Si bien la delincuencia organizada se provee de equipo y armamento cada vez más sofisticados, su capacidad de improvisación está dando lugar, por ejemplo, a insólitos vehículos blindados que utiliza para proteger cargamentos de droga.
Con
materiales burdos, como placas de acero y rieles de ferrocarril, la “ingeniería
narca” ha creado verdaderos monstruos, imbatibles con armamento convencional.
De su lugar de origen en Tamaulipas, su uso parece extenderse a otras
entidades, como Zacatecas y Sinaloa.
Los
monstruos, vehículos blindados de manera artesanal por el Cártel del Golfo, se
ensamblaban en un taller clandestino de Camargo, municipio de la “frontera
chica” tamaulipeca.
En junio
de 2011, efectivos de la VIII Zona Militar con sede en Reynosa catearon una
bodega-taller, donde encontraron dos monstruos terminados y otros 23 en proceso
de armado.
Estas
unidades son resultado de la “paramilitarización de la delincuencia organizada
impulsada por Los Zetas”, dice a Proceso Guadalupe Contreras-Correa,
investigadora de la Universidad de Texas, en Brownsville, y explica: “El grupo
de Los Zetas se formó a partir de elementos que pertenecieron a grupos de élite
del Ejército Mexicano y fueron entrenados por asesores extranjeros en manejo de
armamento altamente especializado y labores de contrainsurgencia”.
Añade
que un efecto de la paramilitarización introducida por Los Zetas implicó la
profesionalización de las prácticas para eliminar al adversario: el uso de
tácticas de ataque no convencionales, como la utilización de autosbomba y
granadas de fragmentación, secuestros masivos y bloqueos de la vía pública o
“narcobloqueos”.
Además,
prosigue, introdujeron armamento pesado y vehículos blindados, como los
fabricados por el mismo grupo y por el Cártel del Golfo.
En el
taller clandestino de Camargo se modificaban todo tipo de vehículos para
convertirlos en monstruos: tráileres, camiones de carga y de volteo,
plataformas e incluso tractores.
Un
oficial de la Octava Zona Militar explica que a esos vehículos se les
modificaba la suspensión para que soportara hasta 30 toneladas de peso.
Posteriormente, indica, se recubría el motor, la cabina y la parte trasera con
placas de acero de al menos una pulgada de grosor. Las defensas originales eran
sustituidas por trozos de rieles de ferrocarril.
El
militar subraya que el blindaje de las unidades puede resistir ataques con
rifles de asalto AK47 y AR15, así como con balas calibre .50 y granadas de 40
milímetros.
Se
diseñaron varios “modelos”; desde uno parecido al Papamóvil, un vehículo ligero
cuya cabina blindada albergaba a un par de tiradores, hasta camiones de carga con
capacidad para transportar a 20 francotiradores. Las paredes internas de estos
vehículos eran recubiertas con poliuretano para amortiguar el ruido producido
por los disparos de los fusiles de asalto.
El nuevo
equipo
Durante
2010 era frecuente ver a los monstruos circulando por las tradicionales rutas
del narcotráfico que se bifurcan a partir del municipio de San Fernando. Esta
localidad se ubica en el Golfo de México, a 120 kilómetros al sur de la
frontera con Estados Unidos.
“Los
monstruos son utilizados únicamente para vigilar y proteger de grupos rivales
el trasiego de drogas que se realiza en las brechas de Tamaulipas y Nuevo León,
las cuales conducen hacia la frontera tamaulipeca”, destaca el militar, y
subraya que hasta ahora los narcos no han utilizado esos vehículos para
combatir al Ejército o a las fuerzas federales.
La
existencia de los monstruos data de los primeros meses de 2010, tras la
fractura entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, otrora brazo armado de aquella
organización.
“La
ruptura se venía fraguando desde tiempo atrás, ya que Los Zetas crecían
rápidamente. Como tenían bajo su control importantes plazas, consideraron que
era hora de independizarse”, afirma la investigadora Guadalupe Contreras-Correa.
La
escisión ocurrió luego de que, en febrero de 2010, El Concord 3, capo de Los
Zetas en Reynosa, ejecutó al Metro 3, su contraparte del Cártel del Golfo.
En marzo
de ese mismo año, los antiguos aliados iniciaron en Tamaulipas una sangrienta
disputa por el control de plazas y territorios, sobre todo de la región que
llega hasta la “frontera chica”, San Fernando, Tampico y el norte de Veracruz.
Como
ambos bandos conocían sus lugares y métodos de operación, la disputa alcanzó
proporciones de una guerra civil. “Pequeños ejércitos” se enfrentaron en
cruentas batallas en Ciudad Mier, Camargo, Guerrero, Miguel Alemán y San
Fernando, por mencionar sólo las poblaciones más importantes.
En esta
narcoguerra un aspecto importante consistió en proteger los cargamentos de
droga y su trasiego. Debido a esta necesidad surgieron los monstruos, vehículos
que ya comienzan a verse en otras regiones del país dominadas por la
delincuencia organizada, como los estados de Zacatecas y Sinaloa.
La única
manera de destruir a los monstruos es atacándolos con granadas antitanque
calibre 20 milímetros, agrega la fuente militar.
En los
últimos tres años la VIII Zona Militar ha decomisado a los narcotraficantes de
Tamaulipas más de 120 vehículos blindados; entre éstos figuran seis que son
unos “verdaderos monstruos”, ya que pesan más de 30 toneladas y pueden albergar
a más de 20 pistoleros.