Roma - El líder de la Liga, derrotado este verano y privado de parte de su aparato propagandístico, inflamará la calle para presionar al Gobierno en un momento delicado para Italia.
Matteo Salvini se plantó hace una semana en el plató de
Porta a Porta, el mítico programa de Rai 1 que presenta el periodista Bruno
Vespa desde hace 23 años. Era la primera gran entrevista después de la crisis
de gobierno en Italia. Tenía todos los ingredientes para arrasar. Pero el
veterano conductor, líder en esa franja, vio como el share se desplomaba seis
puntos respecto al mismo formato un año atrás. Salvini, héroe de las audiencias
y rey absoluto de la platea mediática, pierde algo de magnetismo. La caída en
cuota de pantalla es casi idéntica a la de la estimación de voto que le dan los
sondeos tras su salida de las instituciones. Es la primera consecuencia de una
espantada que obliga a repensar toda la estrategia para afrontar un largo
invierno fuera del Gobierno y a trasladar la tensión a la calle en un momento
delicado para Italia. Y eso es, especialmente con el viento a favor, lo que
mejor hace.
El lunes 9 de agosto, cuando en el interior de la Cámara
de Diputados tenía lugar el debate de investidura del nuevo Ejecutivo, la Liga,
Hermanos de Italia y dos partidos abiertamente fascistas convocaron una gran
manifestación que bloqueó los accesos al palacio de Montecitorio. “Sois mayoría
ahí dentro, aquí fuera no”, gritó el ministro del Interior después de saltar
una valla metálica y ser aclamado con el himno nacional de fondo y algunos
brazos en alto con el saludo romano de los militantes de CasaPound. Un resumen
del mensaje que intentará trasladar durante los próximos meses y que buscará
reforzar con un buen resultado en las próximas elecciones regionales que se
celebrarán en Umbría, Campania y Emilia-Romaña.
La calle, piensa un Salvini cada vez más aislado en su
partido, la Liga, sigue siendo suya. Y los tres comicios que se avecinan, donde
el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD) podrían
presentarse unidos en una extravagante alianza, serán cruciales para determinar
la fuerza real del exministro del Interior.
Salvini es un producto de la calle. Un líder sin padres
políticos, deudas ni complejos con las corrientes internas. En la Liga solo
manda él. Curtido como concejal en la oposición en el Ayuntamiento de Milán y
animador de las juventudes de la vieja Liga Norte a través de Radio Padania,
sabe moverse en la trinchera. Cuando cogió las riendas del partido, todavía
bajo el nombre y la visión regionalista de la Liga Norte, la formación contaba
con un 4% de apoyo y muchas posibilidades de desaparecer.
Hoy, pese al gran batacazo, sigue manteniendo alrededor
de un 30% de intención de voto y el contexto será favorable, opina el
politólogo y experto en sondeos Roberto D’Alimonte. “Hay una recesión en
camino. La producción del sector automovilístico ha caído un 19% respecto al
año anterior y los indicadores, en general, no son buenos. Su discurso seguirá
siendo agresivo sobre la seguridad, la inmigración y la bajada de impuestos. Y
digamos que tendrá el viento a favor. En un periodo de recesión, mejor estar en
la oposición”, apunta. La duda ahora es si cuenta con el estado anímico
necesario y el apoyo de su partido, con cuya clase dirigente no contó para
tomar la arriesgada decisión de dinamitar el Gobierno y que ahora empieza a
cuestionar su estrategia.
Presupuestos
El martes pasado, después del espectáculo callejero
frente a la Cámara de Diputados, le tocó a Salvini intervenir en el Senado
rodeado de los suyos. Por primera vez en 15 meses, tuvo que hacerlo desde la
bancada de la oposición. El discurso fue algo flácido, sin ideas nuevas. El
líder de la Liga, habitualmente agresivo, le dejó la pelota botando al primer
ministro, Giuseppe Conte, para que le llamase “arrogante” delante de toda
Italia por haber pedido “plenos poderes” en verano y haber terminado en la cuneta
tras un resbalón histórico. Salvini citó a Aristóteles sin ningún
convencimiento para terminar luego invocando la falta de dignidad de sus
adversarios. Y volvió a amenazarles: si tocan sus leyes, no les dejarán salir
del Parlamento. Las movilizaciones ya están en marcha.
El próximo 19 de octubre, en plena negociación con
Bruselas para la nueva ley de Presupuestos, Salvini ha convocado una
manifestación en el centro de Roma contra el Gobierno de M5S y el PD. La calle,
la mayoría de votantes, sigue estando con él, dicen las encuestas (todavía
mantiene alrededor de siete puntos de ventaja sobre el PD).
El exministro de Interior, sin embargo, tiene abiertos
varios procesos y ni siquiera las fuerzas del orden, de quienes se rodeó
durante meses, le apoyan ahora mismo. El jefe de la policía, Franco Gabrielli,
callado hasta ahora, criticó que hubiese vestido habitualmente con indumentaria
de la policía para fines propagandísticos. “Pero señores, un ministro del
Interior que es la única autoridad de seguridad pública, jefe político de la
policía, ¿necesita ponerse una camiseta para reafirmar su función? El riesgo es
pensar que los ciudadanos son una banda de idiotas que necesitan eso”. Hasta
ahora había funcionado.
Pontida marca la hoja de ruta de la tensión
En un descampado junto a la carretera nacional 342 a la
altura de Bérgamo se erige el viejo templo de la Liga Norte. El lugar, un
aparcamiento con cuatro piedras y dos matorrales durante el resto del año,
pertenece a Pontida, un pequeño pueblo de 3.230 habitantes en el Bergamasco.
Aquí es donde supuestamente se celebró el 7 de abril de 1167 el juramento de la
Liga Lombarda, después de que un ejército derrotara al invasor Federico I
Barbarroja. No hay pruebas de ello. Pero en 1990 el partido proclamó oficialmente
este solar como su “prado sagrado”. Y aquí, el año pasado, juró Salvini ante
70.000 personas volver habiendo conquistado Europa.
El domingo, sin embargo, volvió derrotado y aquella idea
que sirvió para lanzar su proyecto de una internacional soberanista en las
pasadas elecciones europeas es hoy una caricatura del poder real que atesoran
estos partidos.
Esta edición fue un éxito de convocatoria, el mayor de la
historia. Sin embargo, desalojado del Gobierno en Europa, solo pudo subrayar la
idea de trasladar la tensión a la calle. Tanta, que incluso fue agredido un
cámara del periódico La Repubblica y el periodista Gad Lerner, a quien
insultaron y dijeron que no era “italiano, sino judío”. Salvini evitó este
lunes disculparse y, en un hecho sin precedentes, llegó a justificar las
agresiones.