En el 2005, las remesas de los migrantes peruanos alcanzaron la cifra de US$ 1,440 millones, lo que duplica los US$ 700 millones remesados en el 2000. Para el 2006, si duplicamos los ingresos del I Semestre de este año, estas remesas ascenderían a U$ 1,664 millones (más o menos el 2% del PBI), lo que representa un aumento del 15% con respecto al 2005.
El crecimiento de las remesas de los migrantes está relacionado con el número creciente de peruanos que se van al exterior cada año: en el 2004, el flujo neto de entradas menos salidas, según el INEI, fue de 282,000 peruanos que salieron para no volver. En el 2006, la cifra aumentaría a 344,000 peruanos, un incremento del 22%. Además, este aumento de las remesas tiene que ver con la situación económica de los países adonde se instalan nuestros compatriotas y, también, con los sueldos que perciben.
Haciendo un balance, se aprecia que el monto de las remesas, si bien crece, no lo hace ya al mismo ritmo que a principios de la década.
No sucede lo mismo, para nada, con las utilidades remesadas al exterior por las empresas extranjeras (ver gráfico), pues han pasado de US$ 479 millones en el 2002 a US$ 4,400 millones en el 2005 En el 2006, las utilidades remesadas en el I Semestre (BCR, Nota Semanal # 32, 25/8/2006), proyectadas anualmente, llegarían a US$ 5,964 millones, más de 12 veces la cifra del 2002.
Expresada en % del PBI, estas remesas equivalen a casi el 7% del PBI, las mayores de las últimas décadas. Esta cifra es fiel reflejo de la bonanza macroeconómica e incluye las utilidades y dividendos remesados al exterior más las ganancias no distribuidas, parte de las cuales podrían haberse destinado a la reinversión en el país. La desagregación de esta cifra no la publica el BCR, algo en lo que debiera imitar al Banco Central de Chile, que sí lo hace.
Una salida de dólares de 7% del PBI hubiera provocado un fuerte “pánico financiero” en otras épocas. Recordemos que, en agosto – setiembre de 1998, la crisis rusa motivó una salida de capitales de corto plazo del 8% del PBI, lo que desató la ruptura de la cadena de pagos y desencadenó la recesión que duró hasta el 2001.
Esto no ha sucedido porque las remesas de utilidades fueron contrarrestadas por el superávit de la balanza comercial, que alcanzó el 7,5% del PBI en el I Semestre, a lo cual hay que agregarle el 2% de las remesas de los migrantes. Por eso, en el I Semestre de este año, hubo un superávit de algo más de 1% del PBI en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos. En otras palabras, la enorme salida de utilidades remesadas al exterior no nos ha afectado porque, como se ha dicho, estamos viviendo una de las mejores épocas de bonanza macroeconómica. Pero, cuidado, nada dura para siempre.
Para terminar, hacen falta estudios del impacto de las remesas de los migrantes y de las utilidades al exterior. Los esfuerzos académicos se han destinado sobretodo a las primeras (ente otros, ver “Remesas Internacionales y Bienestar: una Aproximación para el Caso Peruano”, de Oswaldo Molina y James Loveday, en www.consorcio.org) pero no hay absolutamente nada sobre las segundas. Lo que no debe ser.
fuente: Cristal de Mira, Perú