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01/04/2006 | MEXICO - Cumbre en Cancún

Enrique Burgos García

Se han reunido en Cancún el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, y el presidente mexicano Vicente Fox, por invitación de este último para dialogar sobre los aspectos de mayor importancia para el desarrollo de América del Norte.

 

En el ámbito de los acuerdos de comercio libre, Canadá, EU y México dieron un paso fundamental en el contexto mundial al negociar el acuerdo que entró en vigor hace poco más de 12 años.

Esas posibilidades de desarrollo regional avaladas por la complementariedad de procesos económicos y sociales diferenciados, constituyeron un paso importante para alentar un crecimiento económico y social más equilibrado en esta zona del continente americano.

En particular, tanto Canadá como México sostenemos vínculos de la mayor relevancia con el vecino Estados Unidos, al tiempo que las sociedades canadiense y mexicana afirman los rasgos de sus respectivas diferencias con la estadounidense, no por razones de confrontación o exclusivismo, sino por la conciencia de los elementos que nos caracterizan como pueblos distintos y que, por ello, podemos realizar aportaciones útiles en el contexto regional.

Aun en el contexto de las diferencias de desarrollo económico entre Canadá y México, existe un punto de identidad común en la permanente defensa del ejercicio de la libre determinación de cada quien, ante la indudable relevancia internacional de Estados Unidos. Ello ha entrañado la construcción de elementos comunes en diversos ámbitos de política internacional.

En esta cumbre de América del Norte hubo oportunidad de reiterar la validez del mecanismo de que los máximos responsables de los respectivos gobiernos dialoguen anualmente para revisar la evolución de sus relaciones y la región en un contexto mundial amplio. Se trata de un contexto en el que la cooperación debe figurar como el factor fundamental para impulsar las capacidades y el potencial de las sinergias regionales.

A la luz del recorrido que se ha hecho en otras regiones del mundo para alentar la cooperación para el desarrollo e incluso procesos económicos y sociales que consideran las características globales de un determinado grupo de países, México ha señalado e insistido en que la posibilidad de establecer equilibrios útiles a los grandes propósitos regionales se vincula con la determinación y asignación de fondos y recursos que permitan compensar a las regiones de menor desarrollo relativo.

Es indispensable que se acuñe un concepto de prosperidad regional basado en la prosperidad de los tres países que integran la América del Norte. En ese sentido, una atención particular merece la población de la región y los factores que inciden en los flujos migratorios.

La oferta de empleo que existe en Estados Unidos y en Canadá para el desarrollo de determinadas actividades, así como la necesidad de encontrar no sólo trabajo sino mejor remunerado en México, constituyen motores específicos del fenómeno migratorio que se produce regionalmente hacia Estados Unidos.

La posibilidad de avanzar tanto en la generación de proyectos de desarrollo económico en México, como en el establecimiento de reglas que otorguen un tratamiento de respeto a la contribución de los emigrantes mexicanos a EU, así como a sus derechos humanos esenciales, representa una aspiración de cooperación cualitativa para la vinculación regional establecida y en pos de horizontes sólidos. Hemos conocido las impresionantes y significativas manifestaciones de los emigrantes indocumentados mexicanos en diversas ciudades de EU. Se trata de expresiones que hacen evidente la necesidad de un enfoque que incorpore una visión de tolerancia y de ponderación de los intereses de largo plazo de nuestro vecino del norte y de la región.

México no sólo es la frontera con los países más desarrollados del continente americano, sino también la frontera entre América Latina y la América de las otras tradiciones europeas que poblaron el nuevo mundo. Del éxito de las relaciones entre México y EU, así como del éxito de la asociación comercial de los países de América del Norte, podrán sacarse conclusiones positivas para alentar un mejor desarrollo integral de todo el continente y del futuro de las relaciones entre los países latinoamericanos, Estados Unidos y Canadá.

Si bien la geografía política es el producto de la combinación de la ubicación física con la marcha de la historia, la diplomacia debe erigirse en la vía para la concreción de los entendimientos y los acuerdos que generen los mayores avances y beneficios posibles para el desarrollo de las sociedades. En el mundo moderno de la tradición liberal en la que se inscribe nuestro hemisferio, está presente la aspiración de lograr las mejores condiciones políticas, económicas, sociales y culturales de vida.

Corresponde en buena parte a la dirección política acometer el desafío de alcanzar ese objetivo. Para eso son las cumbres de jefes de Estado y de gobierno.

Ante la dinámica de la transformación mundial en los procesos productivos y la búsqueda de las mejores condiciones para la inversión que realizan los capitales del orbe, por un lado, y por el otro la creciente pobreza, constituyen el gran reto para América del Norte.

Diputado federal (PRI)

El Universal (Mexico)

 



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