“Era sólo cuestión de tiempo, tarde que temprano tenía que ocurrir un enfrentamiento con resultados funestos. Si tienes a dos o tres grupos criminales que se odian a muerte en el mismo lugar, al cabo del tiempo se matarán, la única forma de evitarlo es mantenerlos en dos penales distintos”, analiza el criminólogo Akbar Díaz con relación a la sangrienta riña en el penal estatal de Ciudad Juárez al amanecer del miércoles. Era predecible, dadas las condiciones de violencia que se viven en la frontera, abunda.

“Cada pandilla está ligada a un cártel de la droga, al estar los cárteles peleando por el trasiego de estupefacientes, la lucha se extiende a sus principales cotos de poder, en este caso, los dos penales de Juárez (estatal y municipal)”, dijo el también catedrático universitario.

Autoridades policiacas han reconocido que las dos principales pandillas que operan en la frontera hacen las veces de mercenarios y distribuidores de las grandes organizaciones criminales, antagónicas entre si.

La pandilla de Los Aztecas están plenamente identificada con el cártel de Juárez, liderado por Vicente Carrillo Fuentes El Viceroy; mientras que Los Mexicles o Mexicas, son uno de los brazos del cártel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

El pasado 11 de febrero se registró otro enfrentamiento entre ambas bandas en el interior del Cereso municipal. En esa ocasión no hubo muertos; sin embargo, se supo que la batalla campal pretendía ser la “revancha” por una balacera entre sicarios, días antes, en Villa Ahumada, la cual dejó 20 muertos en ese poblado al sur del estado.

Amenazan para lograr su fin

“A pesar de que se tenga una seguridad extrema, los reos siempre van a encontrar la forma de llegar hasta sus enemigos. Alguien debe tener la llave de la puerta, a ellos no les importa amenazar, secuestrar o hasta matar con tal de tener esa llave”, prosiguió Díaz al explicar que “las bandas pueden presionar por cualquier medio a los custodios para que les permitan ingresar armas y burlar la seguridad”.

Consideró que la única forma de prevenir otro altercado de dimensiones similares, será modificar el diseño de la penitenciaría, de tal forma que se divida en dos o tres zonas aisladas y sin ninguna comunicación física entre si.

“Que para ir de una a otra tengas que salir del Cereso, es decir, dos entradas y dos salidas, prácticamente dos cárceles”.