciones de mujeres temen ahora que «se retiren algunos de los derechos que han conseguido con el Gobierno de Al Fatah», dice preocupada. Por eso, el pasado 8 de marzo «nos manifestamos y le entregamos una carta a Haniye -el nuevo primer ministro- para exigirle que mantenga esas leyes».

La directora de la Unidad de la Mujer en el Consejo Legislativo no ve con buenos ojos a la que será la futura ministra de la Mujer, Mariem Saleh. «Ella dice que quiere cambiar la edad en la ley del Matrimonio. Saleh considera que una mujer se puede casar cuando esté madura y no después de haber cumplido los 18 años», explica. «Esto contradice a la ley», denuncia.

A Soher Shaat, de 31 años y directora del departamento de la Mujer de la Unión de Trabajadores Agrícolas Palestinos (UTAP), lo que le preocupa son las declaraciones del portavoz del movimiento islamista, Salah al Bardawi, quien escribió en el diario «Risala», el periódico de Hamas, que «lo que piden las asociaciones de mujeres son fantasmadas que no tienen que ver con la realidad y que están en contra de la «Sharia» (la Ley Islámica)», en referencia a las denuncias de las asociaciones de mujeres ante la posibilidad de que se reduzca, aún más, la pena en los «crímenes de honor» ( El padre puede matar a su hija si descubre que no es virgen antes del matrimonio y el marido puede matar a su mujer si es una adúltera). Según la «Sharia» está permitido matar a una mujer que comete estos actos siempre y cuando lo justifiquen cuatro testigos. Sin embargo, forma parte de las tradiciones sociales y el castigo que recibe el ejecutor apenas es de un año de cárcel o noventa latigazos. «Tenemos un conflicto entre las costumbres y la 'Sharia'. Los de Hamas aprovechan esta confusión para decidir lo que está prohibido o permitido, sin tener en cuenta la Ley», critica.

Suzane Tarasi, cristiana de 27 años, que trabaja en la UTAP, teme que al no llevar hiyab (pañuelo árabe) y ser cristiana, la discriminen profesionalmente. «No es que lo vayan a prohibir, pero sí influenciar y presionar a la sociedad desde las mezquitas», denuncia. «Esto, ya pasó en la primera Intifada», recuerda. «Nos obligaron a todas, aun sin ser musulmanas, a ponernos el hiyab», sostiene.

Para su compañera Fatima Muzaen, de 45 años, el problema no es el Islam, que da derechos e igualdad al hombre y la mujer, sino la mala interpretación religiosa del Corán. «Yo vote a Hamas. La mujer juega un papel importante en el movimiento islamista. Hamas hará por las mujeres lo que el Gobierno de Al Fatah no hizo. Ellos dicen que todo se hará de forma democrática».

Nadia Abu Nahla, de 40 años, responsable de la Coordinadora de ONGs palestinas en Gaza (La sede central está en Ramala), dice que hasta ayer tenía puestas las esperanzas en el Gobierno de Hamas. «Para mí, fue una decepción enterarme de que sólo una mujer va a ser ministra». «Su programa político era 'Cambio y reforma' y, desafortunadamente, no ha ocurrido así».

- 31 años, casada y embarazada de su segundo hijo. Directora del departamento de la Mujer de la Unión de Trabajadores Agrícolas Palestinos (UTAP) denuncia que «hay un conflicto entre la «Sharia» y nuestras costrumbres.

- 27 años, casada y sin hijos. Trabaja en el departamento de la UTAP. Militante del partido Badil. Es cristiana. Teme que al no llevar Hiyab (pañuelo árabe) y ser cristiana la discriminen profesionalmente.