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01/04/2006 | Nuevo control sobre la ‘realidad’

Thomas l. Friedman

Hay conservadores listos que ya no están dispuestos a dejar que Dick Cheney y la industria petrolera les digan lo que es “realista” cuando se trata del futuro energético de Estados Unidos.

 

Una de las leyes más importantes del debate político es esta: ponerle nombre a algo es poseerlo. Si se puede ponerle nombre a alguna cosa, hay que hacer que ese nombre se le pegue y con ello defina la forma en que la gente pensará sobre un tema, los oponentes no tendrán ninguna oportunidad. Una de las cosas más perniciosas que el vicepresidente Dick Cheney y la industria petrolera han hecho durante años es definir “realismo” cuando se trata de la política energética estadounidense, y por tanto se han apoderado del debate.

Si se les escucha, siempre expresan un punto de vista condescendiente y paternalista sobre la energía alternativa –híbridos, eólica, solar, etanol– que va así: “Sí, sí, todo es muy lindo y virtuoso, pero no es realista. Los hombres reales saben que el petróleo y los combustibles fósiles van a dominar nuestro uso de energía por mucho tiempo, así es que háganse a la idea”.

Bueno, aquí viene lo alentador. Se está produciendo una división entre los conservadores respecto a este tema.
No todos los conservadores están en el bolsillo de la industria petrolera. Muchos evangélicos, guiados por gente como Gary Bauer, se están volviendo verdes, tanto porque creen que debemos ser mejores administradores de la verde tierra de Dios como porque no les gusta ser dependientes energéticamente de países que fomentan una profunda hostilidad hacia Estados Unidos.

Uno de los mejores discursos que he leído alguna vez sobre la necesidad de terminar con la adicción al petróleo de Estados Unidos ahora y redefinir “realismo” fue pronunciado por el senador Richard Lugar, el republicano que es presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, en la Institución Brookings, el 13 de marzo. Deje lo que esté haciendo y léalo en www.brookings.edu.

Lugar expone: “El vicepresidente Cheney, que supervisó la política energética del gobierno de Bush, declaró el 30 de abril de 2001: «En algunos años es posible que los combustibles alternativos sean mucho más abundantes de lo que son ahora. Sin embargo, aún no estamos en posición de jugarnos nuestra economía y nuestra forma de vida a esa posibilidad. Por ahora, debemos asumir los hechos como son. Cualesquiera que sean nuestras esperanzas de desarrollar fuentes alternativas y de conservar energía –y eso es parte de nuestro plan–, la realidad es que los combustibles fósiles proporcionan prácticamente el ciento por ciento de nuestras necesidades de transporte y una parte abrumadora de nuestros requerimientos de electricidad. En algunos años, esto seguirá siendo cierto»”.

Lugar dice después: “Por décadas, el debate sobre energía en este país ha enfrentado a los así denominados realistas pro petróleo contra los defensores idealistas de la energía alternativa. Los comentaristas pro petróleo han intentado desacreditar a las energías alternativas diciendo que suman una porción pequeña de la energía consumida y que la dependencia en el petróleo es una elección del mercado.

“Afirman que nuestro Gobierno puede y debería hacer poco para cambiar esto. Han dado a entender que quienes se han lamentado de la dependencia en el petróleo no comprenden que cada alternativa energética conlleva sus propios problemas y limitaciones”.

Aun cuando reconoce que las alternativas petroleras aún requieren de una enorme cantidad de trabajo para poder obtener la escala necesaria, Lugar insiste en que con gran empuje estratégico podemos, y debemos, lograrla: “Mi mensaje es que el equilibrio del realismo ha pasado de quienes argumentan a favor del petróleo y de la política energética del dejar hacer, que depende de la evolución del mercado, a quienes reconocen que en ausencia de una reorientación importante en la forma en la que obtenemos nuestra energía, la vida en Estados Unidos va a ser mucho más difícil en las siguientes décadas. Nadie que evalúe honestamente la disminución de la influencia estadounidense en todo el mundo debido a nuestra dependencia energética puede dejar de ver que la energía es el lastre en la seguridad nacional estadounidense.

“Hemos entrado a una era energética diferente que requiere una respuesta muy diferente que la de décadas pasadas. Necesitamos una campaña nacional urgente, dirigida por una sucesión de presidentes y congresos que asegurarán que el ingenio y los recursos estadounidenses estén totalmente comprometidos con este problema”.

Dick Cheney desestima a cada rato a los liberales por tener una mentalidad “anterior al 11 de septiembre”, en contraste con tipos rudos como él, que tienen una mentalidad “posterior al 11 de septiembre”. ¡Tonterías! Cuando se trata de la energía, no hay nadie más pre 11 de septiembre, ni más estancado en mantener a Estados Unidos adicto al petróleo extranjero que Dick Cheney.

Como pesimista profundo que es, Cheney tiene un punto de vista totalmente empobrecido sobre lo que los tecnólogos estadounidenses pueden hacer cuando se les pide que hagan lo imposible, y una perspectiva totalmente empobrecida sobre lo que el pueblo estadounidense haría –post 11 de septiembre– si se le llamara a la gran causa nacional de la independencia energética.

Aun cuando yo empujase a dar pasos más difíciles que los que plantea Lugar, tengo grandes esperanzas al ver que hay conservadores listos que ya no están dispuestos a dejar que Dick Cheney y la industria petrolera les digan lo que es “realista” cuando se trata del futuro energético de Estados Unidos.

The New York Times

El Universo (Ecuador)

 



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