Por supuesto, los únicos que han visto esa foto son los servicios de Inteligencia mexicanos, ya que Nazario Moreno es el líder del cártel de La Familia Michoacana, responsable de los ocho ataques simultáneos que el pasado fin de semana regaron de casquillos y sangre una decena de comisarías, causando la muerte de cinco personas.

El grupo criminal enseñó músculo tras la detención de uno de sus líderes, Arnoldo Rueda Medina, alias La Minsa, y así confirmó lo que la policía dijo hace tiempo: «Es el cártel más peligroso de cuantos actúan en México». Y no por ser sanguinario, que lo es, sino porque -más allá del trasiego de drogas- La Familia está a un paso de controlarlo todo. Cuerpos, almas y cuentas corrientes.

Michoacán es verde, agrícola e indígena. Aquí, donde es más fácil escuchar purépecha que español, salen muchos de los aguacates que se comen en España. Además, es la tierra del presidente, Felipe Calderón. Y también es un territorio pobre, del que durante décadas han salido gran parte de los emigrantes que se largaron camino de EEUU.

Hoy la principal fuente de riqueza de Michoacán es su puerto Lázaro Cárdenas, por donde llega la efedrina procedente de Asia. Y su producto de exportación más demandado es una droga conocida como cristal o ice. Un negocio controlado por La Familia, una pequeña organización criminal, surgida en 2006, que creció apoyada por el cártel del Golfo y que hoy domina casi el 90% de los 113 municipios de la región. En todos ellos ha impuesto su ley de «plata y plomo» a policías, partidos políticos, jueces, alcaldes, empresarios, agricultores, periodistas, propietarios de restaurantes y de discotecas.

Las autoridades destacan que en Michoacán se han incautado más de 10.000 armas, lo que coloca a este pequeño estado mexicano a la cabeza en este apartado. La Policía también subraya que en la región ya se cuentan 218 ejecuciones este año. Y es que La Familia ha roto moldes. Salvo el gusto por el AK-47, su funcionamiento poco tiene que ver con los cárteles clásicos, como los de Tijuana o de Ciudad Juárez.

La Familia no recluta a jovenzuelos a los que después convierte en asesinos a sueldo, sino que busca a sus futuros sicarios entre la gente más vulnerable, en centros de rehabilitación o entre niños de la calle. A través de sus propias clínicas, la organización se encarga de sacarlos del alcohol y las drogas, de darles esperanza y una nueva misión en la vida. Un modelo recogido en La Biblia, el libro escrito por Nazario Moreno y que proyecta a partes iguales valores éticos y sociales, como críticas a un modelo económico que ha sumido en la miseria a la región. Un libro que sus sicarios se saben de memoria y que dejó perpleja a la Policía cuando encontró el mismo manual en varios registros.

La Biblia también aconseja a sus hombres ser «agradecidos con Dios, [...] alegres y optimistas». «Por eso te pido que hagas el esfuerzo de aprender al máximo, comprométete en tu vida en el mayor de los mandamientos y empieza a amar a todos sin hacer preferencias, y trata a la gente como te gustaría que te trataran y nunca desprecies a nadie», se lee en la publicación de Moreno.

Entre otras aportaciones al mundo del narco, La Familia «fue la primera en decapitar a personas», explica Eduardo Medina Mora, fiscal general del Estado. Las peculiaridades del joven cártel comenzaron desde su nacimiento, cuando el 22 de noviembre de 2006 publicó un anuncio a toda página en dos diarios para presentarse en sociedad, en el que reclamaba el control de la zona de Tierra Caliente y prohibía a otros grupos vender droga sintética y alcohol adulterado. El anuncio prometía también una suerte de limpieza social para erradicar el secuestro, la extorsión y los asesinatos.

«Quizás en este momento la gente no nos entienda. Desgraciadamente, hemos recurrido a estrategias muy fuertes, ya que es la única manera de poner orden en el Estado», se leía en el anuncio a toda página. «Firmado: ATTE: La Familia».

Unos cárteles 'dueños' del país

J. G. / México DF

Lo advirtió nada más tomar posesión de su cargo y mucho antes de que los muertos comenzaran a aparecer por decenas un día sí y otro también. «La guerra contra los cárteles de la droga va a ser larga y costará muchas vidas», anunció el presidente Felipe Calderón aún con la banda presidencial cruzándole el pecho. ¿Pero qué pasa en México para que aparezcan en distintos puntos del país más de 16 cadáveres diarios fruto de la violencia?

El pesimismo invade una sociedad que se pregunta si es posible acabar con esa lacra. Desde la llegada al poder de Calderón, la presión policial y militar ha puesto contra las cuerdas al cártel de Tijuana -presente en 15 estados y dirigido por los hermanos Arellano Félix-, el de Juárez -extendido por 21 estados y encabezado por los Carrilo Leyva- y el de Sinaloa (en 20 estados). Pero el debilitamiento de los cárteles tradicionales ha dado lugar al auge del cártel del Golfo, que domina el sur y este del país (Chiapas, Yucatán, Veracruz, Tamaulipas) gracias a su brazo armado, Los Zetas, más sanguinarios y mejor armados.

Paralelamente, al calor del negocio de las drogas sintéticas, surgió en 2006 La Familia, que se ha impuesto en el centro y oeste hasta hacer de Michoacán el quinto estado con más ejecuciones del país.