Pero ese mismo esfuerzo también podría parecer inútil y riesgoso si consideramos que el uso de militares en operaciones antidrogas, que lleva casi 20 años continuos, sólo ha conseguido dañar el prestigio de las instituciones militares y exponer a soldados, jefes y mandos militares a la corrupción, sin afectar en forma significativa el flujo de drogas y la operación de las bandas de narcotraficantes.

En los últimos dos años, 99 militares de Estados Unidos han sido sentenciados a prisión por haber usado el uniforme y su posición en las Fuerzas Armadas para facilitar el tráfico de drogas, según lo reconoció recientemente Robert S. Muller, director del FBI ante la Comisión Judicial del Senado.

A pesar de esos antecedentes, el gobernador de Texas, Rick Perry, lanzó hace unos días la operación Wrangler, una plataforma de patrullaje e inteligencia, apoyada por la Guardia Nacional, 12 pelotones desplegados en las zonas de alta intensidad de tráfico de drogas por el río Bravo. Las tropas, con experiencia en Irak, ya están en el terreno.

Al sur del río persiste la intensidad de los patrullajes. Los soldados del Ejército mexicano revisan los automóviles que se internan a México a través de los puentes internacionales, allanan casas y ranchos de presuntos narcotraficantes en poblados fronterizos y saturan ciudades cercanas como Monterrey.

Aunque admiten que la experiencia mexicana puede considerarse una militarización parcial, los voceros de la Guardia Nacional insisten en que su despliegue sólo es un apoyo temporal a la Patrulla Fronteriza, y que los soldados no realizarán detenciones y, en la mayoría de ocasiones, eludirán la confrontación.

La violencia puede, no obstante, generar momentos de crisis entre narcotraficantes y tropas. Los soldados usarán la fuerza si su vida está en peligro, "justo como cualquier ciudadano de Texas", aceptó el general Dan Densford, comandante del Ejército de la Guardia Nacional de Texas.

La doctrina de las tropas mexicanas es similar, pues formalmente apoyan a la autoridad civil. Sin embargo, el Ejército mexicano sí realiza detenciones y tiene una larga historia de combate con las organizaciones criminales.

Tampoco en México se advierte una alteración definitiva del flujo de drogas hacia EU, aunque también en el pasado se ha registrado corrupción militar y en el presente las tropas han ocupado los espacios donde transita y vive la sociedad. Urge evaluar esta política.

jlsierra@hotmail.com

Analista en temas de seguridad y Fuerzas Armadas