El intempestivo anuncio de la salida de Venezuela de la CAN, el pacto suscrito en La Habana con Bolivia y Cuba, y la nacionalización de los hidrocarburos y toma de las plantas por el gobierno de La Paz pocos días después que sorprendió a Argentina y Brasil, hacen parte de la partida de ajedrez que el régimen adelanta en el tablero latinoamericano.
Dichos eventos, junto con las últimas leyes aprobadas y medidas dictadas, constituyen una vuelta más del torniquete de restricción en nuestro país de la libertad y los derechos de todos los ciudadanos. Por ello, es importante para todos cada jugada de esa partida.
Pero, así como la CAN sobrevivió más de treinta años a la salida de Chile de su seno y cada cual pudo registrar resultados positivos según el camino escogido para ampliar su acceso a los mercados internacionales, teniendo por objetivo el bienestar real de sus pueblos y no la acción política ajena a ello; ahora, con un TLC celebrado con EEUU el mercado más importante del mundo no parece haber razón alguna para pensar que la CAN esté muerta, sino que por lo contrario es muy probable que a los países que sigan en ella pueda irles mejor.
Venezuela que no tiene ningún plan conocido de promoción de exportaciones, salvo las petroleras y dentro de una estrategia no comercial sino política, tendrá que ver qué hará en este mundo globalizado que le añadió a la integración otra razón económica de ser: Aumentar la capacidad de negociación de los países en el comercio internacional, lo que ha servido de acicate en el caso de los procesos de integración bien llevados como la UE para extender su ámbito; y, en el caso de las grandes empresas internacionales para ampliar sus mercados mediante la fusión con empresas similares.
Los acuerdos de los gobiernos, inclusive para la consecución de propósitos comunes, si no tienen por base objetivos económicos que impliquen el fomento del bienestar general de los pueblos que conlleva no sólo el logro de metas económicas y la satisfacción de necesidades físicas, sino también de las espirituales: Libertad, justicia y paz; no conducen a su integración ni se traducen en el ejercicio del derecho a vivir sin temores y mirar el futuro con confianza. Al contrario, como en el caso de la Unión Soviética y tantas alianzas bélicas, pueden resultar el peor de los negocios.