Una vez más se demuestra que las peores crisis del sistema económico mundial son generadas fundamentalmente por los países desarrollados, más que por los países subdesarrollados o, mejor dicho, por los países que han tenido tradicionalmente la peor fama en la manera como sus gobiernos conducen la economía.

Hace 20 años, en octubre 19 de 1987, ocurrió el famoso “lunes negro” de pérdidas cuantiosas en las bolsas de valores en los países desarrollados, y al parecer hoy ya se les olvidó, cuando están por entrar en una nueva crisis quizás de mayor profundidad que aquélla, y los causantes de ambas han sido los países desarrollados.

Por eso, tienen razón quienes han alzado la voz en la última reunión del FMI, efectuada esta semana, donde el único acuerdo al que han llegado es que en la próxima primavera, ya con el nuevo presidente de la institución, se buscará llegar a algún acuerdo que permita a este organismo supranacional poder ajustarse a la nueva realidad económica. El presidente saliente, el señor Rodrigo de Rato, poco o nada ha podido hacer para enfrentar el problema que está viviendo la economía mundial con respecto a las hipotecas.

Incluso se menciona, a manera de burla, que lo único bueno que ha hecho este distinguido miembro del Partido Popular español es haber vendido a tiempo su propiedad en Washington, días antes de que estallara el problema de las hipotecas subprime, como se les denomina en inglés.

La realidad indica que en el fondo el FMI está gobernado en desproporción por los países desarrollados, lo que le permite dejar de lado las necesidades de los países subdesarrollados. Así, en lugar de estar fiscalizando lo que hacen, por ejemplo, los países africanos, debió haberse preocupado por lo que hacía Estados Unidos en el manejo de las hipotecas, origen de la crisis actual.

Hoy son los países desarrollados los únicos responsables de la actual crisis económica mundial, mientras que los otros son los que están manteniendo, por ejemplo, su balanza de pagos más o menos en equilibrio. Es por eso que asiste la razón a las críticas, como la del presidente de Ecuador cuando indica que tanto el FMI como el Banco Mundial (BM) son los responsables de la situación de los países subdesarrollados. El presidente Rafael Correa ha dicho textualmente que la labor de los organismos financieros “fue un fracaso rotundo y lo único que hicieron fue defender al gran capital financiero especulativo, por lo que si tuvieran un poco de decencia ellos mismos deberían extinguirse”.

También es por eso que el señor Paul Krugman, en un artículo recientemente publicado en el periódico The New York Times, ha mencionado que de todos los errores que cometió el señor Alan Greenspan, hasta hace poco jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos, lo mejor que ha hecho ha sido criticar la solución para atender la actual crisis, propuesta por el secretario del Tesoro estadounidense, el señor Henry Paulson, quien ha recomendado la creación de un “superfondo” para ayudar a que el problema de las hipotecas lo paguen, una vez más, los contribuyentes.

Como muchas veces ha ocurrido, los verdaderos responsables de la actual crisis han sido los bancos que, ante la necesidad de dar buenos resultados a sus accionistas, entraron al juego de la especulación, haciendo creer a sus clientes que sus hipotecas estaban respaldadas, lo cual ha quedado demostrado que fue una falacia.

Las preguntas son: ¿dónde estaban los bancos centrales y el FMI ante esta irresponsabilidad? ¿Cuándo han criticado la falta de supervisión de los reguladores? Si esta crisis hubiera ocurrido en cualquiera de nuestros países el grito estaría más allá del cielo, pero como lo han hecho los verdaderos patrones de la economía mundial hay que resolverlo sin mayores aspavientos, lo cual demuestra el profundo cinismo de los organismos internacionales y, de paso, de los gobiernos y sus bancos centrales.

Los grandes defensores de esos organismos internacionales y de los bancos centrales, como es tradición en la revista The Economist, indican que una de las lecciones de esta crisis de crédito ha sido la confirmación de que la política monetaria debe ser manejada por técnicos en vez de políticos, ya que la operación de los bancos centrales es un asunto técnico.

Será muy técnico el asunto, pero la crisis ha demostrado que no han hecho bien su trabajo y, por lo tanto, millones de personas perderán parte de su patrimonio como resultado de la irresponsabilidad de los técnicos.

El señor De Rato asegura que nadie le ha reprochado su salida prematura. No tiene razón en ello como estamos viendo, ya que lo único que hizo fue servir al gran capital y no cumplir con sus obligaciones. Por eso es que la reforma de este organismo, de 185 miembros, es urgente pues hoy son los países en desarrollo los que sostienen la economía mundial.

Efectivamente, los países emergentes o en desarrollo crecerán más de cinco puntos porcentuales por encima del crecimiento de los países desarrollados o ricos; y hoy sólo dos países, China e India, aportan ya la mitad del crecimiento mundial. Es decir, la paradoja radica en que los países que eran el paradigma a seguir, que aparecían como los únicos y mejores en el manejo de la economía, son ahora los que tienen los mayores problemas de debilidad financiera y ponen en riesgo la supuesta prosperidad mundial, tal y como lo indicó el ministro de Hacienda de Brasil, el señor Guido Mantega.

La crisis de las hipotecas subprime ha ocasionado un verano negro en casi todo el mundo y ha demostrado que o se reforma el FMI, y de paso el BM, o para nada sirven hoy en este mundo globalizado.

Analista político y economista