En realidad, estamos muy cerca de una segunda vuelta de terror. Finalmente, quedan cuatro candidatos de los cuales dos pasarán a la segunda. Las últimas semanas Humala y Pedro Pablo Kuczynski han venido creciendo, Alejandro Toledo cayendo y Fujimori más o menos estable. Ahora todos están muy cerca. Cualquiera de ellos puede pasar a la segunda vuelta.
¿Ha cambiado Humala?
Una muy buena campaña diseñada por los asesores brasileños, que Humala ha asumido disciplinadamente, ha cambiado su imagen y le ha permitido llegar a donde está.
Le ayudó mucho también el hecho de que nadie creía que levantaría y, por tanto, nadie se ocupó de él. Hasta ahora.
El punto es si la campaña de lavado de imagen corresponde a la realidad. Yo creo que no, sigue siendo el mismo y solo ha disfrazado sus intenciones para ganar la elección y hacerse del poder.
Una entrevista realizada a Hugo Chávez en 1998, antes de las elecciones que ganó, ha vuelto a difundirse en estos días. Es ilustrativa de cómo el comandante venezolano mintió descaradamente a los ingenuos electores de su país.
Allí Chávez, con corbata, sonriente y amable, promete no quedarse en el poder ni un día más, incluso irse antes de cumplir cinco años; no estatizar empresas; favorecer la inversión privada; respetar la libertad de prensa y no tocar los medios de comunicación.
Todo era mentira y ha hecho lo contrario de lo que prometió.
Humala parece ahora el vivo retrato de Chávez. Ha cambiado el polo rojo por el terno y la corbata, visita al Cardenal, dice que es católico conservador, que no estatizará, que respetará la democracia.
Realmente habría que ser caídos del palto –frase célebre de otro gran mentiroso, Alberto Fujimori en 1990– para creerle.
¿Podrá hacerlo?
Algunos ingenuos dicen: “Humala no ha cambiado, pero si gana, no podría imponer una dictadura socialista, no tendrá mayoría en el Congreso ni fuerza para hacerlo”.
¡Qué candidez! ¿Acaso Chávez, o Evo Morales, o Fujimori tuvieron mayoría al comienzo?
El asunto es muy sencillo. Hoy día el Estado peruano está boyante, la economía crece, hay más de 40 mil millones de dólares en reservas, etc. Humala echaría mano de ese dinero y mucho más. Aumentaría desmesuradamente los impuestos a las empresas y tendría una caja fiscal descomunal.
Por supuesto, eso desalentaría la inversión, nadie más pondría su dinero en el Perú. Pero los efectos de la desinversión se sienten varios años después.
Con esa inmensa cantidad de dinero haría un populismo desenfrenado: regalaría cualquier cosa que se le ocurra, subsidiaría el gas, la gasolina, el pan y otros productos.
Su popularidad crecería como la espuma. En esas condiciones, convocaría a una Asamblea Constituyente –cosa que ha repetido mil veces pero ahora calla–, con el pretexto de cambiar la Constitución “neoliberal”, pero con el objetivo de introducir la reelección inmediata.
De allí a controlar todos los poderes del Estado –Congreso, Poder Judicial, Tribunal Constitucional, etc.– hay un pequeño paso. Y el siguiente, controlar los medios de comunicación.
Eso es lo que hizo Fujimori hace exactamente 19 años, después de haber frenado la hiperinflación y con el país asustado por la amenaza terrorista. Eso es lo que han hecho, con ligeras variantes, Chávez y Evo.
Ventajas
Humala se benefició esta vez de la ausencia de críticas. Como casi nadie le daba opción, avanzó con tranquilidad. Los asesores brasileños son profesionales que conocen su negocio y han conseguido disfrazarlo eficazmente.
También contó con la ayuda de medios de comunicación apro-fujimoristas que, siguiendo las órdenes de Alan García y con la intención de perjudicar a Toledo, lo ayudaron a fines de febrero en su campaña de presentarse como un héroe nacionalista.
Y como son torpes, cuando han querido atacarlo, en realidad lo han beneficiado, como cuando el apro-fujimorista Correo lo presentó con la camiseta del equipo de fútbol brasileño y el número 10. ¡El equipo admirado por los peruanos y el mejor jugador! No son más borricos porque no entrenan.
Algunos ingenuos creen que no hay que refutar a Humala porque eso lo “victimiza”. Tonterías. Las críticas a Humala son indispensables, hay que desenmascarar la amenaza que representa para la estabilidad del país, el crecimiento de la economía y la democracia. Son las diatribas y necedades como las de Correo las que lo ayudan.
