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31/05/2011 | EE.UU.: ¿Guerra ilegal? Al congreso no le importa

Gene Healy

¿Recuerdan cuando el Presidente Obama nos aseguró que su aventura en Libia terminaría en “días, no semanas”? Para emplear un eufemismo de la era de Clinton, “Esa aseveración ya no es sostenible” (Léase: Mentí).

 

El viernes se cumplieron más de 60 días, lo cual significa que Obama ha violado la Resolución de Poderes de Guerra, aprobada en 1973 para “satisfacer el propósito de los autores de la Constitución … [y] asegurar que el criterio conjunto del Congreso y del Presidente se aplicará a la intervención de las Fuerzas Armadas de EE.UU. en hostilidades”.

En lugar de retirar las fuerzas armadas estadounidenses, el presidente ha enviado una carta a los líderes del congreso insistiendo, de manera bizarra, que los ataques de aviones no tripulados y “la represión y destrucción de las defensas aéreas” no son “hostilidades” como aquellas contempladas en esta resolución.

“El papel de EE.UU. es proveer respaldo”, dijo un asesor de Obama a ABC News, “y los elementos no tripuladas son algo intermitente dentro de ese papel”.

El Secretario de Defensa Robert Gates ni siquiera pudo mantener un rostro firme en el programa 60 Minutes con Katie Couric, mientras intentaba convencer con el argumento de “acción militar no tripulada” cuando ella le preguntó, “¿Estamos en una guerra con Libia?”

Seis senadores del partido Republicano, liderados por Rand Paul de Kentucky, enviaron una carta al presidente el viernes, desafiándolo a que cumpla con la Resolución de Poderes de Guerra. Pero ellos no recibirán mucha ayuda de sus colegas. El titular del Comité sobre Relaciones Extranjeras John Kerry (Demócrata por Massachussets) dice que no hay una acción del Senado en la agenda acerca de la Resolución de Poderes de Guerra porque “estamos trasladando esto a la OTAN”. ¿Quién los eligió a ellos?

Con el congreso ausente, no queda claro qué recurso le queda a aquellos que nos oponemos a las guerras inconstitucionales. Tal vez lo que queda del movimiento “pacífico” puede actualizar el viejo himno de John Lennon: “Todo lo que estamos diciendo es que le den una oportunidad a la actividad militar no tripulada…”

Mientras tanto, conforme el Senado titubeaba, el congreso se acercaba a darle al presidente amplios y nuevos poderes de guerra.

La ley de gasto en defensa que recientemente fue aprobada en el Comité de Servicios Armados del congreso contiene una nueva —y post-Bin Laden— Autorización para el Uso de la Fuerza Militar. Esta autorización es todavía más amplia que la resultante luego del 11 de septiembre, cuyo lenguaje fue abusado por la administración de Bush para justificar la vigilancia sin orden judicial y la detención de ciudadanos estadounidenses sin cargos formulados. Aun así, el reemplazo propuesto obtuvo solamente unos cuantos minutos de debate después de media noche.

La primera autorización por lo menos contenía una relación con los autores de los ataques del 11 de septiembre. La nueva autorización le da el poder al presidente de ir a la guerra con cualquier nación que él considere está ayudando a Al Qaeda, a los Talibanes o a sus “fuerzas asociadas”. ¿Hasta dónde se puede estirar este lenguaje? Tal vez lo suficientemente lejos para que el congreso remueva esa molestia de los poderes de guerra permanentemente de su camino.

Una cosa queda clara, uno no puede culpar de nuestra floreciente “presidencia imperial” solamente a los presidentes agresivos y sedientos de poder. Como Arthur Schlensinger Jr. explicó en su libro La presidencia imperial, la transformación de la presidencia desde una posición limitada y constitucional al Supremo Líder Militar de la Tierra ha sido “el resultado tanto de la abdicación del congreso como de la usurpación por parte del ejecutivo”.

De hecho, la última vez que recuerdo que el congreso mostró una indignación justificada acerca de las amenazas a la separación de poderes fue en mayo de 2006, cuando el FBI realizó una búsqueda de la oficina en el congreso de William Jefferson, miembro de la Cámara de Representantes en ese entonces (Anteriormente habían encontrado $90.000 en efectivo en el congelador en la casa de Jefferson).

El allanamiento de la oficina de Jefferson fue un evento raro que consiguió que el entonces presidente del Congreso, Denny Hastert (Republicano por Illinois) y la líder del partido Demócrata Nancy Pelosi (Demócrata por California) canten del mismo libro de himnos acerca de “los principios constitucionales…diseñados para proteger al congreso y al pueblo estadounidense de los abusos de poder”.

Sería agradable ver el mismo escándalo bipartidista en el congreso de hoy acerca de “abusos de poder” como, por ejemplo…las guerras ilegales.

Pero parece que ese tipo de cosas no despierta sensibilidades.

Este artículo fue publicado originalmente en The Washington Examiner (EE.UU.) el 24 de mayo de 2011.

El Cato (Estados Unidos)

 


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