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18/04/2007 | Francia - Elecciones a la presidencia : La sofisticación suprema de la sencillez

Florence Muller

Junto con José Bové, el candidato granjero altermundista, François Bayrou es el único de los candidatos de las elecciones presidenciales del 2007 que enseña las manos en su cartel oficial de la campaña electoral. Tras esta imagen cabe descubrir mensajes sencillos y directos que cabría interpretar como sigue: "No tengo nada que ocultar, no os miento, no soy sólo un intelectual".

 

Se trata de un mensaje coherente con la imagen que el candidato centrista quiere dar de sí mismo. Un candidato cuyo avance espectacular en las encuestas, por cierto, ha constituido una de las grandes sorpresas de esta campaña.

Cabe atribuir el ascenso de François Bayrou a numerosos factores, sobre todo al hecho de que hace gala de una actitud notablemente coherente entre su lenguaje corporal y los valores políticos que reivindica: autenticidad, equilibrio, sencillez, cercanía. A François Bayrou le gusta vestir como un hombre normal y corriente de nuestro tiempo. En su vida privada recurre simplemente a los vaqueros y los polos, y se echa una parka sobre los hombros cuando hace frío. En público, sustituye a veces el traje y la corbata por el polo negro moderno y sin complicaciones. Tratándose de Bayrou está fuera de lugar hablar de ceremonia o espectáculo. Este hombre no quiere manifestarse como persona interesada en la moda, cosa que no le priva de tratar de dar con un nivel adecuado de corrección en sus hábitos indumentarios.

Al igual que en el caso de François Mitterrand, en el de Bayrou puede decirse que viene del terruño, y se perciben en seguida sus raíces campesinas, factor que en la política francesa es siempre una baza muy importante. Una baza que François Bayrou sabe jugar con tanta maestría que la gente se olvida de que tomó las riendas de un partido, la UDF, largo tiempo a las órdenes de un aristócrata nacido en Coblenza, Valéry Giscard d´Estaing.

El paralelismo entre Bayrou y Mitterrand se trasluce claramente en sus hábitos indumentarios: de vez en cuando luce una bufanda roja, guiño evidente a la figura del antiguo presidente socialista. No obstante, lo habitual es que Bayrou se quite la chaqueta y aparezca sencillamente arremangado y con camisa blanca como para dar comienzo a la faena. En una ocasión, en un plató de televisión en hora de máxima audiencia, se le pudo ver vistiendo simplemente camisa junto al resto de los invitados con traje y corbata. Algo lógico cuando, como en el caso de Bayrou, se combate a la "Francia de los ricos y las clases dirigentes" con su cortejo de elites arrogantes y alejadas del pueblo real y concreto.

La mascota de François Bayrou es un tractor con el que se hace fotografiar en la propiedad agrícola familiar de su Béarn natal. El candidato del centro, sin embargo, es lo suficientemente sagaz para no vestirse como un gran terrateniente ni tampoco como un granjero con camisa de leñador, como hace en cambio José Bové. De forma notablemente hábil y sutil, François Bayrou luce traje y corbata cuando menos se espera; por ejemplo, al dirigirse a los granjeros entre sus vacas o cuando se desplaza a barriadas conflictivas. Por otra parte, en el maletero de su coche guarda siempre una colección de corbatas entre las que rebusca alguna adecuada para la ocasión en el último momento.

Estas decisiones en materia de indumentaria lo revelan con claridad: François Bayrou no quiere que le tomen por un populista. Valora el arte de saber diferenciarse pero sigue el juego de las convenciones del momento sin cuestionarlas. Naturalmente, Bayrou aprovecha la ocasión de presentarse - como todo el mundo- con impermeable y jersey azul marino en un pueblecito pesquero.

De todas formas, sigue planteada una pregunta: ¿es François Bayrou totalmente indiferente a la cuestión del aspecto? Conviene saber que ha construido su personaje en el transcurso del tiempo sin elegir tampoco habitualmente un estilo natural y relajado. En el 2002, Le Canard Enchaîné reveló que Bayrou había pedido el reembolso de una parte de sus gastos de vestuario a cargo de la República, que incluían en sus cuentas de campaña electoral sus trajes encargados a Hartwood, elegante sastrería de París que logra la síntesis óptima entre elegancia a la italiana y a la inglesa (¡los gastos superaban los 40.000 euros!).

Como quien no quiere la cosa, Bayrou sigue vistiendo a medida en la actualidad; por lo demás, corte perfecto, hombreras no excesivas y chaqueta que le disimula el estómago y ajusta las caderas. Como decía Leonardo Da Vinci, "la sencillez es la sofisticación suprema".

La Vanguardia (España)

 


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