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05/05/2014 | Hacia el imperio de China

América Economía Staff

La gira latinoamericana que realizó hace unos días el ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi fue vista como un éxito en los cuatro países que visitó -Cuba, Venezuela, Brasil y Argentina- y en Beijing fue apreciada como una preparación y un ensayo para la próxima visita del presidente chino, Xi Jinpiang, quien irá a los mismos cuatro países dentro de un par de meses. El 13 de julio Xi irá al legendario estadio Maracaná de Río de Janeiro a ver el partido final de la Copa Mundial de Fútbol, por invitación de la presidenta brasileña Dilma Rousseff.

 

Será el segundo viaje del presidente chino a la región desde que asumió el cargo hace poco más de un año. En 2013, Xi visitó México, Costa Rica y Trinidad, donde se reunió con media docena de jefes de estado caribeños. Terminado el Mundial de Fútbol, el líder chino asistirá a la reunión de los BRICs en Fortaleza, Brasil, y en enero próximo debiera hacerse presente en la primera cumbre de China con Celac, la organización que reúne a los países latinoamericanos y del Caribe sin Estados Unidos ni Canadá.

Xi Jinping está mostrando más interés en la región que Barack Obama o los jefes de estado de europeos. Y no es para menos. China compra, invierte y presta mucho dinero en la región. Fue la demanda china por materias primas latinoamericanas lo que salvó a la región de la crisis financiera global de 2008--2009, que trajo dolorosas recesiones en Estados Unidos y Europa.

China podrá estar creciendo con más lentitud, pero el precio del crudo sigue subiendo porque está comprando más petróleo que nunca. El país asiático va camino de ser el mayor comprador de petróleo de Venezuela y de Ecuador, el mayor comprador de cobre chileno y soya argentina, el principal cliente del hierro y maíz brasileños. China ya es el mayor socio comercial de Brasil, Chile y Perú, y el segundo socio comercial de México. Un reciente estudio de Naciones Unidas dice que en dos año más sobrepasará a Europa como el segundo socio comercial de toda la región.

Y el comercio bilateral está mostrando un equilibrio saludable: China le vendió US$131.000 millones y le compró US$125.000 millones a América Latina el año pasado.

Pero no solo de comercio vive China. También se ha convertido en inversionista extranjero clave en la región. Durante la visita del canciller Wang Yi a Argentina, la semana pasada, se informó que el gobierno de Cristina Fernández espera que China invierta US$4.700 millones en un nuevo proyecto hidroeléctrico y US$2.400 millones en un proyecto ferroviario. En México, empresas chinas postulan a la licitación de dos redes de telecomunicaciones que demandan una inversión de US$750 millones.

Es apenas la punta del iceberg. La inversión china en América Latina llegó en 2013 a US$80.000 millones, 13% de toda la inversión china en el mundo para una región que constituye menos del 6% de la economía mundial. Y la inversión china, que comenzó en los años 90 en proyectos mineros, en los últimos años se ha enfocado preferentemente en los sectores más necesitados de la región: la energía y la infraestructura. Sólo en México y Brasil, el pipeline de proyectos de infraestructura y energía supera los US$550.000 millones en inversiones y China ha expresado interés en todos ellos. En el pequeño Chile, empresas chinas postularon en 2013 a proyectos de inversión por US$1.250 millones, seis veces más que la cifra del año anterior.

Y por si la explosión del comercio y la inversión fuera poco, China además nos está prestando dinero a manos llenas. Lo hace principalmente pagando por adelantado compras futuras de petróleo y otras materias primas -a Venezuela, Brasil y Ecuador-, pero también con préstamos directos a través del Banco de Desarrollo de China. Entre 2005 y 2013 China le prestó US$100.000 millones a la region, mayoritariamente a los países que tienen restringido el acceso a los mercados internacionales de capital. Más de la mitad de esos US$100.000 millones han ido a Venezuela. Cuatro países de la región -Argentina, Brasil y Ecuador además de Venezuela- recibieron el 86% de los créditos chinos. En los últimos años los préstamos de China han sido mayores que los créditos sumados del BID, el Banco Mundial y la CAF. El año pasado, el país prestó a la región US$15.000 millones, el triple de lo que prestó el Banco Mundial y un poco menos de los US$17.000 millones que le prestaron todos los bancos comerciales sumados.

Mientras la influencia china en la región crece y crece, el vaso puede verse medio lleno o medio vacío. Al dar dinero a la región a cambio de sus materias primas, China atrincheró a las economías latinoamericanas en la producción y dependencia de commodities. Y tanto en México como en Brasil hay quejas de que las exportaciones de manufacturas chinas al mundo están dificultando las exportaciones de manufacturas latinoamericanas al mundo. En el caso de México, hay motivos de sobra para quejarse. La balanza comercial de toda la región con China puede estar equilibrada, pero no es el caso del país azteca. El año pasado, México compró cerca de US$57.000 millones en productos chinos y le vendió menos de US$6.000 millones. Un déficit comercial de US$51.000 millones no puede tener contentos a los mexicanos, al tiempo que Brasil teme que las manufacturas chinas que entran a su país terminen encogiendo su sector industrial.

Además, el 85% de los préstamos chinos a la región desde 2005 han sido destinados a financiar proyectos de infraestructura, energía y minería. China hasta ahora no ha puesto mucha atención al medio ambiente, de modo que esos préstamos no están condicionados a las estrictas evaluaciones de impacto ambiental que tienen los préstamos de los organismos multilaterales.

El dinero chino, la inversión china y la demanda china parecen haberse convertido en adicción. América Latina no puede ya vivir sin China y a medida que el país asiático toma posiciones en la región, Occidente pierde posiciones. Conviene recordar que la visita del canciller chino la semana pasada incluyó Venezuela y Cuba, los países de la región políticamente más cercanos a Beijing. Es cierto que la necesidad tiene cara de hereje y que hay que aprovechar las oportunidades, pero no es menos cierto que hay que pensarlo un poco antes de llegar a depender de un país que va camino de convertirse en la primera potencia mundial sin libertad de prensa y sin democracia.

América Latina se casó con Estados Unidos hace más de 100 años. Con varias excepciones momentáneas y una de más largo aliento -Cuba- la región le ha sido fiel al país del norte. Pero Estados Unidos ha maltratado a veces a Latinoamérica, y ahora además la ha descuidado. América Latina está flirteando por estos días con otro pretendiente que le presta mucha más atención y podría irse con él, pero ese aspirante podría no ser el que más le conviene. La región podría terminar con un marido peor que el que ahora tiene y Estados Unidos lamentando que no supo valorar a la esposa que le fue fiel durante tanto tiempo.

América Economía (Chile)

 


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