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05/04/2006 | El impuesto uniforme para los países en vías de desarrollo

Deepak Lal

Uno de los debates sobre políticas públicas más importantes en los países occidentales hoy (inclusive en EE.UU., Alemania y el Reino Unido) trata de la introducción de un impuesto uniforme para reemplazar sus inmensamente complicados y altamente distorsionados sistemas tributarios.

 

Este debate es mejor visto como parte del desarrollo de un consenso post-Keynesiano de cómo debe ser conducida la política económica. Vale la pena examinar este caso en su contexto más amplio y mostrar por qué debe ser relevante para los países en vías de desarrollo tales como India.

Parece haber un consenso amplio dentro del debate de la política pública de que la política monetaria activista basada en alguna versión de Keynesianismo es contraproducente. Esto es en gran parte porque sus efectos están sujetos a retrasos largos e impredecibles y por su potencial de ser mal utilizada por políticos de todo sesgo para avanzar sus propios intereses personales durante el ciclo de negocios políticos. También hay considerable evidencia de que el sector privado obstaculizará cualquiera de las fluctuaciones inevitables en la actividad económica y estabilizará la economía si es que no es interrumpido por impulsos políticos no anticipados. Por lo tanto hay un creciente consenso de que la mejor manera de conducir la política monetaria es dejar que un banco central independiente siga reglas en lugar de ejercer discreción. Estas reglas podrían ser flexibles, no fijas, y pueden ajustarse de una manera predecible a los cambios permanentes en el crecimiento real o en la intermediación financiera. Eso esencialmente despolitiza la política monetaria. Aunque no formalmente independiente, el Banco de la Reserva de India en sus recientes acciones en gran parte ha seguido estas indicaciones.

Luego de esto nos queda la política fiscal. El argumento activista a favor de la política fiscal Keynesiana fue socavado aún antes de que se socave el de su primo monetario, ya que se demostró que era un instrumento aún más visible e inflexible que la política monetaria. Esto ha resultado en la determinación de la política fiscal no para lidiar con la macro sino con la microeconomía. Como el argumento para usar la política fiscal (de la cual la política arancelaria forma parte) para proveer incentivos para las “industrias infantiles” o para corregir las supuestas fallas de mercado ha sido socavado, en parte debido a los costos políticamente determinados de la “búsqueda de rentas”, hay un creciente reconocimiento de que el propósito principal de la política fiscal ha sido socavado de igual manera por la abrumante evidencia de alrededor del mundo de que, los tributos redistributivos simplemente han servido como una gran batidora en la que la redistribución (al menos en los países democráticos) usualmente termina beneficiando no a los que se buscaba beneficiar pero a las clases medias ya que todos los partidos políticos buscan asegurar el voto del votante medio.

La respuesta tecnocrática al problema de financiar el gasto público en los bienes públicos, por lo menos el costo económico, fue dada por economistas estatales. Este es el sistema impositivo recomendado por Frank Ramsey (un colega joven en Cambridge de Keynes). Este consiste de cobrar los impuestos más altos impuestos por sobre los bienes con la demanda más inelástica. Cualquier impuesto (que no sea de una suma fija, como un impuesto de capitación) involucra una pérdida de lo que los economistas llaman “el excedente del consumidor”. Esta pérdida será mayor para cualquier tasa tributaria, mientras más elástica es la curva de la demanda (es decir, mientras los consumidores son más sensibles frente al precio y a la cantidad del bien que compran). Esto se debe a que el aumento en el precio al consumidor debido al impuesto resultará en una mayor reducción en la cantidad comprada que si la demanda fuese más inelástica. Por lo tanto, tenemos la Regla de Imposición Óptima de Ramsey.

Pero, esta regla asume que el gobierno es caritativo. Suponga en cambio que es predatorio, y no simplemente interesado en aumentar un determinado ingreso sino en maximizarlo, al menor costo posible. ¿Qué impuestos escogería? Como Geoffrey Brennan y James Buchanan mostraron, ¡Escogerían los impuestos de Ramsey! Esto ha derivado en una búsqueda de un sistema impositivo que limite el frecuente comportamiento predatorio fiscal de los gobiernos. El impuesto uniforme, primeramente propuesto por Robert Hall y Alvin Rabushka es la respuesta.

En su versión pura un impuesto uniforme reemplaza las múltiples tasas tributarias marginales con una sola tasa tributaria marginal, y elimina los sistemas complejos de asignaciones y subsidios, los cuales los gobiernos usan para la ingeniería social o para comprar votos. Una asignación personal alta libre de impuestos permite que los pobres sean removidos de la red de impuestos e imparte progresismo al sistema. Todos los impuestos—el corporativo, el de ingreso personal, y el impuesto por sobre productos básicos (por ejemplo el impuesto por sobre el valor añadido)—son fijados con la misma tasa, resultando en la práctica como un impuesto por sobre el consumo el cual elimina cualquier duplicidad de cobro de impuestos tal como el cobro de impuestos por sobre las ganancias por dividendos.

Las ventajas de un impuesto uniforme son su simplicidad y su transparencia (como Steve Forbes indica, todo el mundo necesita solo una postal para realizar su declaración de impuestos), resultando en un crecimiento económico más rápido, debido a los mayores incentivos para trabajar y a la eliminación de varias trabas y distorsiones causadas por las actuales distorsiones tributarias, incluyendo la creación de un mercado negro más grande mediante la esquivación y evasión de impuestos. Estas ventajas han sido evidentes en los muchos países de Europa Oriental (incluyendo a Rusia, Estonia, Latvia, Ucrania, Georgia, y Romania), los cuales, mientras se trasladaban de la planificación central al mercado, han adoptado los impuestos uniformes, e inducido una consideración de los impuestos uniformes en otros (Polonia, la República Checa, y Eslovenia).

Pero, a diferencia de los nuevos sistemas tributarios europeos, los cuales estaban reemplazando un deficiente régimen antiguo, en muchos países desarrollados con sistemas tributarios maduros, los cuales son el resultado del juego político redistributivo (de suma cero) del pasado a lo largo de generaciones, los que probablemente fueron mayormente perjudicados es probable que sean los beneficiarios del pasado—las clases medias—quienes usarán el proceso democrático para resistir el cambio. El retroceso en la propuesta en EE.UU., Alemania y probablemente en el Reino Unido sugiere que un impuesto uniforme puro, puede que no esté dentro de las posibilidades de estos sistemas tributarios maduros. Por lo tanto, el futuro del impuesto uniforme está en los países que, como los de Europa Oriental, están moviéndose desde la planificación central hacia el mercado. Los chinos se dice que están considerando su adopción. Si las recomendaciones de la Comisión de Kelkar sobre la reforma impositiva fuesen completamente adoptadas en India, solo sería un pequeño paso para moverse hacia un sistema de impuestos uniformes en India. Esto reduciría la frecuente malversación de los fondos estatales y sus males asociados como el mercado negro y tendría un efecto favorable en la tasa de crecimiento del país.

Traducido por Gabriela Calderón para Cato Institute.

El Cato (Estados Unidos)

 



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