Altos del Golán - La aviación israelí destruye decenas de objetivos militares iraníes en Siria.
Irán no es rival militar para Israel, pero aun así es su
principal enemigo y ahora, como sucedió hace dos días, es capaz de lanzar
cuatro misiles a 40 kilómetros de distancia del territorio bajo control israelí
en los altos del Golán. Fue el sexto desde febrero del 2018 y el que recibió
una respuesta más fuerte por parte de ejército israelí. Ayer, antes de la
salida del sol, la aviación judía alcanzó varias decenas de objetivos
militares, la mayoría iraníes, en Damasco y sus alrededores.
Horas después, con el sol rozando el mediodía, la vida
seguía inalterada en esta disputada esquina de Oriente Medio. Los turistas
israelíes subían al monte Bental, a 1.165 metros de altura y 65 kilómetros de
Damasco; los viticultores preparaban las viñas para el invierno, y los soldados
nepalíes de la ONU, situados en lo más alto del monte Hermón, levantaban acta
de otra jornada rutinaria.
Israel destruye el comando central de los Guardianes de
la Revolución en el aeropuerto de Damasco
El pulso bélico entre Israel e Irán en Siria va para
largo, un conflicto de momento localizado y de baja intensidad que, como
cualquier otro en esta región, tiene el potencial de incendiarlo todo.
Los cazas israelíes, según nos explicó un portavoz
militar, destruyeron el comando central de Al Quds, fuerza militar iraní de los
Guardianes de la Revolución, situada en el edificio de Cristal del aeropuerto
de Damasco. Desde allí aseguró que “Irán dirigía el tráfico de armas a sus
aliados en Siria y a Hizbulah en Líbano”.
La incursión aérea causó 21 muertos, según el
Observatorio Sirio de los Derechos Humanos. El Gobierno sirio confirmó dos
muertos y dijo que sus defensas habían repelido gran parte del ataque. En todo
caso, los cazas israelíes destruyen bases de misiles, almacenes de armas y
puestos de control, tanto de Al Quds como de milicias chiíes aliadas de Irán y
del ejército sirio.
Israel calcula que Irán ha gastado unos 20.000 millones
de dólares construyendo bases de operaciones en Siria y armando a las milicias
chiíes. Desde estas bases, los 1.700 kilómetros de distancia entre Teherán y
Tel Aviv quedan reducidos a unos 200. Es la cercanía de esta amenaza, explica
el portavoz militar, la que justifica los aproximadamente 300 ataques israelíes
efectuados en Siria durante los últimos tres años.
Segundos antes de este último, el ejército israelí avisó
al sirio de sus intenciones. Si las defensas antiaéreas no abrían fuego, no
serían atacadas. No fue el caso, y quedaron destruidas. Con más margen de
tiempo, también anticipó sus planes al mando ruso en Siria. Entre los dos
ejércitos funciona un protocolo para minimizar las fricciones. El protocolo
funcionó, pero, aun así, el Kremlin denunció la ofensiva. Dijo que era una
violación del derecho internacional.
Las leyes, incluso las más universales, como saben bien
los bandos armados que pugnan por un punto de hegemonía en este conflicto, son
papel mojado. Israel hará todo lo que esté en su mano para eliminar la amenaza
iraní, mientras que Irán hará todo lo posible para aumentarla.
El régimen sirio de Bashar el Asad le debe la vida a Irán
tanto como a Rusia, y no está en condiciones de imponer nada. Rusia cree que ha
llegado el momento de la reconstrucción –y de su amplio dominio en Siria– y
puede presionar a Irán para que no ponga en peligro la precaria estabilidad que
va abriéndose camino después de ocho años de guerra y más de medio millón de
muertos.
La república islámica, sin embargo, agoniza bajo el peso
de las sanciones económicas y su incapacidad para satisfacer las necesidades
básicas de la población. Mantener sus posiciones en Líbano, Siria, Irak, Gaza y
Yemen, hostigar a los petroleros en el Golfo y reanudar su programa nuclear son
las bazas que le quedan, y las que auguran un conflicto largo y complejo.
A Israel seguirá atosigándolo con drones y misiles que el
sistema defensivo de la Cúpula de Hierro seguirá destruyendo con una
efectividad que roza la perfección. Aquí, en el norte de Israel, dispone de 30
segundos para interceptar los cohetes, el doble que en Gaza.