El decreto de nacionalización ha levantado un revuelo internacional que a mi entender está muy sobredimensionado, ya que en rigor de verdad no debería llamarse nacionalización, pero este no debe ser el análisis de fondo; todos entendemos que la cancha está rayada y que ahora corresponde que los actores petroleros estatales y privados muevan sus fichas negociadoras.
El análisis de la medida lanzada por el Gobierno nos muestra que este decreto fue concebido con una visión de muy corto plazo, ya que sólo está viendo un presente eufórico, de un aparente éxito mediático.
Creo que lo que faltó en el análisis del Poder Ejecutivo es la visión de largo plazo, ya que este grupo de medidas provocará sin duda alguna que YPFB pueda disponer de ese 32% de la producción en boca de pozo, este ingreso está asegurado, porque los contratos con Brasil y Argentina seguirán vigentes.
Las inversiones para nuestros dos únicos clientes están completamente desarrolladas y podremos asegurar un flujo mínimo de al menos 35 millones de M3 por día, es posible que YPFB reciba 250 millones de dólares anuales y esto por supuesto que le servirá para encarar proyectos mediáticos de poca envergadura y lo peor es que deberá responder por el pago del Bonosol.
De acuerdo al Gobierno, las petroleras ya recuperaron toda su inversión y sólo se les debe otorgar el 18% sobre las ventas de las exportaciones y con eso deberán pagar sus gastos fijos, variables y las utilidades. Es posible que esta ecuación resulte para la actual coyuntura. Pero es improbable que esta medida sea un adecuado anzuelo para atraer inversionistas en el mediano y largo plazo y esta es la verdadera pregunta, ¿qué podemos esperar del futuro?
El desarrollo mundial, como ya lo dije, demandará más y más energía, ahora con el valor agregado de que la energía debe ser segura en su provisión y que el marco legal que lo sustente sea también seguro.
Por lo tanto para hacer frente a esa sed de energía, Bolivia tendrá que recuperar el ritmo de la exploración petrolera, hace más de 4 años que esta actividad está deprimida, debemos incrementar nuestras reservas de gas, para poder ser considerados como candidatos para la provisión de gas natural. En resumen, debemos ser capaces de exportar entre 40 a 50 millones M3 de gas por día y además abastecer el consumo interno y por último destinar otros 15 millones de M3 de gas para su industrialización.
Aquí estamos hablando de palabras mayores, 70 millones de M3/día, no queda la menor duda que YPFB no podrá hacer frente a este reto, sino que requerirá de socios, a los cuales se les debe entregar una rentabilidad adecuada a la inversión.
¿Cómo atraeremos a los inversionistas, cómo daremos al mundo la imagen de que Bolivia ahora es un proveedor seguro, estable y sustentable de energía?, la verdad es que no tengo una respuesta razonable que me permita ser optimista.
Por lo tanto, creo que debemos superar esta euforia mediática, y trabajar para mostrar al mundo que Bolivia pueda ser considerada como un proveedor confiable de energía y que además de eso tengamos la capacidad de atraer inversiones que nos permitan incrementar nuestras reservas y ser el foco energético del sur.
*Javier Jironda C.