La investigación sobre la matanza, el jueves, en la base militar de Fort Hood (Texas) sigue abierta. No están claros los motivos que llevaron al psiquiatra militar Nidal Malik Hasan, de confesión musulmana, a asesinar a 13 soldados y herir a 38 más. ¿Fue un ataque de locura, fruto de estrés debido al inminente despliegue en Afganistán? ¿O fue un acto preparado y con una intencionalidad política?

No hay respuesta, todavía, a estas preguntas. Pero la matanza - la mayor que se ha producido dentro de un cuartel de Estados Unidos-ha disparado varias alarmas en un país enfrascado en dos guerras de resultado incierto, y en el que, desde el 11 de septiembre del 2001, el temor a nuevos ataques no ha desaparecido.

Consternado por la matanza, y preocupado por que desate una reacción contra los ciudadanos musulmanes, Barack Obama elogió ayer la diversidad de las fuerzas armadas. "Son americanos de todas las razas, fes y procedencias sociales. Son cristianos y musulmanes, judíos e hindúes y no creyentes. Son descendientes de inmigrantes e inmigrantes. Reflejan la diversidad que constituye a esta América. Pero lo que comparten es un patriotismo sin igual", dijo el presidente, que asistirá a los funerales, el martes, con la primera dama. Obama ha hecho del diálogo con el mundo musulmán uno de los ejes de su política exterior. El propio presidente es descendiente de musulmanes y tiene familiares de esta confesión. El viernes, ya alertó contra la tentación de sacar conclusiones precipitadas en un país que, tras el 11-S, consiguió mantener la cohesión social. The Washington Post advertía ayer en un editorial que la matanza "no revela nada acerca de los musulmanes americanos, de los cuales unos tres mil sirven honorablemente en las fuerzas armadas".

La incertidumbre sobre los motivos del crimen de Fort Hood, sin embargo, no ha impedido que las hipótesis se multipliquen. Algunos no descartan incluso un atentado islamista. Según destacaba ayer The New York Times en portada, los investigadores "no están dispuestos a decir si el ataque fue un acto solitario de un hombre perturbado o si está conectado con grupos terroristas, extranjeros o interiores".

En los últimos meses, el temor a que el próximo atentado terrorista contra Estados Unidos sea obra de ciudadanos de este país ha incrementado. La desarticulación de supuestas tramas en territorios estadounidenses - algunas, destinadas a atentar contra intereses militares-ha reforzado la tesis de una cierta europeización de la amenaza terrorista, de que, como en Madrid y Londres, el próximo atentado no provenga del extranjero sino de células del propio país.

Esta tendencia, de confirmarse, incide en el debate sobre la guerra de Afganistán, en la que Estados Unidos y sus aliados llevan ya más de ocho años. Uno de los motivos de la guerra es impedir que desde allí se geste otro 11-S. Y uno de los argumentos de los adversarios de la guerra es, precisamente, que el próximo 11-S no tiene por qué venir de Afganistán y puede proceder del interior del país.

La matanza de Texas subraya asimismo la trascendencia de la decisión de Obama sobre el futuro de Afganistán. Nidal Malik Hasan no había combatido en Iraq ni en Afganistán, pero como psiquiatra había tratado a veteranos traumatizados por sus experiencias bélicas. Según datos oficiales citados por The Washington Post,el número de suicidios en las fuerzas armadas está aumentando levemente. En el 2009, 113 soldados se han suicidado; en el mismo periodo del 2008 la cifra era de 103. Este año se han suicidado en Fort Hood diez soldados, y 75 desde el 2003, cuando empezó la guerra de Iraq. Obama sabe que mandar a miles o decenas de miles de soldados a jugarse la vida en Afganistán, como piden los generales, no es una decisión que pueda tomarse a la ligera.