02/10/2013 | Argentina- El desatino como marca registrada.
Alberto Medina Méndez
El actual tratamiento parlamentario sobre el presupuesto nacional y las leyes complementarias que permiten su ampuloso despliegue, es solo otro ejemplo más de cómo la inconsistencia se ha instalado como el modo de ejercer la política y se asume con total naturalidad a un ritmo impensado.
Tasas de crecimiento
de la economía que nunca se verifican, niveles de inflación que no se ajustan a
la percepción ciudadana, cuestionados mundialmente por cuanta institución lo
observe, un tipo de cambio que no tiene correlato con la realidad. En
definitiva, una simulación que no debería ser admitida en un país que pretenda
ser respetuoso de la verdad.
Indicadores falsos, proyecciones económicas que ya han demostrado
reiteradamente su absoluta irrealidad, manipulación de cifras para que todo sea
como necesita la política, supuestos que todos saben que no se cumplirán,
adulteración intencional de números que no se corresponden con el presente, en
fin, el embuste institucionalizado, que nace del poder ejecutivo, pero que
cuenta con el aval sistemático del legislativo y un preocupante silencio por
parte del judicial.
Todos terminan jugando el mismo partido. Uno y cada uno de los protagonistas
resultan funcionales a ese resultado final, plagado de inconsistencias,
contradicciones y evidentes distorsiones que configuran un verdadero embuste
institucional hacia la ciudadanía.
La ley madre, esa que define el plan de gobierno porque determina las partidas,
su dimensión, el origen y aplicación de los recursos, es sistemáticamente
manoseada por la política contemporánea, escondiendo lo que prefiere, generando
un deliberado espacio para la discrecionalidad y sosteniendo así una farsa que
no resiste ningún análisis serio.
Todo esto, es solo una muestra más de lo que ha conseguido la política de este
tiempo. Su desprestigio tiene una explicación irrefutable. No es, como algunos
pretenden, responsabilidad de cierto anarquismo, ni de los intereses
sectoriales de las corporaciones, la falsificación informativa del periodismo o
los medios de comunicación, ni a los caprichos de la opinión pública siempre
proclive a la crítica fácil.
La política se ha ocupado y mucho del tema. Han hecho y siguen haciendo lo
indebido. Y esto no es ni novedoso, ni monopolio de oficialismo alguno. Unos y
otros se han tomado la tarea de construir esta abrumadora sensación en la
sociedad, con actitudes permanentes y sin gestos que muestren un cambio
creíble.
Los mismos que dicen que el país ha logrado su "década ganada",
terminan votando la extensión de la "emergencia económica" y la
prórroga de impuestos que fueron instaurados en "otra década" como
justificación para superar dificultades que, se supone, ya han sido superadas.
Los gobernantes, los que manejan la caja, engendran intencionalmente áreas
presupuestarias que les permitan maniobrar con total libertad las partidas,
reasignándolas sin consultar, consiguiendo que se le deleguen poderes
especiales, expresamente prohibidos en la letra constitucional.
Todos saben cuando aprueban estas normas, que están otorgando potestades que
concentran decisiones en un esquema centralizado que todos recitan rechazar
pero que terminan apoyando sin reparos.
Los ciudadanos de hoy, ya no pretenden un buen gobierno. Hace tiempo que se
conforman con mucho menos que eso. Piden solo migajas de sensatez, un poco de
sentido común, algo de integridad personal.
La política no recuperará su reputación de la noche a la mañana, y mucho menos
por el mero voluntarismo discursivo de algunos grandilocuentes dirigentes que
creen que a la gente se la puede seguir engañando con facilidad. En realidad,
eso ya es parte de la historia. En todo caso la gente, sin profundos
conocimientos, al menos intuitivamente, se sabe engañada, desconfía
sistemáticamente de la acción política y de sus interlocutores y vaya si tiene
elementos concretos que le den soporte a esas presunciones.
La responsabilidad de lo que ocurre en el presente no es exclusivo de un sector
de la política. Cada dirigente aporta lo suyo a esta farsa, algunos
respaldándola descaradamente y otros con una actitud timorata, extremadamente
corporativa, defendiendo sus propios intereses y dejando la puerta abierta para
que en el futuro los roles cambien y esas arbitrariedades pasen a formar parte
de sus propios arsenales partidarios.
El presente asiste a una forma de hacer política que algunos defienden con
orgullo por aquello de que el fin justifica los medios y otros sostienen con
algo de vergüenza, pero sin mayores objeciones a la hora de su instrumentación
cotidiana.
Por eso, la aspiración ciudadana de este tiempo no parece tan disparatada.
Pretender que algunos políticos, tomen en sus manos la heroica responsabilidad
de recuperar el sendero de la cordura, no implica pedir demasiado y hasta
podría ser un objetivo cívico más que razonable.
Mientras tanto, se sigue asistiendo al patético espectáculo de escuchar hasta
el cansancio discursos que defienden una forma de hacer las cosas, en las que
la incoherencia y las contradicciones se constituyen en el sello distintivo.
Todo se resume en el desatino como marca registrada.
InfoBae (Argentina)
Otras Notas Relacionadas... ( Records 1 to 10 of 5721 )
Otras Notas del Autor
fecha |
Título |
29/12/2014| |
|
21/01/2014| |
|
23/12/2013| |
|
15/10/2013| |
|
03/09/2013| |
|
27/08/2013| |
|
19/08/2013| |
|
13/08/2013| |
|
04/08/2013| |
|
29/07/2013| |
|
16/07/2013| |
|
19/06/2013| |
|
ver + notas
|