Si se piensa en la gente como personas humanas, como debe ser, los procesos de integración sólo pueden tener por objetivo su bienestar. Por ello, es intrínseco a la integración de los países el mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos asociados.
Ningún proceso de integración se promueve para ir en contra de nadie, sino para potenciar en conjunto las posibilidades de aprovechar de manera sostenida las oportunidades que para su beneficio el mundo ofrece, más en este tiempo de globalización y del alto nivel registrado de intercomunicación de los pueblos.
No obstante, todo conduce a pensar hoy que a la mayoría de los gobernantes no les interesa la suerte de los pueblos distintos al suyo como si pudieran aislar a su país del resto del mundo; y, que en más de un caso ni siquiera les importa el bien de sus pueblos. Si no fuera así, Kirchner y Lula que se dicen demócratas no tratarían al jefe del régimen de la "isla de la felicidad", la mayor cárcel de América, y quien acaba de afirmar que se mantendrá en el poder hasta el fin de su vida, con la deferencia puesta de manifiesto en la reunión del Mercosur, en Córdoba.
Así, más allá de las palabras, Mercosur a la luz de los comportamientos de los jefes de los gobiernos de sus miembros, pareciera estar dando paso a una organización a una alianza con objetivos distintos a los de su constitución. Dispuesta a favorecer el enclave en la región de regímenes de gobierno de corte opuesto al democrático, que aparentan seguir fomentando al tiempo que se abren caminos en nombre de la realización de utopías cuya perversidad ya quedó demostrada a la difusión de ideologías que sólo llevan a sojuzgar a los pueblos y a la guerra.
No se persigue impulsar una acción en pro del bienestar de los pueblos de América del Sur, sino de fomentar una actitud beligerante en contra de EEUU, en contra del Norte, del "imperio". Política que ha sido cuestionada entre otros por la Confederación Nacional de Industriales del Brasil. Y que de mantenerse, en la hora de conflictos que vive la humanidad, lejos de apuntar el Mercosur hacia la promoción de la integración de los países del sur, su destino será contribuir a la división de América Latina y quizás participar en choques armados entre países por cuya paz debería activamente laborar. Nada que ganar y mucho que perder.
