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15/09/2011 | La crisis y los académicos

Lluíz Foix

Hablar sólo de déficits y de recortes infunde desconfianza y no se estimula el crecimiento

 

Espero que un día los economistas principales digan lo que está ocurriendo en estos tiempos en los que las tijeras y la reducción del déficit avanzan en todo Occidente sin que nadie se atreva a levantar la voz. Hay excepciones como la de dos premios Nobel de Economía, Joseph Stiglitz y Paul Krugman, que intentan contraponer ideas y propuestas aunque tampoco ofrecen un diagnóstico claro sobre la situación y, por lo tanto, sus soluciones son más ideológicas que reales.

Los economistas que analicen la crisis en el futuro supongo que dirán lo que ahora no se atreven a mencionar, es decir, que mientras se recortaba en todos los sectores, públicos o privados, aumentaba el paro y se llegaba incluso a reformar la Constitución por indicación del gobierno alemán, mientras se cortaba todo gasto social o en infraestructuras, nadie hablaba del crecimiento.

La palabra mágica es recortar y recortar. Nadie se atreve a mencionar que lo importante es crecer, trabajar, levantarse temprano y ser competitivo. Los ajustes en el sistema educativo son un camino seguro para no alcanzar los niveles de competitividad que exigen los tiempos. Hablar de deuda y sólo de deuda infunde pesimismo y desconfianza.

Me sorprendió la insinuación del presidente Obama a España e Italia como principales preocupaciones para la recuperación. No voy a discutir esta opinión. Lo que sí quiero comentar es que antes de señalar con el dedo a la Europa mediterránea haría bien el presidente americano en mirar hacia su propio país, mucho más endeudado en términos relativos que Italia y España. También podría recapacitar sobre su incapacidad para que los planes de estímulo no consigan el apoyo en el Congreso. Hay que resaltar que la crisis, que nos afecta a todos, no estalló en Europa sino en Estados Unidos, cuando la compañía global de servicios financieros, Lehman Brothers, se declaró en quiebra en septiembre de 2008. Fue el comienzo de la crisis que todavía se abate sobre el mundo occidental y que se caracteriza por una constante disminución del crecimiento de la riqueza porque el objetivo único es la disminución del déficit.

La gestión de la crisis está y debe estar en manos de los políticos. Pero los académicos tienen oportunidad para ser políticamente incorrectos y decir lo que piensan sobre qué alternativas existen sobre la superación de una situación que se desliza hacia el abismo. No se trata de aferrarse a Hayek o a Keynes, los polos del liberalismo y la socialdemocracia en el siglo XX, sino de buscar salidas imaginativas, inteligentes y valientes. ¿Qué dice nuestra academia? Escucho pocas voces ofreciendo soluciones y un cierto respeto a no contradecir lo que defienden las finanzas y la política. No me refiero, que quede claro, a Inside Job, donde algunos académicos famosos servían a los que hacían trampas.

La Vanguardia (España)

 



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