El señor Blumberg ha sublimado el dolor por la pérdida de su único hijo en un secuestro extorsivo y se ha convertido en un emergente de la sociedad civil y en su máximo referente en la lucha contra la inseguridad.

Los organizadores calcularon una concurrencia de 180 000 personas, el gobierno y sus acólitos intentaron minimizar la misma dando una cifra ridícula. Lo cierto es que en la plaza y su calles adyacentes era imposible dar un paso.

Más allá de la cifra, muy importante por cierto, no menos significativa es la espontaneidad de la misma. acá no hubo las columnas de ómnibus alquilados ni "manifestantes" pagos por los aparatos proselitistas del populismo. 

Al contrario, confluían en la plaza de Mayo verdaderos torrentes de individuos motivados solo por el llamado de su conciencia individual y su deber cívico.

La Plaza y sus alrededores se convirtió en un Agora donde se exponían sus más caros anhelos. Personas de todas las edades y orígenes sociales, desde los que podían acceder a pie hasta ancianos que viajaron más de treinta kilómetros para llegar 

Además del Ing. Blumberg hablaron al público un pastor, un sacerdote y un rabino; este último realizó una encendida defensa de los valores republicanos, hoy día en peligro y recalcó el origen divino de los derechos humanos; el pastor evangelista por su parte, invitó a la ciudadanía a volver sobre el preámbulo de la Constitución Nacional argentina donde se invoca a Dios como máxima fuente de inspiración y sabiduría. Todos coincidieron en resaltar los valores republicanos y la importancia de su defensa a través del accionar de la sociedad civil.

Los organizadores de la contramarcha oficialista a la misma hora y a muy pocas cuadras de distancia, llegaron a sugerir que no respondían por lo que pudiera suceder cuando sus partidarios se desmovilizaran. Uno de los organizadores de la contramarcha: el piquetero oficialista y funcionario público Luis D'Elía, asiduo visitante de la Venezuela chavista y admirador de los Círculos Bolivarianos cerró su discurso con una frase amenazante, dijo que: en el futuro la política en la Argentina "no solo se dirimiría por los votos sino también por la presencia en las calles" (sic), a buen entendedor, pocas palabras...

A pesar de todas estas intimidaciones, un mar de velas iluminaba los cientos de fotos de víctimas de la inseguridad que llenaban la Plaza.

Se solicitó a los asistentes no llevar carteles ni banderas políticas,lo cual redundó en la unanimidad del reclamo

Los delitos contra las personas y la propiedad en Argentina han crecido exponencialmente desde principios de los años noventa. La inseguridad ciudadana ha llegado a convertirse en uno de los problemas candentes que afectan a la sociedad Argentina, en el país la tasa de delito se ha duplicado, pese a que, según fuentes especializadas solo se denuncian alrededor del treinta por ciento de los robos y hurtos. La Argentina se ha convertido en una sociedad enrejada, donde hay que tener la llave de casa en mano una cuadra antes de llegar a la misma o donde salir o entrar en auto del garaje de una vivienda se ha convertido en una operación logística donde participa toda la familia.

Las causas más importantes son el aumento alarmante del tráfico y consumo de drogas, la corrupción en la justicia y policía y sobre todo la doctrina Abolicionista de inspiración marxista que ha copado vastos sectores del aparato judicial.

Esta filosofía jurídica pretende atribuirle las causas del delito a la pobreza y las desigualdades sociales, por consiguiente pone al delincuente en el lugar de la víctima y le confiere a la sociedad el papel de victimario. No menos importantes han sido las purgas policiales, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires(la más rica, extensa y poblada del país), donde han caído justos y pecadores.

La policía mal paga, peor armada y para colmo de males, vilipendiada por los ideólogos izquierdista ha pagado un alto precio por esta política errática. Han muerto en enfrentamientos con la delincuencia común alrededor de trescientos treinta policías en estos últimos años, un verdadero record mundial digno de competir en los anales del Guinness.

Esta es la situación. Veremos cual será la respuesta oficial a la indignación ciudadana.

Por lo pronto esta manifestación ha sido una muestra inequívoca de vitalidad cívica y una evidencia palmaria de la solidez de las bases morales que nutren lo más profundo de la sociedad argentina.