El alcalde de Nueva York pide al futuro aspirante demócrata que se dirija al corazón de la clase obrera para ganar a Trump.
El alcalde neoyorquino Bill de Blasio ha anunciado este
viernes que abandona la campaña para conseguir la nominación demócrata a las
presidenciales de 2020. “Ha sido una experiencia extraordinaria”, ha afirmado,
tras señalar que durante estos cuatro meses logró presentar al debate nuevas
ideas. “He contribuido todo lo que he podido a estas elecciones primarias”,
asegura. El progresista, sin embargo, no logró recabar el apoyo que necesitaba
para despuntar en una carrera muy concurrida y ya había queda excluido del
último debate.
“Está claro que no es mi momento”, ha admitido al
anunciar la retirada durante un programa de tertulia matinal de la cadena
todonoticias MSNBC. Ahora se centrará exclusivamente en la gestión de la ciudad
de Nueva York, aunque señala al mismo tiempo que seguirá tratando de dar voz a
la clase obrera estadounidense. En este sentido, dio a entender que a partir de
ahora dará respaldo a los candidatos demócratas que pongan más énfasis en esta
cuestión.
Bill de Blasio asegura que durante los viajes que hizo
por EE UU desde que lanzó la campaña la pasada primavera percibió que hay
muchos miembros de los sindicatos “que sienten que el partido demócrata no les
respalda”. En este sentido señala que algo similar es lo que pasó en las
presidenciales de 2016, en las que se impuso el también neoyorquino Donald
Trump, del que se muestra como su principal antítesis.
El alcalde ha insistido por este motivo en que los
demócratas deben ser más claros y rotundos con la clase obrera, para que no se
quede en casa y se movilice para votar en 2020. “Tenemos la opción de hacerlo
bien”, ha concluido, “cualquiera que sea el nominado, debe hablarles al
corazón”. “Si no lo hacemos”, ha advertido, “estás elecciones irán en el
sentido opuesto”.
Bill de Blasio tenía en las últimas encuestas un índice
de popularidad similar al de Donald Trump y el más bajo entre los demócratas,
hasta el punto de que no llegaba al 1%. El presidente republicano no tardó en
celebrar, con ironía, el repliegue. “Oh no, gran noticia política”, exclama,
“quizás la historia más grande en años”. En el mensaje se mofa de que el
“sólido cero” que tenía en las encuestas “le daba un tremendo margen para
crecer”. “La ciudad de Nueva York está devastada, vuelve a casa”.
El alcalde neoyorquino se sumó a la carrera presidencial
en mayo, cuando los candidatos a la primarias del partido superaban ya a la
veintena. La campaña arrancó, en todo caso, tocada porque sus aspiraciones
presidenciales eran rechazadas de lleno por los propios neoyorquinos, que
suspenden además su gestión como alcalde y le pedían que no se distrajera de
sus responsabilidades al frente de la ciudad.
Trató, sin embargo, de ganar popularidad entre la minoría
latina y negra. Ofreció al mismo tiempo los logros que la ciudad de Nueva York
estaba consiguiendo al reducir el crimen o con políticas progresistas en el
ámbito de la salud, la salud o la lucha contra el cambio climático. Aún así,
fracasó al captar el respaldo de los votantes ante figuras más sólidas como Joe
Biden, Bernie Sanders y Elizabeth Warren.