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28/03/2006 | EJE MOSCU-PEKIN:Los gasoductos sino - rusos que alterarán la geografía euroasiática

Alfredo Jalife-Rahme

La visita de dos días del presidente ruso Vladimir Putin a Pekín, donde concretó la construcción de dos gasoductos para los próximos cinco años, "trastocará la geopolítica euroasiática", aduce el centro de pensamiento europeo De Defensa (23/03/06), que llega hasta avanzar la constitución de un "eje Moscú-Pekín".

 

Dos días bastaron ("primero con vacilaciones, luego significativos") para operar un "giro estratégico" en el "ámbito energético" con el arribo del zar ruso Putin y su delegación de 800 personas para concretar además 22 acuerdos. Para De Defensa, que no se cuece al primer hervor, su "significado geopolítico y estratégico es extremadamente marcado". ¿Es la razón por la cual los multimedia de Estados Unidos se lo ocultaron a su patéticamente desinformada población?

En el contexto de la trascendental visita del zar ruso Putin a Pekín, arribaron dos aguafiestas, los senadores bélicos de Estados Unidos, Charles Schumer y Lindsey Graham (quienes han apadrinado una enmienda para imponer 27.5 por ciento de tarifas a las mercancías chinas en caso de que Pekín rehúse revaluar el yuan), mientras renace en sintonía el revanchismo militar de Japón que suspendió sus empréstitos al régimen de Hu Jintao (Financial Times, 23/03/06), que revela el malestar nipón por el acercamiento energético sino-ruso.

China, gran triunfador de las recientes tratativas energéticas con Rusia, Irán y Canadá, tampoco busca la confrontación directa, sino que responde al cerco que le ha impuesto Estados Unidos (v.g la creación del "triángulo antichino" en el océano Pacífico con Japón y Australia), y a partir de Semana Santa el presidente Hu Jintao visitará a su homólogo estadunidense con el fin de establecer la "cooperación constructiva del siglo XXI" (Xinhua, 24/03/06), que suena cada vez más hueca.

Dos días antes del encuentro histórico de Putin con el presidente chino, la delegación rusa, con el respaldo de Pekín, había frenado una resolución maximalista de la dupla anglosajona en la ONU para castigar a Irán por su enriquecimiento de uranio. A juicio de De Defensa, pareció como si "rusos y chinos hubiesen activado una estrategia de la que habían guardado los principios en reserva desde hace 10 años, desde la firma de una 'asociación de cooperación estratégica' en 1996".

La dimensión del arreglo energético entre Rusia y China, que se asienta a las pocas semanas después del acuerdo nuclear de Estados Unidos e India, no se le escapa a Martin Sieff (UPI, 22/03/06), quien cita al arabófobo belicista Ariel Cohen, "estudioso" del tema euroasiático en The Heritage Foundation (la extrema derecha de la superderecha de Estados Unidos): "es otro giro estratégico en el balance del poder en Eurasia. China y Rusia, como aliados estratégicos, controlan ahora la masa de tierra euroasiática desde el Mar del Sur de China hasta el mar Báltico". ¡Nada más! Seguramente se refería al otro gasoducto de Rusia conectado a Alemania que trastocó la geopolítica del norte de Europa. Hoy las grandes jugadas estratégicas pasan por la cuestión energética, algo que no alcanzan a entender los muy limitados cuan ultramontanos neoliberales salinistas.

Según el acongojado Cohen, vinculado a los neoconservadores straussianos, los "acuerdos energéticos alcanzados durante el viaje confirmaron que Putin y su elite hacedora de la política realizaron una decisión de amplio alcance para buscar su futuro (sic) en un acuerdo de asociación con China, y no con Estados Unidos ni con la Unión Europea". China garantiza así su "abastecimiento estable de Rusia". En forma coincidente, cinco días antes al histórico acuerdo energético sino-ruso, este fue el axioma con el que concluimos en nuestra ponencia durante el décimo Seminario Internacional del Partido del Trabajo, de México.

Cohen confunde A Estados Unidos con la Unión Europea con la que Rusia se ha vinculado en el rubro energético (v.g el gasoducto rusoalemán). Tampoco Estados Unidos queda fuera de la riqueza gasera de Rusia, pero sucede que Estados Unidos, que padece el "síndrome de la bicicleta" de jugar sin reposo a la ofensiva "permanente" (una patología de la soberbia unipolar unilateralista), en su desesperación energética comete muchos errores que le descubren su juego y obliga a Moscú a tomar providencias. Los revires estratégicos de Rusia y China han sido magistralmente defensivos y tienden a favorecer más la diversificación energética en el contexto de la multipolaridad.

El sarcasmo despreciativo de Cohen hacia Rusia delata su profundo dolor: "los temores de la elite rusa de convertirse en un apéndice (sic) natural de recursos para Occidente (sic), ahora se ha convertido en el apéndice energético de China". También The Economist, el portavoz del neoliberalismo global, tilda en forma pueril como "política de gasoductos" (22/03/06) el trascendental acuerdo sino-ruso que choca de frente con los intereses anglosajones que han perdido demasiadas jugadas en el tablero de ajedrez energético global.

Lo que el ministro del exterior ruso, Sergei Lavrov -quien después de un inicio desconcertante en su nuevo puesto empieza a ambientarse mejor en los foros internacionales y a perder el miedo a las cacofónicas bravatas anglosajonas-, cataloga de "irreversible" el acuerdo entre los dos gigantes euroasiáticos, no se gestó de la noche a la mañana, como pretende el adolorido Cohen. En "agosto pasado, Rusia y China realizaron los ejercicios militares más extensos de su historia", recuerda China Daily (20/03/06), en aquel momento "emprendidos como una práctica contra amenazas terroristas", y que también comprendieron aspectos de "cooperación táctica en operaciones en tierra, mar y cielo, que serían requeridas solamente durante una guerra convencional contra adversarios mutuos" (sic). China Daily remata que la "cooperación global (sic), regional y bilateral entre los dos países goza todavía (sic) de más amplios prospectos".

Ted Galen, Vicepresidente a cargo de estudios exteriores y defensa de CATO Institute, centro de pensamiento del fanatismo neoliberal, comentó que el "hecho que Putin haya traído en su comitiva a 800 funcionarios a China muestra la inmensa importancia que puso Rusia en la visita".

De defensa puntualiza que antes de su visita, el zar ruso Putin, en entrevista exclusiva a Xinhua, "había enfatizado en forma vigorosa (sic) su deseo de desarrollar todavía más la asociación estratégica entre Moscú y Pekín". Más allá del rubro militar, que existe desde hace mucho entre ambos, el aspecto central lo constituye el "segmento energético", el cual responde a "necesidades económicas" debido a "varias cicunstancias generales: 1.- La evolución rusa que implica dos vías: "su desencanto con la Unión Europea y el endurecimiento del establishment estadunidense (la intervención anti-rusa de McCain en la conferencia Wehrkunde de febrero en Munich tuvo muchos efectos en Moscú)" -faltaría agregar el intervencionismo de Estados Unidos y la Unión Europea en las elecciones de la "periferia inmediata" rusa; 2.- La crisis rusoucraniana a finales de 2005: "los rusos no son políticamente más prisioneros de Occidente, de quienes tampoco son económicamente dependientes"; 3.- Los chinos percibieron la ofensiva estadunidense hacia India, "exhibida por Estados Unidos como antichina", para incrustar a Nueva Delhi en una "OTAN asiática"; y 4.- Para China la "Unión Europea no es un socio estratégico serio", como demostró su pusilanimidad frente a Estados Unidos en el asunto del embargo de la venta de armas a Pekín.

En suma: LA asociación estratégica sino-rusa es "concebida para equilibrar la presión general y la voluntad de dominio de Estados Unidos en el mundo". De Defensa, muy cercano a la visión gaullista del mundo que beneficie a Europa antes que a la dupla anglosajona de Estados Unidos y Gran Bretaña, destaca la presentación de artículos de Pravda: "Rusia y China desarrollan lazos más estrechos para oponerse a la supremacía de Estados Unidos".

La multipolaridad geoestratégica es también energética: "dos grandes productores-consumidores de energía se reúnen alrededor del 'factor energía' que representa hoy un factor fundamental de poderío; el restante va añadido: fusión de potencias comerciales, potencia de producción, de inversiones, de cooperaciones diversas, etcétera".

¿Queda todavía alguna duda que hoy la "carta energética" constituye la principal jugada geoestratégica?

La Jornada (Mexico)

 


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