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03/11/2015 | El futuro nublado de China

Deepak Lal

Deepak Lal dice que "Mientras que la globalización ha beneficiado considerablemente a China, para un partido leninista obsesionado con el control centralizado, esta también hace de China dependiente del mundo externo".

 

La desaceleración económica actual de China es bien conocida, pero sus implicaciones políticas para el futuro del Partido Comunista Leninista Chino (CCP, por sus siglas en inglés) —que ha gobernado China por 66 años— siguen siendo confusas. En esta columna, yo especulo acerca de su futuro en el contexto del pasado milenario de China.

Dadas sus fronteras seguras, recursos relativamente abundantes, y una población numerosa, China ha podido en gran parte del pasado desarrollarse sin ninguna interacción internacional. El principal problema económico de China ha sido que su zona central es una región agrícola con alrededor de un tercio de la tierra arable por persona que hay en el resto del mundo. El comercio extranjero y entre regiones puede superar estas limitaciones elevando los ingresos per cápita, y han habido tres periodos importantes desde el siglo 11 cuando tal apertura ha conducido a un crecimiento acelerado.

El primero fue la apertura y creación de una economía comercial por parte de la Dinastía Songen el Siglo 11, que condujo al primer milagro económico chino. Estuvo, no obstante, basada en una especie de “capitalismo de compadres”, y fue subsecuentemente abortada debido a la reafirmación de actitudes atávicas frente al comercio, así como también debido al fracaso de proteger al Estado en contra de los instintos predatorios de la búsqueda de rentas. Lo emblemático del retorno a la insularidad fue el desmantelamiento de la naviera china por orden del Emperador Ming en 1436 (Ver mi libro Unintended Consequences, Capítulo 3; W.H. McNeill: The Pursuit of Power, Capítulo 2).

Luego de eso, una vez que la Revolución Industrial condujo al crecimiento Prometeo (con el ingreso per cápita aumentando), esta insularidad implicó una pobreza relativa, quedándose China como una economía agraria que experimentaba crecimiento Smithiano (con el ingreso per cápita estancado), el mismo que había tenido durante milenios. Pero esto permitió un control centralizado y el mantenimiento del orden y de la unidad interna. Aunque el comercio a través de la Ruta de Seda del norte continuó y permitió algo de influencias extranjeras así como también la creación de algo de riqueza, esto podía ser fácilmente manejado.

La segunda apertura de China fue con las Guerras del Opio y “la excavación del melón chino” por parte de los poderes extranjeros en la segunda mitad del siglo 19. Esto desestabilizó a China. Esto sucedió porque el comercio enriqueció a las regiones costeras mientras que los agricultores de subsistencia en el interior Han permanecieron pobres. Los recientemente enriquecidos líderes en la costa estaban interesados en intensificar las relaciones con los poderes extranjeros, que los hacían más ricos, aumentando la riqueza regional y la disparidad de ingresos entre la costa y el interior. “A su debido tiempo, los extranjeros se aliaron con los comerciantes costeros chinos y los políticos se volvieron más poderosos en las regiones costeras que en el gobierno central. China se fragmentó, dividiéndose en regiones, algunas cada vez más bajo el control de extranjeros, particularmente de intereses comerciales extranjeros. Pekín perdió el control del país” (“La geopolítica de China”, Análisis Stratfor, 25 de marzo de 2012).

El objetivo en tres partes de Mao Zedong, luego de la victoria del CCP en la guerra civil, era re-centralizar a China, acabar con la desigualdad masiva entre la región costera y el resto de la China Han, y expulsar a los extranjeros. Él estaba volviendo a la clásica política insular de China, y aceptando el resultado inevitable: China se volvería igual pero extraordinariamente pobre.

Luego de la caída la Pandilla de los Cuatro durante los 1970s y de la subida de Deng Xiaopinga la superioridad, él hizo una apuesta. Estaba preocupado de que sin abrir China él no podría satisfacer las presiones domésticas por una mejora en la calidad de vida que se estaban acumulando. Además, la brecha tecnológica que se estaba ampliando con la insularidad amenazaba la seguridad de China. Deng creía que el podía evitar desestabilizar a China con su “Política de puertas abiertas” como la apertura anterior lo había hecho en el periodo pre-comunista, “manteniendo un gobierno central fuerte, basado en unas leales fuerzas armadas y maquinaria del Partido Comunista. Sus sucesores han luchado para mantener esa lealtad con el Estado y no con los inversores extranjeros, que pueden enriquecer a los individuos. Esa es la apuesta que actualmente se está desarrollando”.

Hasta la fecha, la apuesta de Deng ha tenido excelentes resultados. Mediante la “Política de puertas abiertas”, China se ha vuelto la fábrica del mundo y la segunda economía global más importante. Pero, como en los periodos anteriores en los que China se abrió, las diferencias regionales se han ampliado: la región costera se ha vuelto rica, el interior sigue siendo pobre. Esto en parte explica el incidente Bo Xilai y su desenlace. El Sr. Bo reconoció esta disparidad y promovió un retorno a las políticas maoístas, que demostraron ser inmensamente populares en su relativamente atrasada satrapía de Chongqing. Dadas sus conexiones con la sección de las fuerzas armadas que su padre había liderado, él claramente constituía una amenaza de convertirse en un caudillo militar regional que podría acabar con la unidad de China. Él y sus aliados, incluyendo a aquellos en las fuerzas armadas, fueron purgados al tradicional estilo comunista.

La segunda consecuencia de estas disparidades regionales es que el CCP ahora está tratando de hacer del interior también un núcleo comercial basado en tierra, como lo fue en los viejos días imperiales, cuando la Ruta de Seda proveía oportunidades comerciales a lo largo de Asia Central. Considero que este es el principal motivo detrás de la presión para enlazar a Eurasia a través de la Nueva Ruta de Seda, además de también ser una ruta alternativa para transportar los recursos naturales que China todavía necesita, desde los cuellos de botella en los Estrechos de Malaca y el Océano Índico. Esto también permite que China utilice su capacidad en exceso en las industrias de infraestructura.

Mientras que la globalización ha beneficiado considerablemente a China, para un partido leninista obsesionado con el control centralizado, esta también hace de China dependiente del mundo externo. De hecho, el plan económico presentado en el Tercer Plenario del CCP en 2013 hacía un llamado a “un rol decisivo” de los mercados y “un rol dominante” para el Estado. De manera que quienes diseñan las políticas “se encuentran así mismos atrapados el Escila del mercado y el Caribdis del control estatal”. El futuro de esta puja será decidido por el Presidente Xi Jinping, y el control estatal ganará. Porque “el presidente de China no deja precisamente la impresión de estar dispuesto a dejar las cosas a la fortuna. Él es muy adepto al control: de su partido, de la prensa y, sin duda, también de la economía. Cuando las cosas lleguen a una disyuntiva, la intervención estatal es probable que prevalezca por sobre lo que debe ser percibido como un experimento irresponsable con las fuerzas de mercado por parte de sus tecnócratas” (David Pilling: “China’s push-me-pull-you policies leave the world reeling”,Financial Times, 27 de agosto de 2015).

Esto significa que la esperanza de China de retornar a un crecimiento más sostenible y basado en el mercado puede que se vea reducida. ¿Qué significa esto para el futuro del CCP, su probable política exterior en el futuro y para China? Estas son preguntas que abordaré en mi próxima columna.

Este artículo fue publicado originalmente en Business Standard (India) el 27 de octubre de 2015.

El Cato (Estados Unidos)

 



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