Ya se ha anunciado preliminarmente que la actual Conama tendrá rango ministerial, como una antesala de lo que será el Ministerio de Medio Ambiente. Aunque suene obvio, las modificaciones que se hagan a la institucionalidad ambiental exigen un análisis de fondo sobre las consecuencias de las mismas.

La tan criticada Conama ha cumplido un rol sin duda histórico en materia ambiental, no sólo por constituir el primer organismo público que se hace cargo directamente de esta temática, sino también porque ha introducido una nueva forma de ejercer potestades de forma transversal coordinando a un sinnúmero de otras entidades públicas. Pero más allá de eso, las preguntas son ¿habrá cumplido su vida útil la Conama? ¿Es tiempo de dar un paso más allá?

Lo cierto es que este organismo, pese a las dificultades iniciales que tuvo al abrirse paso en una administración pública muy celosa de sus competencias, logró posicionarse e incluso hacer que otros órganos de mayor peso relativo -como los Servicios de Salud- entendieran que en materia ambiental sólo estaban llamados a fiscalizar, pero que las eventuales sanciones las fijaba en definitiva una Conama que era capaz de trascender a una visión puramente sectorial.

De esta forma, debe destacarse la aceptable administración que ella ha realizado del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, sin duda el principal instrumento de gestión ambiental vigente. Pero también ha sido en este contexto en el cual han pesado sobre la misma las críticas más fuertes a su gestión, especialmente cuando ha debido lidiar con megaproyectos como Ralco, Alumysa o Pascua Lama. Efectivamente, en estos casos ha quedado en evidencia cómo las Comisiones Regionales del Medio Ambiente, al enfrentar proyectos de gran complejidad técnica, a ser resueltos en plazos relativamente breves y que presentan un cúmulo de intereses y presiones en todos los sentidos, sencillamente se han visto superadas.

En síntesis, se trata de un ente que, como todos, ostenta virtudes y defectos. Es decir, no ha sido ni la catástrofe que algunos han querido ver, ni la panacea que unos pocos invocan. En tal sentido, siempre es un buen momento para perfeccionar la administración pública; pero no sólo en la forma -con un rango ministerial- sino que dotar a la autoridad ambiental de mayores atribuciones y recursos suficientes que le permitan cumplir sus fines. El peor escenario visible es que se cree un Ministerio de Medio Ambiente por razones de imagen política, sólo para reflejar que existe preocupación sobre el tema y dejar así contentos a los sectores ecologistas.

Lo fundamental es no perder el norte, y fundar las transformaciones de la Conama en al menos dos elementos clave que no pueden ser dejados de lado. El primero de ellos es capitalizar la valiosa experiencia que se ha ganado en estos casi doce años de vida de dicha entidad. No parece conveniente partir de cero, sino que la nueva forma que adquiera la Conama debe ser heredera de todo lo obrado por ésta. No olvidemos que el ambiental sigue siendo un tópico novedoso, por lo que el camino recorrido resulta vital en dar dirección a lo que viene.

Lo segundo, tanto o más importante que lo anterior, es que nuestra autoridad ambiental no pierda el sello pro-inversión que en general ha mostrado durante todos estos años, y de cercanía al sector privado. Es más, ello se debiera profundizar de manera que la nueva institucionalidad ambiental no constituya una traba a nuevas iniciativas, sino un verdadero mejorador de proyectos, logrando internalizar la variable ambiental en cada uno de estos y no conformándose con ser un listado de exigencias ambientales estándares.

El análisis tiene que ser, por cierto, mucho más profundo, pero también pragmático y realista. Es de -sperar que la nueva administración esté conciente que una transformación mayor en el marco de la institucionalidad ambiental puede terminar siendo tanto un fuerte impulso para el desarrollo sostenible, como una valla demasiado alta para nuevos emprendedores que tanto se necesitan en Chile.

(*) Gestión Legal Ambiental de Proyectos
Poch & Asociados