Según un estudio del prestigioso «think tank» Henry Jackson Society, la mitad de los rusos residentes en Reino Unido son espías. «Londres es para un multimillonario como las selvas de Sumatra para un orangután».
Dimitri Obretetsky, un empresario millonario ruso de 49
años, murió tras ser atropellado el pasado noviembre en Surrey, Londres,
mientras paseaba a su perro. Suena como un fatal accidente, pero podría no
serlo. En el atropello se vieron involucrados tres coches y un amigo denunció
que la muerte no fue accidental. Obretetsky era, según medios británicos, un
multimillonario que hizo su fortuna en Volgogrado después de la caída de la
Unión Soviética. Después se mudó a Surrey con su esposa y tres hijas y fundó
varias empresas. Mantenía relaciones con otros rusos residentes en la capital
británica, bautizada como «Londongrado», ya que se calcula que en ella viven
alrededor de 150.000 ciudadanos de ese país.
Muchos son oligarcas que viven en grandes mansiones en
las zonas más ricas y que llevan una vida ostentosa, aunque su dinero sea en
algunos casos de dudosa procedencia. Una frase del 2014 del ahora primer
ministro Boris Johnson lo resume a la perfección: «Londres es para un
multimillonario como las selvas de Sumatra para un orangután». De hecho, el
mercado inmobiliario ha estado durante años tan copado por los soviéticos que
«The Washington Post» acuñó el término «Moscú en el Támesis» para La City y el
morbo que despiertan es tal, que la cadena Fox UK creó en el 2013 un reality
titulado «Meet the Russians», en el que mostraba las excentricidades de los
rusos residentes en Reino Unido.
Pero no solo su vida de lujo y derroche llama la
atención. La muerte de Obretetsky no es la primera, y probablemente tampoco la
última en la nación. Desde el sonado envenenamiento de Alexander Litvinenko en
el 2006, ha habido otros casos, como el de Badri Partarkatsishvilly, nacido en
Georgia, que murió de un ataque al corazón en el 2008; el de Alexander
Perephilichy, que falleció mientras corría en el 2012 y supuestamente
envenenado. Boris Berezovsky apareció ahorcado en su casa en el 2013 y Nikolai
Glushkov fue estrangulado en su vivienda el año pasado.
Tensión entre Gobiernos
La periodista de investigación Heidi Blake denuncia en su
libro «From Russia with Blood: Putin Ruthless Killing Campaign And Secret War
On The West» («Desde Rusia con sangre: campaña de asesinatos despiadados de
Putin y guerra secreta en Occidente») que «el deseo de venganza de Putin, o las
fuerzas vinculadas a él, ha llevado a la muerte a más de una docena de personas
en el Reino Unido» y explica cómo oligarcas rusos, disidentes y gángsters que
huyeron a Gran Bretaña después de que Vladimir Putin llegara al poder creyendo
que era un lugar seguro han fallecido en circunstancias extrañas.
El Kremlin ha negado los vínculos con las «muertes
sospechosas» pero las autoridades británicas han hecho acusaciones que incluso
han tensado las relaciones entre ambos países. Tras el envenenamiento de un
espía doble ruso y su hija el año pasado en Salisbury con el agente nervioso
Novichok, la entonces primera ministra Theresa May declaró ante el Parlamento
que los dos sospechosos del ataque eran «oficiales del servicio de inteligencia
militar ruso, también conocido como GRU. Fue un acto aprobado a un alto nivel
en el Estado ruso» y un portavoz agregó a la BBC que el Gobierno tenía claro «que
estos hombres, agentes de los servicios de Inteligencia, usaron un arma química
extremadamente tóxica e ilegal en las calles de nuestro país». Veintitrés
diplomáticos fueron expulsados y durante once meses la relación entre Londres y
Moscú fue prácticamente nula.
Henry Jackson Society
Según un informe hecho público el año pasado, al menos la
mitad de los rusos residentes en Reino Unido son espías. El estudio, realizado
por un grupo de expertos del prestigioso «think tank» Henry Jackson Society y
respaldado por un exjefe del MI6, estima que hasta la mitad de los diplomáticos
de la Embajada rusa participan activamente en el trabajo de inteligencia de su
Gobierno.
Según el director de la investigación, Andrew Foxall,
este informe, que afirma que los servicios de inteligencia y seguridad de Rusia
son 52 veces más grandes que sus equivalentes británicos, «arroja luz sobre las
actividades de las agencias de inteligencia de Rusia en Gran Bretaña. La
amenaza que plantean se remonta a una época más oscura» e instó al Gobierno a
aumentar sus esfuerzos para hacer frente a la «amenaza rusa». La posición del
nuevo primer ministro aún está por verse.