Un puñado de militares derroca al presidente Ali Bongo, que llevaba 14 años en el poder y acababa de ganar unas elecciones presidenciales de dudosa transparencia.
Y ahora Gabón es el sexto país en África subsahariana en
sufrir un golpe militar. Después de Malí, Burkina Faso, Chad, Sudán y Níger, le
ha tocado a Gabón padecer un golpe de Estado provocado por su Ejército. La toma
del poder por los militares es achacable a razones específicas del país
gobernado desde hace 55 años por la dinastía presidencial de los Bongo, pero
también se enmarca en la cascada golpista que desde 2021 recorre sobre todo el
África francófona.
Apenas se acababa de dar a conocer, la pasada madrugada,
el resultado de unas elecciones presidenciales que había vuelto a ganar Ali
Bongo, de 64 años, con el 64,27% de los sufragios, cuando los militares se
hicieron con el poder. Un puñado de oficiales anunció desde Gabon 24, una
televisión instalada en el mismo palacio presidencial, que las elecciones
"truncadas" quedaban anuladas y todas las instituciones de la
república disueltas. "Hemos decidido defender la paz poniendo fin al
actual régimen", concluyeron. Este régimen empezó en diciembre de 1967 con
la llegada a la jefatura del Estado de Omar Bongo, padre del presidente
derrocado.
...Coup
d’État au #Gabon: première apparition publique du président déchu Ali Bongo,
qui "appelle à l’aide". #GabonCoup pic.twitter.com/5Lm0Cisjvu—
LSI AFRICA (@lsiafrica) August 30, 2023
"El presidente Ali Bongo se encuentra en arresto
domiciliario, rodeado de su familia y de sus médicos", según un comunicado
leído poco después por los militares miembros del Comité para la Transición y
la Restauración de las Instituciones (CTRI), que encabeza el general Brice
Oligui Nguema, jefe de la Guardia Republicana, la élite del ejército. Uno de
sus hijos está detenido en dependencias militares. Como ya sucedió hace un mes
en Níger, cientos de gaboneses se echaron a la calle en Libreville. Gritaron
"¡Fuera Bongo!", o "¡Llegó la liberación!", según un
periodista de la agencia AFP.
La gran diferencia entre el golpe del general nigerino
Abdourahamane Tchiani y el del gabonés Oligui Nguema es que este, por ahora, no
tiene un marcado carácter antifrancés. Sí lo tuvieron los perpetrados años
atrás en Malí y Burkina Faso, donde Francia ya ni cuenta con embajadores.
Tampoco los gaboneses que se manifestaron expresaron su rechazo a la antigua
potencia colonial, tan denostada en la mayoría de los países del Sahel.
Aun así, el golpe palaciego es un revés más para Francia
en un continente en el que fue durante décadas la potencia extranjera con más
peso. "Es un nuevo paso atrás para Francia y su influencia en
África", recalcó esta mañana, en la emisora France-Info, Seidik Abba,
presidente del Centro Internacional de Reflexión sobre el Sahel, un pequeño
think tank. "El contagio es preocupante", prosiguió. "Es
preocupante para la democracia", añadió, aunque Gabón, a diferencia de
Níger, era más bien un régimen autoritario.
...Gabon
🇬🇦: Military officers announce their takeover of power, declared the
election results null, dissolve all state institutions, and close borders.
The
pertinent question we must ask is what went wrong with civilian rule in most
French African countries?#coups#Gabon pic.twitter.com/RsIKAp3Nzr— Enowbachem
Agbor (@EnowAgbor_T) August 30, 2023
El derrocamiento de Ali Bongo es también un contratiempo
para Marruecos, cuyo rey, Mohamed VI, mantenía una estrecha relación con el
presidente gabonés. Este sufrió un accidente cardiovascular y optó por pasar en
2018 buena parte de su convalecencia en Rabat. "El rey es mi hermano,
nuestro hermano, porque se volcó conmigo", recordaba en abril Bongo. Él ha
sido la única personalidad extranjera que se pudo reunir con el monarca alauí
en los últimos 32 meses. El soberano posee además una residencia en Pointe-Denis,
muy cerca de Libreville, donde suele pasar largos periodos de vacaciones. En
Rabat, se especula con que el expresidente se exilie en Marruecos.
El nuevo hombre fuerte de Gabón no parece, sin embargo,
constituir una amenaza para las inversiones marroquíes en el país, estimadas en
al menos unos 600 millones de euros, sobre todo en el sector de la banca, que
pisan los talones a las de Francia (750 millones), centradas en el sector
petrolero. El general Oligui Nguema estudió en la Real Academia Militar de
Meknes y años más tarde regresó a Marruecos como agregado militar en la
embajada de su país.
Aunque Oligui Nguema tampoco haya lanzado proclamas
contra Francia, el golpe que encabeza sí ahondará la reflexión en París sobre
los errores cometidos estos últimos años y cómo enderezar la situación. Este
análisis abarcará a toda la Unión Europea, especialmente a sus miembros más
meridionales, porque la inestabilidad en el Sahel, la persistencia del
yihadismo y la creciente presencia de Rusia, hasta ahora a través de Wagner,
constituyen una amenaza.
En su discurso del pasado lunes ante los embajadores de
Francia reunidos en París, el presidente Emmanuel Macron dedicó buena parte a
África. La política africana de Francia se lleva desde El Elíseo y no desde el
Ministerio de Asuntos Exteriores. Formuló su deseo de desarrollar una relación
“sin paternalismo ni debilidades”. Advirtió, no obstante, que la retahíla de
golpes conllevaba "un riesgo de debilitamiento de Occidente y
especialmente de nuestra Europa".
Si hay que poner fecha al origen del malestar africano
con Francia, quizá sea en 2014, cuando lanzó la operación Barkhane para luchar
contra el yihadismo en varios países de la región, empezando por Malí. Duró
ocho años y aunque cosechó éxitos militares sobre el terreno, "desempeñó
el papel de amplificador del descontento", según Thierry Vircoulon,
investigador del Instituto Francés de Relaciones Internacionales.
"Más que cualquier otro país, Francia está expuesta
en África a causa de su huella militar", señalaba en el semanario Le Point
Frédéric Lejeal, autor del libro El declive franco-africano (Le déclin
franco-africain). "Es la única antigua potencia colonial que vigila el
territorio con un rosario de bases desde Senegal a Yibuti, pasando por Gabón,
Costa de Marfil y Chad", añadió. En Gabón, solo cuenta con 350 soldados de
sus fuerzas especiales. "Desde la independencia, llevó a cabo 70
operaciones o intervenciones militares en el continente", recordaba
Lejeal. "Paga las consecuencias de 70 años de intervencionismo en África,
de injerencias políticas, a veces para instalar o preservar regímenes
autocráticos conformes a sus intereses", concluía.
De ahí que, cuando en la región irrumpen potencias como
Rusia, sin pasado colonial, pero que se ofrecen a luchar contra el yihadismo,
sean bienvenidas, aunque se financien adueñándose de parte de las riquezas
naturales de los países del Sahel. Es lo que Macron describió como "la
alianza barroca de los pseudopanafricanistas y los nuevos imperialistas".
***Ignacio Cembrero: Periodista y escritor con una larga
trayectoria que osciló entre Europa y el mundo islámico. Trabajó durante más de
tres décadas en 'El País' y una corta etapa en 'El Mundo'. A día de hoy
colabora también con La Sexta y escribe en publicaciones de París y de Londres.
Estudió en el Instituto de Estudios Políticos de París y en la Fundación
Nacional de Ciencias Políticas de Francia.
https://www.elconfidencial.com/mundo/2023-08-30/gabon-se-suma-al-castillo-de-naipes-de-golpes-militares-en-africa-pero-este-es-diferente_3726255/