En su argumentación, Obama se refiere extensamente a la importancia de que Estados Unidos mantenga su hegemonía bélica, otorgándole un lugar preponderante al uso de la fuerza para proteger sus intereses vitales, tanto frente a “amenazas inminentes” como frente a meras percepciones de amenaza, a manera de “prevención”. Llegados a este punto, resulta difícil distinguir las ideas de Obama de las tesis sustentadas por el actual presidente de Estados Unidos, quien ha llevado a su país a una desastrosa aventura militar en Irak precisamente bajo el argumento de que “es mejor prevenir que lamentar”.

Si bien el joven senador señala que ante una amenaza a los intereses estadounidenses “haría todos los esfuerzos para acopiar el claro respaldo y la participación de otros países”, no alude al acatamiento de las normas del derecho internacional, y su posición no difiere de la adoptada por Bush y consagrada en la “nueva doctrina de seguridad nacional”, dada a conocer por la Casa Blanca en septiembre de 2002. Es obvio que en la perspectiva internacional de Obama el factor dominante es también la seguridad nacional de Estados Unidos, por lo que el grueso de sus planteamientos tiene que ver con el combate al terrorismo.

No obstante, hay un intento de equilibrar esa actitud con propuestas muy generales destinadas a contribuir a la solución de problemas tales como el cambio climático y a procurar una mejoría de las condiciones de vida de otras naciones. A propósito de esto último, el aspirante a candidato puntualiza admonitoriamente que el apoyo que Estados Unidos brinde a otros países bajo su presidencia no será un cheque en blanco y estará acompañado de un insistente llamado a las reformas —sin especificar cuáles— y al combate a la corrupción.

De las anteriores formulaciones no es posible esperar que de llegar Obama al poder se produzcan modificaciones importantes en la política exterior de Estados Unidos.

Por otra parte, en su más reciente libro, El asalto a la razón, Al Gore, ex presidente y todavía no descartado como posible aspirante a la candidatura demócrata, dedica uno de sus capítulos a la inseguridad nacional, en el que plantea la necesidad de cambiar el paradigma de nación dominante por la búsqueda de preeminencia, en un mundo donde las naciones respeten a Estados Unidos y busquen seguir su liderazgo y adoptar sus valores, para lo cual existe la oportunidad de construir una nueva agenda para la seguridad nacional y mundial. En ella incluye cinco aspectos medulares, todos los cuales sólo podrán ser debidamente atendidos bajo una perspectiva de carácter multinacional: la crisis ambiental global; la amenazante crisis del agua; el reto global que representa el terrorismo y el acceso a nuevas armas de destrucción masiva; el narcotráfico y la corrupción, y las nuevas pandemias, como el VIH-sida.

Además, para Gore superar la falta de respeto al derecho por parte de la actual administración constituye el gran reto si se quiere restaurar la autoridad moral de Estados Unidos y demostrar su compromiso para contribuir a mejorar la vida de sus “vecinos globales”.

Estamos prácticamente frente a dos visiones opuestas del futuro internacional, pese a que provienen de la misma fuente partidaria. Sería deseable para todos que al final predominen los criterios incluyentes.

Senadora de la República (PRI)