Fijará las nuevas reglas para una democracia representativa y para fortalecer las instituciones con el fin de crear un nuevo Estado para la mejor gobernabilidad. Será un mecanismo que permitirá empoderar al pueblo que decidirá el país que queremos. Nuestra actual Carta Magna no es mala, sino que la clase política no ha cumplido; por tanto, lo más probable es que sólo sea cambiada en un 30%. Ya hubo cambios positivos en 1994 cuando el Parlamento reconoció el carácter multiétnico y pluricultural de Bolivia.

El deseo de realizar una Constituyente la expresaron los movimientos sociales en 1990 y se profundizó entre el 2000-2004 como plataforma política de la izquierda que reivindicaba sus necesidades ante la clase política corrupta e inoperante.

Pero principalmente fue la bandera política del MAS, así como la nacionalización de los hidrocarburos, para tumbar gobiernos e incrustarse en el poder. De ahí que tanto apuro por realizar la Constituyente de la que hay desconocimiento de los candidatos y sus propuestas. Lo único claro es que Evo pretende extender su gobierno durante años, como Chávez. Si obtiene los 2/3 de los votos podrá y se mantendrá en el poder para controlar el país.

Sus propuestas son vagas y dejará a la Asamblea tomar decisiones. Evo es autoritario y no tiene un concepto real de la democracia representativa. Tampoco del pluralismo porque no respeta a las minorías.

Pretendería crear el cuarto poder constituido por sindicatos, movimientos sindicales y agrupaciones indígenas: un peligroso gobierno corporativo.

También propone cuotas para los indígenas en el Legislativo, lo cual los privilegiaría. Asimismo, que los miembros del Poder Judicial sean elegidos por el pueblo, lo cual es un error porque éstos deberían ser independientes.

De igual manera, propone la justicia comunitaria en las zonas rurales donde la autoridad del pueblo asuma la justicia ordinaria. También promueve las autonomías indígenas, no así las departamentales porque las considera oligárquicas. Grave error, porque si la mayoría cruceña quiere la autonomía, hay que apoyarlos.

Lo peor es la gigantografía en que está junto a Chávez y Castro. Prescindiendo de la ideología, Morales permite que gobiernos extranjeros intervengan en nuestra soberanía, ignorando que lo utilizan para crear un eje de la nueva izquierda latinoamericana.

¿Qué falló en Bolivia? No fue la Carta Magna. Cuesta creer que sentados en una millonada de riquezas naturales sigamos siendo un país pobre y subdesarrollado. Fallaron los líderes que no se ocuparon de las mayorías empobrecidas, desempleadas, marginadas, sin educación, salud, servicios básicos, ni infraestructura.

Si somos patriotas votaremos por una propuesta equitativa que no cometa los errores del pasado y que responda a los desafíos del mundo moderno y globalizado.

*Verónica Ormachea G. es periodista.