El desparpajo y la irreverencia que ya se han convertido en carta de presentación de Evo Morales, vuelven a aflorar con sus comentarios acerca de su estrecha relación con Hugo Chávez.
En declaraciones publicadas en el matutino Los Tiempos en fecha 17 de Mayo de 2006, -aclaración necesaria, para que el primer mandatario no diga que no dijo lo que dijo-. Morales expresó: “cuando se dice que Hugo Chávez es mi tutor, respondo que Chávez no es el tutor de Evo, sino del pueblo boliviano”.
¿Con qué derecho el primer mandatario, elige un “tutor” para el pueblo? ¿Cree que porque él no puede realizar un acto de gobierno sin consultarle a su padrino, los demás bolivianos necesitan de la “sabiduría” del gorila venezolano? El descaro con que Morales celebra abiertamente su dependencia ideológica y administrativa de su desquiciado homólogo, es un insulto contra sus votantes y compatriotas.
Si el señor presidente no está capacitado para gobernar por sí mismo, con su propia gente, lo único que debe hacer es renunciar a su puesto, no tiene derecho a imponer al golpista de Miraflores sobre el pueblo que lo eligió. Los bolivianos votaron por Evo Morales, no por Hugo Chávez. Por lo menos es lo que creyeron los incautos. Los demás son aprovechadores que se ofrecen al mejor postor.
La servil actitud de Morales, es inédita en lo que hace a los principios de dignidad y soberanía de las naciones. Nadie con un poco de respeto a sí mismo y a los suyos – menos aún un dignatario de estado – se atrevería a manifestar un comentario tan denigrante. En Bolivia existen miles de personas más sensatas y preparadas que Chávez. Si Evo necesita consejos, hay capacitados bolivianos que podrían asesorarlo debidamente. Pero el nacionalista indigenista responde sin cuestionamientos a su progenitor político del exterior. Tiene que devolverle los favores recibidos, porque Chávez invirtió mucho dinero en su campaña como para quedarse con las manos vacías.
¿Hasta dónde va a tolerar el pueblo boliviano la vergonzante dependencia del entrometido venezolano? Se verá en los próximos meses. Todo gobierno después de establecido tiene 180 días para efectuar cambios de magnitud sin temor al rechazo, porque la ciudadanía todavía se encuentra adecuándose a su nuevo estilo y esperando reformas. La bien planificada acción de los cubanos, españoles y venezolanos que manejan a su antojo al poder ejecutivo, obedece a esta constante política. En seis meses están tomando todas las medidas más importantes para cambiar la estructura de la sociedad boliviana y su aparato estatal. Lo que viene después es simplemente cosmética.
Los bolivianos no precisan tutores. Necesitan un gobierno democrático, inteligente y soberano, que no se someta a nadie, y que sea respetuoso de los derechos de sus súbditos. La invasión disimulada y silenciosa de miles de invasores caribeños, agentes del castrismo y el chavismo, que llegan en sospechosos vuelos nocturnos, trayendo secreto equipaje resguardado por las fuerzas armadas, es peligrosa para el país.
El pueblo debe preguntarse: ¿Los objetivos de Morales son los mismos que los de los demás bolivianos? Que Evo esté comprometido a los apetitos napoleónicos de Chávez, no quiere decir que su zalamería goce de la aprobación de la mayoría, ni que la población esté dispuesta a aceptar la injerencia extranjera. La gente votó por el cambio, no por la sumisión. La falta de oposición al régimen ayuda a que el gobierno haga lo que le viene en gana. Nunca se vivió en democracia, una situación de avasallamiento, autoritarismo, humillación e incertidumbre como la que está pasando Bolivia en el momento actual. Nadie necesita de un loco importado para tutelar los desaciertos presidenciales. Suficientes atolondrados ya existen en el país. Unos están en el gobierno, los otros les dieron su voto.