Los Obispos de la Iglesia Católica expresaron este miércoles que la corrupción y el narcotráfico en Bolivia son los flagelos que constataron que está en crecimiento sembrando una cultura de muerte.
Constatamos
con honda preocupación que los flagelos de la corrupción y del narcotráfico,
actividades radicalmente insolidarias y criminales, en las que están
involucrados también cárteles internacionales, continúan creciendo en el país”,
indica un párrafo del comunicado oficial de los Obispos de Bolivia.
En el
documento, dado a conocer a los medios de comunicación en ocasión de la
celebración de los 185 años de fundación del país, se agrega también que está
en aumento el número de jóvenes y adolescentes bolivianos que son víctimas de
esta “lacra social”, que es la droga.
“Ante la
envergadura e implicación de este fenómeno (de la droga) hace falta una
reacción de toda la sociedad y particularmente de las autoridades, para
contrarrestar su expansión e impulsar la cultura de la vida”, indica el
pronunciamiento.
COMUNICADO:
LA
PATRIA: CASA DE TODOS
El seis
de agosto de 2010 los bolivianos conmemoramos 185 años de la fundación de la
República, en medio de un complejo proceso de transición y transformación hacia
un Estado Plurinacional y con autonomías. En este aniversario de la Patria, los
Obispos de Bolivia hacemos llegar nuestra voz de aliento, solidaridad y
esperanza a los ciudadanos de todas las regiones y culturas.
Desde
los inicios de la independencia nacional se ha recorrido mucho camino, con
esfuerzos y sacrificios, hacia una patria libre en la que los principios
democráticos nos han permitido entendernos, superar momentos de conflicto y
avanzar hacia la construcción de un ideal común.
Iglesia partícipe
de la construcción del país
Como
Iglesia, desde nuestra fe en Jesucristo, hemos participado activamente en este
proceso. Hemos contribuido a superar momentos de confrontación, hemos alzado
nuestra voz cuando las injusticias han traído sufrimiento y dolor a los más
desfavorecidos y, sobre todo, cuando regímenes dictatoriales y represivos, que
tampoco han faltado en este camino, han conculcado los derechos humanos
civiles, sociales y políticos.
Debemos
aprender del pasado, para seguir con los logros y los avances y para evitar
errores y retrocesos, con miras a construir un futuro de esperanza y comunión
para todos los bolivianos.
Avances
y esperanzas
Sin duda
el presente momento histórico está cargado de proyectos y deseos de construir
una sociedad más equitativa, con signos alentadores, como el reconocimiento de
la diversidad y la riqueza cultural de nuestros pueblos y el justo proceso de
inclusión de los hermanos indígenas.
El
avance de la igualdad en la construcción de la sociedad, sin marginaciones ni
exclusiones, ni antiguas ni nuevas, es un verdadero signo del crecimiento
constante del Reino de Dios en la justicia y la verdad.
Amenazas
en el momento actual
Sin
embargo, sobre este proceso se ciernen amenazas, que pueden dejar sin efecto
todo lo positivo que este momento peculiar puede traernos.
El
reconocimiento de las diferencias culturales no nos debe hacer perder de vista
la igualdad fundamental de todos los bolivianos en cuanto seres humanos,
“creados a imagen y semejanza de Dios” Cfr. Gén 1,26; ni tampoco los valores
comunes, construidos a lo largo de nuestra historia, que nos identifican y
unen.
Confrontación
social
El
ambiente de tensión y confrontación social que se vive casi constantemente ha
hecho que en varias ocasiones se haya violado el respeto a la persona humana y
sus derechos fundamentales.
La
primacía de la persona humana y el bien común son los principios básicos que
tienen que guiar el accionar público y privado, y están por encima de las
ideologías. Nada puede justificar la violación del derecho a la vida y a la
libertad de las personas. El fin, por noble que sea, no justifica los medios;
si éstos son injustos, todo lo que se pueda lograr estará viciado de raíz por
la injusticia.
Clima de
miedo y desconfianza
La
verdad y la justicia se imponen por su misma fuerza interna. No hay que temer a
las ideas diferentes. No podemos caer en la tentación del pensamiento único,
excluyente del diálogo, que impone, amedrenta, criminaliza y rehúye la riqueza
de la confrontación de ideas diferentes, base de toda democracia madura. Esta
actitud siembra un clima de desconfianza y miedo, que impide la libre expresión
de las personas, la construcción de un modelo de sociedad consensuado y la
convivencia justa y pacífica.
La
justicia que, en muchas ocasiones, ha sido en nuestra patria un instrumento al
servicio del poder económico y por eso está tan desacreditada en especial entre
los más pobres, actualmente está cayendo en el peligro de supeditarse a
intereses políticos, de forma que sigue creando desconfianza.
Los
flagelos del narcotráfico y la corrupción
Constatamos
con honda preocupación que los flagelos de la corrupción y del narcotráfico,
actividades radicalmente insolidarias y criminales, en las que están
involucrados también cárteles internacionales, continúan creciendo en el país y
está creando una cultura de muerte. Aumenta el número de nuestros jóvenes y
adolescentes bolivianos que son víctimas de esta lacra social que es la droga.
Ante la envergadura e implicación de este fenómeno hace falta una reacción de
toda la sociedad y particularmente de las autoridades, para contrarrestar su
expansión e impulsar la cultura de la vida.
Valores
cristianos para la convivencia fraterna
Las
fiestas patrias deben ser ocasión propicia para examinar sobre qué fundamento
estamos construyendo el Estado Plurinacional.
“Dios es
amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.”, nos
recuerda el apóstol Juan (Jn 4, 16). Estas palabras evangélicas expresan con
claridad meridiana el corazón de la fe cristiana y también la consiguiente
imagen del hombre y de su camino donde quiera que se encuentre y en el momento
histórico que le toque vivir.
Nos
parece oportuno también proponer a los creyentes y a toda persona recta que
crea en el diálogo y el entendimiento, como medios para la construcción de una
patria para todos, estas palabras de San Pablo: “Nada hagan por rivalidad, ni
por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como
superiores a sí mismos”, mencionó.