Me preguntaba si acaso esta percepción constructivista de la noción de raza, que suena quizás incomprensible en Gandy Jr., podría ser aplicable a nuestra situación sociopolítica actual. Me di cuenta de que no parece estar tan alejada, pues muchas de las ideas relacionadas con el aspecto racial dan paso a penosas situaciones de discriminación en nuestro país, producto de la disputa y negociación en la construcción étnico social.

Por ejemplo, en octubre reciente, de entre todas las opiniones, entrevistas y editoriales que se publicaron en la prensa —quizás por la extensión del día de la raza que esta vez fue como el mes de la raza— surgieron ideas que sostenían que el racismo se reproduce en la educación, debido a que ésta última se ha enfocado históricamente desde una visión occidental y colonizadora que no tiene conexión alguna con los “saberes indígenas”.

Si nos ponemos a reflexionar en las oportunidades que le fueron otorgadas a las lenguas originarias en la educación boliviana, fácilmente nos daríamos cuenta de la mínima participación que éstas tuvieron en la sociedad y siendo que fuera egoísmo, en ese tiempo, el no dar cabida a un tipo de pensamiento “originario” como algo complementario, ahora se piensa sacar a relucir, desde el Gobierno, toda la artillería pesada para retomar las lenguas nativas y lo originario como estructura emblemática para la educación boliviana; algo que veo como revanchismo, pero claro, sería lo más natural y hasta sano después del hilvanado constructo educativo sociohistórico occidentalizado o como dicen colonizador que ha sido y aún continúa siendo manejado en la educación.

También se dijo que el racismo se ha “naturalizado” por aquellos que forjan dos visiones distintas del mundo, una dirigida hacia lo indígena y otra ubicada bajo la influencia de la península ibérica. En cuanto a estas visiones del mundo, quién sabe cuántas versiones existirán, lo cierto es que ahora solamente se están tomando en cuenta las visiones de los que tienen y no tienen poder en el país, al menos eso es lo que se ve.

Éstas y muchas otras ideas suponen un complemento hacia una intolerante clasificación étnica cultural y/o biológica de nuestra sociedad, que por buena o mala suerte está conformada por un pequeño microuniverso de grupos, unos con poder y otros sin poder. Así, lamentablemente, estamos tan lejos de cambiar nuestro panorama social, además, no se debe olvidar que nociones referidas al color ligado con lo étnico, por ejemplo, también se han construido históricamente dentro de nuestra sociedad y que de alguna manera dirigen nuestra vida, o sea como una constante disputa y negociación.

Esto equivale, creo yo, a reflexionar qué es lo que hemos construido socialmente en nuestro país durante estos más de quinientos años desde el llamado descubrimiento del nuevo mundo y qué es lo que deberíamos intentar cambiar en nuestra sociedad, todo con el afán de instaurar verdadera y necesaria tolerancia entre todos nosotros