Sorprende volver a toparse con viejos problemas de otras épocas, que uno hubiera creído idos, acabados o superados en la “era de la información”, como el “maldito” rumor.

En las décadas que precedieron a la apertura democrática en el país, esa “voz que corre entre el público” (como define la Real Academia al rumor) fue expresión de la deslegitimación del autoritarismo y una reacción social ante la desinformación. La esclerosis política y el control de los medios ante el movimiento del 68 o la Guerra Sucia de los 70, disparaban este mecanismo que se metía, como el aire, en todas partes; en muchos asuntos —¡devaluaciones¡ ¡carestía¡— la versión que corría entre el público se imponía ante la ausencia de información confiable de autoridades y medios. Viejos tiempos que parecen viñetas en sepia de una época en la que sólo había la declaración oficial. En la que los medios estaban penetrados por el poder o actuaban en complicidad, en la que no había opciones políticas reales, ni la libertad que hoy existe para opinar sobre temas de interés público. Fue la época de democracia simulada, la del control social sobre la opinión pública, la de la tele como soldado del Presidente y, por supuesto, la del rumor.

Tiempos que no podrían repetirse por la sencilla razón de que ningún gobierno hoy puede recuperar el modelo de control social a partir del monopolio de los medios o de la censura. Ni los medios tienen hoy el monopolio de la información, como muestra internet y las redes sociales que hoy hacen de cualquier ciudadano un potencial informador. Y sin embargo, cabe preguntar ¿porqué reaparece el rumor? ¿Qué le da lugar en la opinión pública, tener influencia entre la violencia que paraliza al norte del país o llevar a la secretaría de Gobernación a usar su tiempo en desmentidos sobre versiones de falsos cataclismos?

Toque de queda.- Los rumores atacan a instituciones que tienen poco tiempo para responder a ellos por estar en “guerra” como los militares. El pasado 1 de marzo “corrió la voz” de que se declararía toque de queda en Tamaulipas y Nuevo León ante la violencia por la guerra entre los cárteles y el ejército. La Defensa tuvo que salir a desmentir. Para nadie es un secreto que la mayoría de las informaciones sobre seguridad pública y combate al narcotráfico se elaboran con base en una sola fuente: la oficial. Y que los medios en los lugares “más calientes” han tenido que regresar a viejas prácticas que hubiéramos creído ya lejanas como la autocensura. En muchas plazas, la falta de investigación periodística se suple con el boletín oficial dado que el Estado es incapaz de garantizar el trabajo de la prensa. Entre la amenaza del narcotráfico y la impunidad se impone el silencio y…surge el rumor.

Twitteros.- Ese “ruido vago, sordo y sin identidad” había entrado unos días antes por las redes sociales y advertía a la población de Reynosa (Tamaulipas) a través de Twitter y Facebook de un inminente ataque de comandos y sicarios en planteles educativos. Pero esas noticias falsas de mensajes de correos anónimos y “twitteros” cayeron en el terreno fértil de la desconfianza hacia la autoridad y la impunidad que enmarca la “guerra” contra el narco. Resultado: sicosis entre la población y más miedo por la violencia. ¿Por qué la información en las redes fue creíble aunque nadie la hubiese verificado? ¿Dónde estaban los medios locales para comprobar las informaciones?. El gobierno de Tamaulipas también desmintió y advirtió a la población sobre el peligro de que la delincuencia use las redes sociales para dar información falsa. Pero, ¿se trata sólo de una conspiración del narco en el ciberespacio para manipular a la gente? o también cabe preguntar ¿Qué no hacen la comunicación oficial y los medios para asegurar credibilidad e influencia?

Cataclismo.- Del último rumor que recorrió este fin de semana las redes sociales es preocupante —sobre todo— el nivel de desinformación que tiene que haber para que sea creíble el anuncio de un inminente temblor que sacudiría hasta la médula al DF. El “ruido” se propagó a tal velocidad que hasta algunos medios dieron cuenta del vaticinio apocalíptico y la secretaría de Gobernación tuvo que rechazar la información falsa a través de un comunicado. ¿Por qué avanza el rumor? ¿En qué medida las regresiones que todos los días se denuncian en transparencia, en la percepción de corrupción o de complicidades del poder para ocultar la falta de rendición de cuentas también generan un descrédito tal que, hasta el ruido sordo, se vuelve creíble?

*Analista político

jbuendiah@prodigy.net.mx