El año recién pasado se sintieron los primeros síntomas de la inflación generada por este fenómeno económico internacional, sin que, en la práctica, el gobierno del presidente Óscar Berger pudiera encontrar alguna fórmula para mitigar los efectos de un problema importado, pero cuyas consecuencias las paga directamente el consumidor guatemalteco.

Los expertos y analistas internacionales atribuyen a la errática y agresiva política internacional del presidente de EEUU, George W. Bush, lo que está sucediendo en los mercados energéticos. Desde nuestra perspectiva, es evidente que Washington, con su política belicista, influye decisiva y negativamente en los precios internacionales del petróleo.

Países como Guatemala no pueden influir en nada de lo que está sucediendo, pero lo que sí es necesario en este momento, es que el Gobierno comprenda que debe tomar cartas en el asunto y buscar las medidas que puedan contribuir para que el efecto social de esta crisis importada no sea mayor del que ya estamos empezando a ver.

Ayer se anunció el primer golpe a la clase más desposeída: la energía eléctrica seguirá gozando de subsidio, pero se dará un incremento en la llamada Tarifa Social, que beneficiaba a los consumidores más pequeños.

¿Qué sucederá en los próximos días, semanas y meses? Eso es lo que se debe anticipar de parte de las autoridades.

Las gasolinas y el diésel suben casi a diario, pero además de su efecto directo en las economías de aquellos que tienen vehículo y compran estos productos, muy pronto se verá la presión del transporte urbano y extraurbano para incrementar tarifas y, casi de manera simultánea, veremos un incremento en los productos básicos.

Esto afectará a toda la sociedad, pero en primera instancia, y esto es lo más preocupante, al sector más pobre. Es por eso que insistimos en que la administración Berger debe buscar medidas que ayuden a paliar, porque no se puede solucionar del todo, esta anunciada crisis económica.

Lo que está sucediendo no es nuevo ni algo que no se esperara. Los pronósticos se han ido cumpliendo y todo el mundo sabe y espera que la escalada del petróleo continúe.

El Gobierno tiene dos caminos. El primero es salir al paso de lo que se espera que suceda y aportar con iniciativa, credibilidad y talento, algo positivo y concreto para que la crisis no nos tome desprevenidos; o esperar, como suele suceder en nuestro país, y entonces verse arrollado por los acontecimientos y permitir que sean otros actores políticos los que promuevan las medidas necesarias.

El tiempo avanza muy rápido y los precios del petróleo suben más rápido. Los primeros días de mayo dirán cuál de los caminos toman nuestras autoridades.