En las recientes elecciones en Brasil, Lula del PT obtuvo el 48,6% y el candidato opositor Alckmin del PSDB logró el 41,6%.

Lula hizo un buen gobierno, pero fue manchado por actos de corrupción. A pesar de que su discurso era de izquierda aplicó políticas económicas neoliberales. Estabilizó la economía, aunque con un crecimiento anual de apenas 2,6%, el real se fortaleció frente al dólar, la inflación se redujo del 23% al 3,8%, creó 3,8 millones de empleos y las inversiones extranjeras fueron de 21.000 millones de dólares. Lo más relevante fue su programa social Bolsa de Familia basado en donación de dinero por parte del Estado a familias pobres a cambio de que manden a sus hijos al colegio, se vacunen y asistan a servicios de salud. Dicho programa benefició a 8,7 millones de familias, mejoró la calidad de vida y ayudó a reducir la pobreza estimada en el 22%.

¿Por qué Lula no ganó con la mayoría absoluta? Porque su administración estuvo salpicada de acusaciones de corrupción. La gota que rebalsó el vaso fue el “dossiergate”, cuando dos personas vinculadas al PT fueron arrestadas con 800 mil dólares, que habrían sido para comprar documentos que utilizarían para acusar a opositores de Lula. El pueblo reclama más ética y transparencia.

Lula no negociará con Helena del PSOL que obtuvo el 6,85% ya que fue expulsada del PT por acusarlos de neoliberales. Ella tampoco dará sus votos a Alckmin porque lo considera de derecha. Da Silva tampoco pactará con Buarque del PDT que se retiró del PT en protesta por los escándalos de corrupción. Tendrá que aliarse con los candidatos a gobernadores que irán a la segunda vuelta, pero la oposición arrasó en la elección a gobernadores en los estados más poblados que son Minas Gerais y Sao Paulo. Por tanto, Lula como Alckmin tendrán que ofrecer al electorado estrategias más programáticas y pragmáticas que ideológicas que aseguren mayor crecimiento, desarrollo, empleos, seguridad, transparencia, y reducción de la pobreza.

Bolivia está muy vinculado a Brasil ya que éste es nuestro principal comprador de gas. El consumo de gas boliviano en el vecino país es cerca del 60% y en Sao Paulo del 75%. Desde la nacionalización de los hidrocarburos, las relaciones se han enfriado, más aún por el deseo de Evo de subir el precio del gas a 7 dólares por millar de Unidades Térmicas Británicas (BTU) ya que hoy lo vende apenas a cuatro dólares cuando en el mercado internacional está a 9 dólares. Éste será tema en la campaña electoral. Los brasileños criticaron a Lula de haber sido muy flexible con Evo y votarán por el que defienda más sus intereses ya que no querrán pagar más por el gas. Brasil ha anunciado que quiere autoabastecerse y está buscando otros proveedores.

*Verónica Ormachea G. es periodista.