El Instituto Federal Electoral no sólo enfrenta la realidad de un padrón con 12 años de desgaste, que reporta más de 70 millones de mexicanos con credencial para votar, lo que se erige en la primera información para contrastar el enorme abstencionismo que se cierne sobre la jornada del 2 de julio entrante, sino que aún no logra remontar el deterioro de la credibilidad del órgano superior de dirección que acompañó su designación, al tiempo que el novedoso mecanismo para la votación en el extranjero no despertó el interés de sus destinatarios.

Por otra parte, en un escenario competido, el gobierno federal no ha resistido la tentación de participar, en toda la extensión de la palabra, en la promoción de la continuidad en el poder para la opción de la que emanó. Durante el 2005 se inició el bombardeo de spots para disminuir al Partido Revolucionario Institucional y a su candidato, cualquiera que fuese el resultado del proceso interno de esta opción, sin dejar de mencionar la ofensiva institucional para levantar el fuero constitucional al entonces jefe de Gobierno del DF y seguro candidato del Partido de la Revolución Democrática a la Presidencia de la República.

Frente a esta realidad, el IFE optó por exhortar a la "tregua" electoral de fines del año pasado para que los candidatos presidenciales no adelantaran vísperas, y adoptar un acuerdo sobre reglas de neutralidad para los ejecutivos de elección popular aplicable para los cuatro meses anteriores a la jornada electoral, que se acentúa en sus últimos 40 días.

En el frente de las campañas y las acciones de los candidatos, hemos ido del escenario competido a la vanguardia de Andrés Manuel López Obrador y hoy a que el nuevo puntero sea Felipe Calderón Hinojosa, apreciándose como preponderante en el recorrido la campaña negativa del PAN contra el candidato presidencial de la coalición PRD-Convergencia-PT. En todas las encuestas se refleja la caída de López Obrador, apreciándose que el estribillo de "es un peligro para México" pudo más que pedirle al Ejecutivo federal, con lenguaje coloquial ofensivo, que guardara silencio y no hiciera campaña a favor de Calderón. Este conjunto de hechos revelan un ambiente de nerviosismo, tensión y, sobre todo, falta de madurez y conducción política.

En el 2000, al fallar la impugnación por la elección de gobernador de Tabasco, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) anuló los comicios con base en la causal abstracta de nulidad, por considerar que no se produjeron las condiciones de respeto a los principios rectores de la función estatal electoral, particularmente la equidad para competir en diversas modalidades. ¿Podría darse en la elección presidencial? Nadie lo desea, pero hay conductas que apuntan a que esa ausencia de equidad la ha propiciado el Ejecutivo de la Unión. El escenario sería grave, principiando por la elección del presidente interino para la realización de nuevos comicios.

El panorama actual de disputa que corroe la convivencia política debe cesar. Los comicios ponen a prueba la madurez institucional, si bien los encargados de acreditarla no logran, en un caso, convencer y, en otro, frenar su abierto partidarismo.

Diputado federal (PRI)