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20/04/2020 | El laboratorio de las conspiraciones de Wuhan

Joaquín Luna

Los científicos coinciden en que el virus no fue diseñado en Wuhan pero el secretismo chino no ayuda a despejar dudas

 

Es una historia con todos los mimbres necesarios para una buena teoría de la conspiración. Dos superpotencias enfrentadas, Estados Unidos versus China. Un misterioso coronavirus, el SARS-CoV-2, que siembra de caos y muerte el mundo entero. Un laboratorio de alta seguridad especializado en virus mortales en Wuhan, la zona cero de la pandemia. Y fuentes anónimas que avalan la narrativa de que el patógeno se escapó y las autoridades chinas trataron de encubrirlo.

La historia no es nueva –ya se comenzó a especular con ella al inicio de la aparición del brote vírico– pero está ganando recorrido en los últimos días, espoleada por las informaciones de medios como Fox News o The Washington Post . Aunque no presentan pruebas ni evidencias tangibles que sostengan sus acusaciones, figuras como el presidente Donald Trump o su secretario de Estado, Mike Pompeo, ya han recogido el guante. “Están sucediendo muchas cosas extrañas pero hay mucha investigación en curso. Y vamos a averiguarlo”, dijo ayer el mandatario.

En el meollo de la polémica se sitúa el Instituto de Virología de Wuhan, sito a tan sólo unos kilómetros del mercado señalado hasta ahora como probable fuente del virus. El centro cuenta desde el 2015 con el primer laboratorio chino de bioseguridad de nivel 4 –el más alto de todos–, capaz de manejar peligrosos patógenos como el ébola.

Aunque algunos medios se empeñen en tildarlo de “misterioso” o “secreto”, la labor de este instituto es conocida. En el pasado, varias investigaciones aquí desarrolladas sobre virus de murciélagos similares al actual han sido publicados en revistas y sitios especializados, e incluso ha contado con la participación de socios occidentales en algunos de sus proyectos.

De acuerdo con Fox News, el paciente cero de la pandemia podría haber sido un científico infectado por una variedad del virus de un murciélago que estaban estudiando en este laboratorio y que luego pasó a la población de Wuhan. Mientras, según los documentos diplomáticos consultados por The Washington Post , miembros de la embajada estadounidense en Pekín expresaron en el 2018 su preocupación por los estándares de seguridad de los investigadores de este centro a la
hora de manejar virus parecidos al SARS.

Pero esto choca con lo dicho en su día por la viróloga Shi Zehngli, una de las principales expertas chinas en coronavirus y subdirectora del laboratorio, que formó parte del equipo que publicó en enero el primer estudio que establecía una relación entre el SARS-CoV-2 y los murciélagos. En una entrevista con Scientific Ameri can , subrayó que la secuencia del genoma del patógeno no coincidía con ninguno de los coronavirus de murciélago que su centro había recogido y estudiado previamente. “Juro por mi vida que el virus no tiene nada que ver con el laboratorio”, escribió el 2 de febrero en su cuenta de WeChat.

Por ahora, los únicos en lo que la mayoría de científicos está de acuerdo en que el virus no ha sido diseñado en un laboratorio y que su origen se halla en una fuente animal, probablemente un murciélago, aunque todavía no se sabe la ruta que siguió hasta llegar a las personas. “Hay muchas teorías sobre cómo los humanos podrían haber sido infectados, y no creo que ninguna de ellas pueda ser verificada en la actualidad”, reflexionó David Hyemman, especialista de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.

Sobre si el patógeno se originó en el mercado de marisco ya existen más dudas, ya que “no hay evidencias reales” de que así fuera, asegura Filippa Lentzos, investigadora de bioseguridad del King´s Collegue de Londres. Según un estudio publicado en enero en la publicación especializada The Lancet , el primer paciente de la Covid-19 no tenía conexión con el zoco, ni tampoco 13 de los 41 casos confirmados. “Se necesita de una investigación considerable para que cualquiera pueda decir algo con certeza sobre su origen”, señaló a France Presse.

Para muchos, el problema radica en el secretismo y la falta de transparencia con la que China se maneja habitualmente. El viernes, su portavoz de Exteriores, Zhao Lijian, rechazó una vez más las acusaciones contra el laboratorio. “Una persona perceptiva comprenderá de un vistazo que su propósito es crear confusión, desviar la atención pública y eludir su responsabilidad”, dijo Zhao, que en su día también promovió otra teoría de la conspiración que culpaba al ejército de EE.UU. de haber traído el virus a China. Unas palabras que se adivinan insuficientes para disipar las sospechas y restablecer la confianza en la versión del gigante asiático.

La Vanguardia (España)

 



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