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17/01/2007 | El juicio por el caso de corrupción en VW reaviva el debate sobre la influencia sindical

Marc Basset

El antiguo director de personal, acusado de ablandar a los sindicalistas con pagos ilegales

 

El escándalo de corrupción y sexo que ha azotado la reputación de Volkswagen (VW) en el último año y medio llega hoy a los tribunales. La Audiencia Provincial de Braunschweig, en el estado federado de Baja Sajonia, empezará hoy a juzgar a Peter Hartz, quien hasta su dimisión en verano del 2005 fue jefe de personal - uno de los cinco máximos cargos- del primer fabricante de automóviles de Europa.

Hartz, de 65 años, célebre por haber diseñado la reforma laboral que lleva su nombre, deberá responder de 44 casos de estafa. Esto incluye el pago de 1,9 millones de euros de las cajas de Volkswagen - matriz de la catalana Seat- a quien entonces era el sindicalista más poderoso de la empresa, Klaus Volkert. La fiscalía de Braunschweig también ha inculpado a Hans-Jurgen Uhl, un diputado del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) que ejercía cargos de responsabilidad en el comité de empresa de VW.

La fiscalía de Braunschweig acusa a Hartz de haber comprado la paz social mediante fiestas, viajes de placer y prostitutas. Volkswagen llegó a pagarle un salario a la amante brasileña de Klaus Volkert, quien hasta el 2005 presidió el comité de empresa de VW, órgano ineludible a la hora de adoptar las decisiones como la fabricación de nuevos modelos o las reducciones de personal.

Pero el juicio que hoy comienza - el primero relacionado con el denominado caso Volkswagen- va más allá. Es también, como han coincidido en señalar estos días varios comentaristas, un juicio a un sistema empresarial, el de la cogestión. La cogestión permite a los representantes de los trabajadores ocupar la mitad de las sillas en los consejos de vigilancia de la grandes empresas alemanas. Tienen voz y voto en las principales decisiones.

Fue gracias al sistema de la cogestión que Klaus Volkert, un carismático sindicalista que se movía con agilidad tanto en las altas esferas del poder como entre la base obrera, se convirtió en una pieza central en el engranaje de VW. Durante los quince años que dirigió el comité de empresa, Volkert, de 64 años, influía tanto o más que un directivo. Y cobraba - los jueces deberán dilucidar si lo exigió o, como sostiene él, le pagó Hartz sin decir él nada- casi como un directivo.

Hartz, de hecho, fue contratado como jefe de personal de Volkswagen por recomendación de Volkert, según un antiguo colaborador. Hartz - militante del SPD y del sindicato IG-Metall, y amigo del ex canciller Gerhard Schröder- era, durante los años noventa, un hombre de confianza del entonces presidente de la compañía, Ferdinand Piëch. Los presuntos responsables del escándalo de corrupción han abandonado la compañía, pero Piëch sigue siendo la figura más influyente. Nieto de Ferdinand Porsche, inventor del modelo escarabajo - emblema de la marca- y propietario, con su familia, de Porsche, se ha hecho de nuevo con el poder en Volkswagen. Porsche es desde hace unos meses el primer accionista de VW.

¿Qué sabía el jefe de las corruptelas de su subordinado inmediato Peter Hartz, cuyas oficinas en la sede central de Wolfsburg distaban de unos metros? Piëch dice que nada. A Volkert, en una entrevista con el semanario Die Zeit publicada a principios de mes, le preguntan si cuando estaba en Volkswagen podía confiar plenamente en Hartz. "Sí", contesta. ¿Y en Piëch? "Sí".

La prensa alemana lleva meses especulando qué contrapartidas concretas ofreció Volkert a los directivos de VW a cambio de las primas que recibía. ¿Aceptó gracias a estas compensaciones reducciones del horario semanal y del salario? ¿Aceptó por dinero contratar a parados con un salario inferior al de la plantilla? ¿Dio su visto bueno a la polémica decisión de la cúpula de VW de dedicarse a fabricar modelos de lujo?

Está previsto que el juicio se resuelva en dos sesiones, porque Hartz ya ha admitido su culpabilidad. De momento, ha evitado que varias prostitutas declaren como testigos. La sentencia podría dictarse en las próximas semanas. El antiguo jefe de personal de VW se enfrenta a un máximo de cinco años de prisión.


Luchas de poder

El escándalo Volkswagen estalló en verano del 2005, cuando se supo que dos ejecutivos de la firma habían creado una red de empresas ficticias para hacer negocios con la empresa. El escándalo saltó en seguida a las páginas de la prensa sensacionalista cuando se conoció la compra de los sindicalistas con viajes lujosos que incluían fiestas con prostitutas. El caso también ha puesto en evidencia una lucha de poder dentro del primer fabricante de coche europeo. Los influyentes sindicatos, que tenían en Peter Hartz, el jefe de personal, a uno de sus aliados en la cúpula, salieron debilitados. Un año y medio después, las relaciones de poder vuelven a cambiar. La entrada de Porsche en Volkswagen ha colocado al ex presidente, Ferdinand Piëch, en una posición de fuerza. Piëch, heredero de la familia Porsche, ha sido en el pasado un aliado de los sindicatos. Uno de sus adversarios en la firma es ahora el democristiano Christian Wulff, presidente del estado de Baja Sajonia, segundo accionista de la empresa.

La Vanguardia (España)

 



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