He leído con atención las propuestas sobre educación que tienen los actuales candidatos a cargos legislativos. En diversos artículos sostuve que es una paradoja inexplicable que seamos capaces de elegir gobernantes pero no lo que queremos que nuestros hijos aprendan o lo que nosotros u otros queremos que nos enseñen o enseñar, pero, sin embargo, somos todavía capaces de elegirlos a ellos... para que ellos nos digan qué, cómo y dónde estudiar y aprender.
Casi todo el mundo parece aceptar que los funcionarios -que de alguna manera llegan al poder- son los elegidos, los indicados, para decidir lo que niños y jóvenes deben aprender. La pregunta que debemos hacernos es ¿por qué ellos? ¿No serán los propios padres quienes saben qué es mejor para un hijo? Pareciera que la respuesta es que no. Los padres no saben qué es bueno para cada hijo pero, sin embargo, si esos mismos padres resultan electos en y para algún cargo de pronto “saben” qué es bueno para todos. Pareciera que de alguna manera, a partir del momento en que son investidos por la sacrosanta Legislatura, han sido “iluminados”.
Destaquemos algunas propuestas: Patricia Bullrich: “Jornada completa para los niveles primario y secundario”, Moria Casán: “Implementar un plan sanitario obligatorio médico odontológico para toda la población escolar. Reforzar la escuela desde el jardín maternal al nivel polimodal en los aspectos pedagógicos, procurando incluir el comedor escolar en todos los niveles para contribuir a la solución de los problemas sociales”, Patricia Walsh: “Derogación de la ley federal de educación y de la ley de educación superior; defensa de la educación publica, gratuita y laica. Ley nacional de educación sexual”. Luis Brandoni: “Articular los diferentes niveles del sistema educativo, con contenidos básicos generales que incluyan realidades regionales y productivas, por eso vamos a generar: seguro universal de reinserción; ingreso social básico; y reconstrucción de una escolaridad pública común de calidad para todos los niños y jóvenes”[1].
Sin atentar contra el políticamente correcto y bienvenido supuesto de la educación “gratuita”, ¿esto hace necesario que existan establecimientos estatales? ¿Debe la educación por ser gratuita impartirse en los lugares que el estado determina para tal fin? ¿Acaso no se puede establecer un sistema de vouchers (subsidio a la demanda) por el cual, al menos, elijamos el establecimiento? Pareciera ser que no: Rafael Bielsa: “hay que incrementar la inversión en infraestructura y equipamiento de las escuelas y centros de formación profesional”, Elisa Carrió: “Provisión adecuada de infraestructura y acceso a material didáctico”. Mauricio Macri: “Mejor infraestructura: aumentar la inversión y la ejecución de la misma en infraestructura de las escuelas”. Hilda Duhalde: “Implementar un programa integral de mantenimiento y construcción de escuelas”.
Pasemos a otro punto: la “obligatoriedad” e introduzcamos la distinción entre la obligatoriedad de instrucción y la obligatoriedad escolar, es decir, la asistencia al establecimiento y remarquemos que escolarizar no es sinónimo de instruir. Es importante señalar que la ley 1420 de 1884 imponía la obligatoriedad en la instrucción, no obligatoriedad escolar, pues no era imprescindible la concurrencia al establecimiento educativo. Algunas leyes provinciales se hicieron eco de la potestad de los padres y de la obligatoriedad de la instrucción (no simplemente de la asistencia al establecimiento escolar) y las leyes educativas que sancionaron respondieron a ese desideratum. Por ejemplo, la ley de Salta de 1880, en su Art. 6 señala: “la instrucción podrá ser recibida en las escuelas del Estado, en establecimientos particulares o en la casa de los padres, tutores o personas en cuyo poder se encuentren los niños (...)”. También la ley de Entre Ríos de 1886 señalaba “la educación primaria podrá ser recibida en las escuelas comunes o particulares o en casa de los padres, tutores o personas en cuyo poder se encuentren los niños (...) “. Actualmente los candidatos proponen: Bielsa “180 días mínimos de clase” (nota, no importa a qué vayan los niños y niñas mientras vayan), Norberto La Porta “Nueva ley federal de educación y de educación superior que establezca la educación obligatoria, pública y gratuita en todos los niveles y garantice la canasta básica escolar (útiles, manuales, guardapolvos) para todos los alumnos del sistema público” (no reflexionamos aquí sobre quién paga o cómo se paga la canasta básica escolar y otras propuestas aquí contenidas sino que remitimos al articulo “¿Más presupuesto = Mejor Educación?”). Mauricio Macri: “Más años: extender la obligatoriedad de la educación desde los 3 hasta los 18 años de edad” (bueno, salvados estamos de que simplemente dice educación y no escolaridad, pero creo adivinar la intencionalidad escolar y no educativa en este enunciado). Ricardo López Murphy: “Incluir a los chicos de 3 y 4 años en el programa de educación obligatoria, de tal manera de que cubra a todos los que tengan entre 3 y 18 años; 180 días de clases al año, elevando de las actuales 350 a 700 horas de clase; escuelas de doble jornada para garantizar más educación y el servicio de comedores para nuestros niños”; y Marta Maffei: “Obligatoriedad hasta la finalización de la escuela media”.
Es decir, una vez más, como alumnos, como padres, como docentes somos llamados a votar por estas alternativas. ¿Dónde están las alternativas? ¿Estas son alternativas? Hubiera preferido no encontrar ninguna propuesta, que no se ocuparan del tema, pero algo, claro está, tenían y tienen que decir, y este es el resultado, se van de boca en declaraciones. Y acá estamos nosotros, obligados a votar, obligados a recurrir al sistema educativo, a este sistema monopólico de múltiples sucursales. Nos hemos acostumbrado a pensar que el estado “debe” y el estado “tiene”, en verdad los que debemos y tenemos somos los seres humanos, hipóstasis como la de “estado” no hacen más que liberarnos de responsabilidades que son nuestras. El monopolio actual usurpa y resigna la responsabilidad fundamental de los padres de educar a sus propios hijos en tanto el gobierno impone y dicta dónde, cómo, en qué y cuándo los niños deben ser educados. Como alguna vez expresó Martín Krause: es como tener la libertad de elegir en qué sastrería comprar un traje azul.
[1] Los datos han sido tomados de La Nación, Cobertura Especial – Elecciones Legislativas 2005. De Cristina Kirchner no aparecen propuestas ya que “En los próximos días, se publicarán las propuestas de la candidata” de acuerdo a lo que declara la pagina el 5 de octubre.
En http://www.lanacion.com.ar/coberturaespecial/legislativas/index.asp