Así, acentuando cada sílaba, con énfasis teatral, la periodista y escritora Arzu Toker, nacida en Turquía en 1952 y afincada en Alemania desde 1974, escenificó ayer en público su renuncia a la religión de sus antepasados.

Junto a ella, Mina Ahadi - nacida en 1956 en Irán, opositora de izquierdas al sha y después activista clandestina contra Jomeiny- se quejó de que a quienes proceden de países de mayoría musulmana como ella les pongan en Europa la etiqueta de musulmán,aunque sean ateos. Y proclamó: "Somos seres humanos, y cada ser humano es único. Yo nací en una familia musulmana por casualidad. Los niños no tienen religión".

Toker y Ahadi, veteranas militantes feministas y laicistas, presentaron ayer en Berlín una nueva asociación: el Consejo Central de los Ex Musulmanes. El nombre es irónico. En Alemania, las principales religiones se organizan en forma de Consejo Central de los Judíos, de los Musulmanes, etcétera.

El objetivo de la nueva entidad: dejar claro que las organizaciones islámicas que se arrogan la representatividad de los musulmanes en Alemania "sólo se representan a sí mismas", evitar que estos grupos marquen las políticas públicas, influir en el Gobierno alemán para que los derechos humanos guíen sus relaciones con los países de mayoría musulmana y, en última instancia, propugnar una reforma, una ilustración que modernice el islam.

Hechos como el asesinato, en el 2004, del cineasta crítico con el islam Theo van Gogh, en Holanda, y la reacción violenta en el 2006 contra unas caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca han alimentado en Alemania el debate sobre la integración de los musulmanes.

El Gobierno alemán ha abierto un diálogo con organizaciones musulmanas. La idea de fondo es facilitar la integración pero a la vez exigir a quienes vivan en el país el respeto a los valores europeos. En Alemania viven cerca de 3,5 millones de personas de origen musulmán.

La asociación de ex musulmanes es de momento muy minoritaria: cuenta con 120 miembros. Medio centenar se han dejado fotografiar para un mural en el que se lee el eslogan "Hemos abjurado". Es un guiño a la campaña de las feministas alemanas en los setenta, en la que el eslogan era "Hemos abortado". Algunos críticos creen que su carácter provocador dificultará la difusión del mensaje entre los musulmanes.

"Durante el caso de las caricaturas salió en televisión un hombre con barba diciendo que los musulmanes se sentían insultados. Yo me sentí insultada al oírlo, y me siento insultada cuando estas organizaciones dicen que representan a 3,5 millones de musulmanes y me cuentan entre ellos", dijo Ahadi. "El islam es en sí radical", opinó Toker. "¿Por qué los países paganos son más ricos y los islámicos más pobres?".