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08/07/2005 | Lanzándole Dinero A Los Pobres

Deepak Lal

Una característica persistente de la Izquierda Suave es que ella siempre está dispuesta a lanzar el dinero de otras personas a los problemas del mundo. En India muchas de las tontas acciones que ha tomado el gobierno de coalición, o las que ha propuesto, forman parte de esta norma.

 

En el Reino Unido, el New Labor ha abierto la cartera pública para lanzar dinero a los servicios nacionalizados y no reformados de salud y educación, lo cual probablemente ha sido desperdiciado en gran parte.

Muchas veces, aunque con la intención de ayudar algún grupo en desventaja, los remedios propuestos solo empeorarán las cosas. En este momento los idealistas de izquierda del mundo están proponiendo un aumento masivo en la ayuda externa para “resolver” la persistente pobreza africana. Pero la falla básica en esta propuesta es que ellos no toman en cuenta la naturaleza de los instrumentos que serían utilizados para promover sus supuestas utopías.

El resultado básico de tales medidas es extender el alcance del estado. Pero el estado y sus agentes—sin importar cuantas acciones sean cubiertas por la retórica del bien común—son predatorios en la mayoría de los países. Esto es ciertamente la realidad en India, a pesar del “equipo de ensueño” de reformadores supuestamente al timón.

Por ejemplo, consideren el acto propuesto que está circulando en el parlamento indio para proveer “derechos” al trabajo del sector informal similares a los que tienen los trabajadores en el sector formal. El mayor daño para los intereses de los millones de trabajadores indios ha sido hecho por las leyes de labor coloniales las cuales proveen “derechos” para el trabajo en el sector formal. Ellas han sido el equivalente de un impuesto en el uso de labor en el sector industrial de gran escala. Eso ha resultado en una creciente intensidad de capital en la industria india en un país con labor abundante.

El crecimiento de los desempleados en el sector industrial desde la liberalización es el resultado de la falla de sucesivos gobiernos en repelar esas leyes de labor coloniales. Las razones son bien conocidas. Cada partido político de mayor importancia tiene sus propias uniones de comercio como clientes, las cuales previenen reformas necesarias como esta para proteger los ingresos y deseos de sus miembros. Esa aristocracia de labor por supuesto recibe sus “rentas” a expensas de millones que son incapaces de infiltrar la aristocracia de labor porque el “impuesto” que ellos imponen en el trabajo reduce su demanda.

Pero ahora el gobierno de coalición del Partido del Congreso está proponiendo aumentar artificialmente el costo de labor en el sector informal. Como cualquier comprador sabe, si uno aumenta el precio de cualquier cosa, la cantidad demandada baja. Ese es el resultado predecible de la ley propuesta para “proteger” al trabajador en el sector informal. La esperanza de una industrialización intensiva en labor en India—que como China lo ha demostrado, puede resultar en ganancias espectaculares en el empleo y los ingresos de los trabajadores pobres—serán eliminadas permanentemente.

Esos intelectuales de la Izquierda Suave en India que han presionado por tales medidas en nombre de los pobres deberían golpearse la cabeza en vergüenza. Esas medidas son la manera más segura de perjudicar los intereses de los pobres al reducir la demanda general de su labor y al mismo tiempo llenando el nido de la miríada de intermediarios (tanto privados como públicos) los cuales serán inducidos para administrar, o para capturar las rentas, de estas nuevas leyes.

O consideren los gastos sociales con los cuales el gobierno de coalición se ha comprometido y a lo cual el Ministro de Finanzas ha dedicado cierto presupuesto al costo de casi no satisfacer los objetivos de la ley que impone responsabilidad fiscal. Mucha palabrería se escucha sobre observar el resultado de estos aumentos en el gasto en salud, educación, y garantías de empleo. Pero, como un sinnúmero de estudios han probado, la provisión pública de salud y educación ha fallado masivamente, tanto así que hasta los más pobres de los pobres están dependiendo de proveedores privados para estos servicios básicos. El desperdicio de fondos por parte de los programas públicos de empleo y de pobreza es conocido por ser masivo. El fallecido Primer Ministro Rajiv Gandhi declaró que solo 25 por ciento de esas transferencias alcanzan sus beneficiarios intencionados.

Además, como un gran número de estudios en muchos países en vías de desarrollo han demostrado, las transferencias públicas para mitigar la pobreza muchas veces desplazan las transferencias privadas—las cuales son grandes en el mundo en vías de desarrollo. Hay alternativas muy bien conocidas. Para la salud y la educación hay la alternativa de financiarlas públicamente para los pobres pero permitir que los pobres escojan proveedores privados mediante algún tipo de esquema de recibo, los cuales probablemente serían administrados de mejor manera mediante los panchayats, o los consejos de la ciudad. Para la mitigación de la pobreza, la propia experiencia reciente de India y aquella de China demuestra que el crecimiento rápido e intensivo en labor es la única ruta sostenible. El aumento en el gasto social solo desplazará la inversión necesitada para financiar la infraestructura que India necesita desesperadamente para acelerar el crecimiento y mitigar la pobreza.

O tomen en cuenta la lluvia de dádivas sobre el no reformado Servicio Nacional de Salud (NHS por sus siglas en inglés) por el New Labor en el Reino Unido. El resultado predecible de no privatizar una de las más grandes industrias todavía nacionalizadas en el mundo es que mucho del dinero extra es gastado en administradores en lugar de ser gastado en doctores o enfermeras, todo esto para que el NHS provea una de las peores atenciones médicas en el mundo.

Finalmente, consideren la erupción de llamados a la acción por parte de los grandes y buenos del mundo para salvar a África: la nueva agenda para el milenio de la ONU engendrada por el economista convertido en santo y estrella pop, Jeffrey Sachs, y el reciente reporte de la Comisión Africana engendrado por el Primer Ministro Inglés Tony Blair. El propósito de estos es argumentar para aumentos masivos en la ayuda externa hacia África.

Pero si la ayuda externa fuese la respuesta para los problemas africanos, el continente ya debería ser rico. Medido en los dólares actuales África ha recibido $2.3 trillones a lo largo de los últimos 50 años. Aún así se ha estancado. Las razones para su fracaso son evidentes y cada vez más reconocidas aún por muchos idealistas de izquierda. Estas razones son llamadas de manera cortés como el problema de gobernación, lo cual en el lenguaje ordinario significa que gran parte de África ha sido gobernada por elites predatorias que han estado más interesadas en llenar sus propios nidos que en avanzar el bien común.

Comparada con muchos países asiáticos, África es inmensamente rica en recursos naturales. Pero África ha sido sistemáticamente saqueada por sus elites predatorias quienes han arruinado lo que hasta antes de ellos eran economías florecientes. Robert Mugabe de Zimbabwe es solo el más reciente en una larga línea de gangsters tropicales. ¿Por qué creen algunos que lanzarle dinero de ayuda externa a él y a su gente ayudará a los pobres de África?

La Izquierda Suave siempre se ha asignado la ventaja moral y apelado a nuestras emociones diciendo hablar en nombre de los pobres y los oprimidos. Pero eso no es nada más que retórica. Las políticas propuestas por muchos de la Izquierda los hacen los enemigos de los pobres. Mitigar la pobreza se ha convertido en un negocio mundial del cual aquellos Señores de la Pobreza derivan una vida próspera. En el interés de los pobres del mundo es hora de que les digamos “No” a ellos y les jubilemos.

Deepak Lal es profesor de desarrollo internacional en la Universidad de California en Los Angeles y es un académico asociado del Cato Institute.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.

El Cato (Estados Unidos)

 



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