Este periodista británico, tímido y sesudo, acaba de publicar en España «La gran guerra por la civilización» (Destino), un libro en el que cuenta su experiencia por la zona siguiendo el hilo de la historia. Algunos capítulos que vivió en primera línea todavía le emocionan.

- Usted ha escrito que encontrar a Ben Laden ya no es tan importante.

- Él creó Al Qaida, así que el monstruo ya ha nacido. Es como arrestar a un científico nuclear cuando ya ha fabricado la bomba atómica. Aunque sé que está vivo, en cierto sentido ya no existe, no sabemos dónde está. Sólo aparece de vez en cuando a través de cintas de vídeo. Es una figura misteriosa, se ha convertido en un fenómeno en el que crees porque sabes que ronda por ahí, pero al que no puedes ver. No encuentro ninguna figura parecida en el siglo XX.

- ¿Qué impresión le causó el líder de Al Qaida en sus tres encuentros? 

- La verdad es que Ben Laden quiso verme después del 11-S, pero no pude llegar hasta él. Traté de encontrarle y en el camino hacia Kandahar los talibanes se negaron a continuar, hasta ellos estaban aterrados. Habría muerto si hubiera seguido. Lo cierto es que la impresión que me causó cambió con cada encuentro. Cuando lo conocí en Sudán me pareció alguien humilde, tímido. Después se convirtió en un hombre vanidoso, totalmente convencido de lo que pensaba. Pero siempre fue muy cortés conmigo, como su invitado que era.

- ¿Es cierto que trató de reclutarle?

- Me dijo que uno de sus hermanos había tenido un sueño en el que me había visto a caballo, con barba, como un hombre espiritual. Creo que estaba tratando de tantearme, de saber qué respondería al ofrecimiento. Desde luego sería provechoso contar con un periodista occidental entre sus filas. No sabía qué hacer. No quería ofenderle, rodeado como estaba de la gente de Al Qaida. Pero obviamente tampoco quería involucrarme (carcajada).

- ¿Qué responde cuando le definen como propalestino?

- Yo no estoy con la causa palestina, además no sé qué es eso aparte de la corrupción... Pero los palestinos están siendo ocupados por Israel. Son ellos los que sufren el cerco israelí. No existe una situación de injusticia semejante.

- ¿Cómo vio Iraq en su último viaje?

- Estuve en agosto y volveré en febrero. Es un desastre total, la anarquía. No creo que vaya a haber una guerra civil, porque nunca la hubo, pero los americanos deben marcharse. Se acabó. Desde luego a alguien le interesa que se produzca esa guerra civil y los americanos fueron los primeros en mencionarlo. Quizá para asustar a los iraquíes y que fueran obedientes. No entiendo muchas cosas, como todos esos grupos diferentes actuando al mismo tiempo. Hay mucha gente misteriosa en el propio Gobierno que no sé para quién trabaja. Yo he visto cómo la Policía simpatiza con los insurgentes, y éstos se encuentran a su vez infiltrados en el Ejército. Llevan sus uniformes y sus armas. A Margaret Hassan la secuestraron hombres vestidos de policías, ¡ay! Y ella era muy impopular en el Gobierno por su militancia contra la guerra. Todo está mezclado: mafia, pistoleros, trata de blancas, islamistas...

- ¿Cómo se protege cuando trabaja en Bagdad?

- Tengo allí dos grandes amigos. No hay mucho qué hacer si van a por ti. Es ridículo hacer cosas como tener un arma. Acaban de atacar una comisaría de Policía y han matado a 40...

- ¿Irán será el próximo objetivo militar de EE UU?

- ¿Por qué? No han hecho nada malo y hay países como Pakistán mucho más inestables desde el punto de vista islamista y que tienen la bomba atómica. Y eso que no me fío de Ahmadineyad, que me parece estúpido. - ¿A quién entrevistaría si pudiera? - A Ben Laden le haría esperar.