Desempleados y en la miseria
Los jugadores también tienen más dificultades para hacer valer sus derechos laborales. Uno de estos derechos es el seguro de desempleo, algo muy necesario para este tipo de actividad: aproximadamente el 80% de los futbolistas brasileños no juegan durante al menos seis meses al año, cuando no hay campeonatos estatales.
El dato es de Bom Senso Futebol Clube (Sentido Común Fútbol Club), una entidad conformada por jugadores que intenta dar más transparencia al deporte y mejorar sus propias condiciones de trabajo.
"Con ese calendario, muchos jugadores firman contratos por cortos periodos de tiempo. Cuando terminan, se quedan en la calle y sin seguro de desempleo", explica el ex portero Rinaldo Martorelli, hoy abogado y presidente de la Federación Nacional de Atletas Profesionales del Fútbol (Fenapaf), afiliada a FIFPro, el sindicato mundial de futbolistas.
El seguro sólo es válido para jugadores que sean despedidos sin causa justificada, no a para quienes terminan su periodo de trabajo, indica Martorelli, uno de los inusuales casos en los que un futbolista logró transitar de las canchas a una carrera más duradera.
Cómo hacer esta transición es, por cierto, uno de las muchos aspectos que quedan en segundo plano en la formación y durante la corta carrera de estos "otros" futbolistas brasileños.
Capacitación limitada
En Brasil - y específicamente en São Paulo - muchos clubes tienen acuerdos con las escuelas. Como parte de estos convenios, el jugador sólo puede pisar la cancha si tiene aprobadas todas las asignaturas.
"El problema es que con la rutina de entrenamiento necesaria para profesionalizarse, los atletas difícilmente pueden prestar atención en clase. Para no desviarlos de un futuro teóricamente prometedor, los maestros terminan aprobando a los alumnos aunque no sepan interpretar un texto o hacer una operación matemática simple", critica Martorelli.
Tan perjudicial como terminar la escuela sin haber aprendido, es quedarse además sin otras oportunidades disponibles para los jóvenes de bajos ingresos. "Hay programas gubernamentales que proporcionan acceso a cursos de formación y becas parciales o totales en las universidades, pero no sabemos si los atletas los conocen", dice Claudia Baddini.
"Las academias y los clubes forjan al deportista en sí, no a una persona completa. Es importante insistir más en el tema de la educación", dice el periodista Luis Fernando Restrepo.
Estas y otras cuestiones sociales se han vuelto más visibles desde el momento en que una de las sociedades más desiguales del planeta fue seleccionada para organizar el Mundial. Especialmente, las necesidades de quienes decidieron adoptar el deporte para ganarse la vida. El desafío para Brasil es no olvidarse de estas tareas pendientes una vez que termine el torneo.